Crítica: Dolores de cuento; Boreyko con la OSRTVE
DOLORES DE CUENTO
Obras de Bruch y Zemlinsky. Esther Yoo (violín). Orquesta Sinfónica RTVE. Director musical: Andrey Boreyko. Teatro Monumental, Madrid. 29 de febrero
Con un programa que auguraba buena conexión con el público enfrentó la OSRTVE su cita en el día robado del año bisiesto. Por un lado, subía al escenario uno de los conciertos de violín de mayor recorrido en la historia del género, asequible y con la suficiente dosis de belleza como para escucharse repetidamente con agrado (de hecho, a Esther Yoo ya pudimos escucharla en Madrid este mismo concierto hace apenas nueve meses). Por otro, completaba el programa una pieza que parece ir teniendo mejor suerte y mayor presencia: La sirenita de Zemlinsky, obra que tomó como excusa el —bastante cruel— cuento de Andersen para purgar los fantasmas de las decepciones amorosas del compositor.
El Concierto para violín y orquesta n.º 1 de Bruch es una de esas obras infalibles porque el lirismo del instrumento y su lenguaje extrovertido empujan a velocidad de crucero la partitura, sin que las relativas limitaciones de tímbrica o estructura condicionen el discurso musical. Andrey Boreyko acompañó discretamente —es decir, manejando los balances en el segundo plano y marcando las dinámicas— el sonido brillante de Esther Yoo, con ataques efusivos pero coherentes con el pathos de cada movimiento y agilidad sin pirotecnia gratuita. El sonido de Yoo es pleno, afinado hasta el extremo y con un vibrato controlado que hace destacar la pureza del sonido. Cambió de carácter en cada movimiento, pasando del sentido dialogado de la música en el primero, por el lirismo del segundo y la vitalidad del tercero. Como propina, una pieza que hay que tocar con cuidado para no almibarar la sala: Salut d’amour, op. 12 de Elgar. En manos de la violinista norteamericana no fue bizcocho dulzón sino ágil miniatura.
Para la segunda parte del concierto quedaba la mirada subyugada hacia la seducotra Viena de principios del siglo XX. En esa capital de la ruptura, el arrojo y la decadencia, estrenará Alexander von Zemlinsky Die Seejungfrau, “La sirenita”, una suite sinfónica en tres movimientos que hacía equilibrios entre dos estéticas musicales irreconciliables y además servía para espantar los demonios del fracaso amoroso de Zemlinsky con Alma Schindler —futura Alma Mahler—. Aquí la OSRTVE tuvo oportunidad de lucir secciones, porque la exuberancia y opulencia sonoras son valores principales de la partitura. Gran entrada de fagotes y contrabajos al arrancar la obra por lo evocador de su sonido, que corresponde con las primeras líneas del cuento: «en alta mar el agua es azul como los pétalos de la más hermosa centaura […] pero tan profunda, que sería inútil echar el ancla». Bello sonido en el violín que representa a la sirena y cuidadas intervenciones de los metales tanto en la tormenta como en el majestuoso bailes de corte del segundo movimiento. El final, más dramático, fue el lugar donde Boreyko quiso desplegar un mayor sentido del conflicto, balanceando los timbres y extremando las dinámicas con gesto definido. Zemlinsky tuvo escaso éxito en 1905 en su estreno vienés, nada que ver con la calurosa acogida de hoy por parte del público del Monumental.
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