Critica: Trio Juan Sebastián, luminosa juventud
CRÍTICA. FESTIVAL BACH 2024. SAN SEBASTIÁN.
LUMINOSA JUVENTUD
Fecha: 19.VI.2024. Lugar: Sala Club del Teatro Victoria Eugenia. Programa: Sacred Songs BWV 450, 468, 478, 479, 481, 493, 508, 509, 518, 995 y 1005 de Johann Sebastian Bach; y Sound the trumpet de Henry Purcell. Intérpretes: Trio Juan Sebastián (Belén Vaquero -soprano-, Luken Mungira -tenor- y Sergio Bermúdez -laúd, tiorba-). 19 de junio de 2024
Cuando, con frecuencia, se piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor, resulta que esa valoración, en la mayoría de los casos, es errónea ante la realidad del hoy que se impone a la que fue ayer, y se reafirma en el momento de presenciar y aquí valorar el concierto que se desgrana en las líneas que siguen. Imposible (casi al noventa por cien) sería que hace cuatro décadas, en nuestra piel de toro, hubiera una juventud musical que se adentrara a interpretar a J.S. Bach y resulta que mediada la segunda decena del siglo XXI hay tres artistas que, con exultante fuerza juvenil, se adentran en los arcanos del pentagrama de ‘El Viejo Pelucas’ (Fernando Argenta dixebat).
El concierto estuvo enmarcado dentro de los santos sacros bachianos con acompañamiento trasportados al laúd, y, lo que sobre el papel resultaba ser un reto, a la hora de la verdad lo fue preciosamente superado por las dos voces y el mago laudista. Acometer semejante empeño requiere una sólida formación musical a la par del dominio de la lengua alemana. Fueron tres los bloques interpretativos presentados -con solo de tenor, solo de soprano y dúo de ambos-, fijándose ante cada uno de ellos la intervención del laúd barroco y la tiorba.
El tenor donostiarra Luken Mungira, a sus 20 años, presentó una forma de cantar que bien podría encuadrase en un estilo se siglos atrás, tanto por la expresividad como por el desarrollo del equilibrado fraseo. Una inoportuna flema (siempre lo es) en el ataque inicial del canto Bist du bei mir BWV 505, encuadrado en el Pequeño Libro de Anna-Magdalena Bach, dejó patente su formación para hacer pasar casi desapercibido dicho obstáculo. La voz de Munguira está en fase de formación morfológica y, por tanto sonora, con un centro brillante, cuajado en luminosos timbres que ha de ir colocando en su debido sitio a la hora de la emisión, y un agudo en el que se aprecia una aún incompleta cobertura de las notas. Precioso, por su dicción de la lengua tedesca y por la elegancia expresiva fue su canto en 0 Jesulein süß, o Jesulein mildt!, BWV 493, cual villancico o canción de cuna.
Generosa, rotunda, larga y bien timbrada es la voz de la soprano orensana Belén Baquero. Tan es así que cantar a Bach le puede resultar, con el tiempo, algo problemático. Su bien construida calidad fonal tuvo el mejor momento cantando Ich Seth an deiner Krippen hiera, BWV 469, (Ante tu pesebre estoy, Jesús niño), en poético texto de Paul Gerhardt (1607-1676) quien se especializó en himnos protestantes. Ella fue la voz dominante en los dúos que ambos cantantes interpretaron en el cierre de cada bloque, como así quedó plasmado en Kommt, Seelen, dieser Tag muss heilig sein besungen BWV 479 (Venid, almas, este día debe ser santamente celebrado) dejándose llevar -él y ella- por el laudatorio texto.
Como joven talento seleccionado por la Fundación Yehudi Manuhim y con notoria reputación internacional, el joven maestro Sergio Bermúdez fue el alma y el sostén de este concierto. Entiende perfectamente la trabazón musical de Bach, como así tiene acreditado en Europa a través de Orpheus Ensemble Basel por él fundado. En esta ocasión, con el trasporte del Largo de la Sonata para violín nº3, BWV 1005, su pulsora mano derecha y la izquierda tensante del cordaje sobre el laúd barroco dieron el cuidadoso marchamo de brillo al concierto, a la vez que fue el cuidadoso continuo sobre el que se apoyaron las dos voces. En la Suite para Laúd BWV 995, resultó delicioso su trabajo sobre la Gavotte en Rondeau.
La aceptación plena, por parte de los asistentes, a cuanto bueno fue ofrecido y bien agradecido, supuso la propina de Sound the trumpet de Henry Purcell. Manuel Cabrera
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