Entrevista: Elīna Garanča. Sol y vida
Elīna Garanča.
Sol y vida
Les traemos aquí la entrevista que publicamos en junio de 2020, en tiempos de una pandemia quizá olvidada pero llena de consecuencias, con motivo de su participación en “Adriana Lecouvreur” en el Teatro Real.
Una entrevista confinada. Artista y periodista cada cual en su casa. Así lo impone la pandemia que en el primer semestre de 2020 ha asolado el mundo, desde China a Brasil, de Letonia a España o Sudáfrica. La distancia no impide a la mezzosoprano Elīna Garanča, estrella contemporánea de la lírica, expresarse con soltura y a fondo, entrar en detalle y explayarse sin dobleces ni reloj sobre cuanto se le pregunta. Lista, recóndita, encantadora, rigurosa y artista con fondo, trasfondo y cabeza bien amueblada, en esta conversación habla de su pasión española, de sus proyectos, de su vocalidad, de su carrera y de sus personajes. También de cómo educa a sus hijas e incluso de su arte culinario, retomado en este tiempo congelado. A sus 43 años (nació en Riga, 1976) disfruta de una espectacular madurez y de una posición de prima donna que ella rechaza categóricamente con su inconfundible voz de auténtica mezzosoprano. “Nunca quise ser soprano, porque no me gusta ni la tensión ni la responsabilidad de ser siempre la prima donna. Pero sí me gusta ponerla nerviosa cuando puedo atacar el mismo Do agudo y mantenerlo tanto tiempo como ella”, dice entre veras y humor.
– El COVID-19 ha congelado el mundo. La errante agenda sin huecos de los grandes artistas de repente ha quedado tan vacía como los teatros y auditorios. ¡Todo cancelado! ¿Cómo lleva una diva estar sin viajar ni actuar, ayuna de contacto con el público?
– Nuestras agendas artísticas han cambiado drásticamente en los últimos meses. De repente se han quedado en blanco, algo que parecía absolutamente inverosímil hace apenas unos meses. Realmente echo mucho de menos viajar y actuar, el contacto vivo con la música y el público. Creo que nunca he pasado tanto tiempo en un mismo lugar en toda mi vida adulta como en este extraño periodo de cuarentena marcado por el maldito virus, salvo cuando nacieron mis hijas o cuando han ocurrido otros asuntos familiares importantes. Además de cantante, también soy madre y esposa. Así que las circunstancias actuales han traído tiempo extra a esa parte de nuestras vidas, y estoy extremadamente agradecida de poder disfrutarlo con mi esposo y mis dos hijas, a las que estoy educando en el seno familiar, lo que tengo que admitir que no siempre es tarea fácil y, literalmente, tengo que volver a aprender todo una vez más para enseñárselo a ellas. También paso más tiempo en la cocina, tratando de preparar nuevas recetas… ¡Y el jardín de casa finalmente está recibiendo el amor y cuidado que desde hace mucho tiempo no le daba! En definitiva, tengo tiempo para vivir una vida cotidiana que no es tan frecuente en la vida de una cantante que siempre anda de la ceca a la meca.
– Uno de los vídeos musicales “caseros” que mayor atención y aplauso ha despertado en la red de redes en estos tiempos recluidos ha sido una “minisuite” de la Segunda sinfonía de Mahler, que, con su participación solista a distancia, han protagonizado 79 músicos de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, dirigidos por su titular, Karel Mark Chichon, que además es su marido. Ese vídeo de la Sinfonía Resurrección, colgado en la red precisamente el Domingo de Resurrección, fue grabado por usted, confinada en su casa de vacaciones de Benalmádena, completamente sola, a cappella. Apenas unos días antes, había cantado la Tercera de Mahler en la Philharmonie de Berlín junto con la Orquesta Filarmónica y Lorenzo Viotti, en la que supongo fue su última actuación antes de que el mundo se parara. ¿Cuáles fueron sus sensaciones y vivencias entre estas dos interpretaciones tan rotundamente diferentes?
– Debido a la crisis de coronavirus, los artistas, teatros y salas de concierto trasladaron parte de sus actividades a las plataformas digitales, donde pueden verse transmisiones en línea gratuitas o escuchar a los músicos tocar directamente desde sus propios cuartos de estar. El fragmento de la Segunda sinfonía de Mahler, que hasta este momento han disfrutado ya más de dos millones de espectadores, fue grabado durante el confinamiento desde nuestras casas –acceda aquí–. En cierto modo, fue una experiencia muy surrealista y nunca imaginé cantar con una orquesta que está a 1600 kilómetros de mí, en Las Palmas. Pero para hacer música de verdad, para poder conectar con los músicos del conjunto y “hablar” a la audiencia, la proximidad y el espacio compartido son, en mi opinión, esenciales. Dicho esto, el que las interpretaciones en vivo, con la audiencia presente en la sala, siempre serán mi preferencia, tengo que reconocer que estos conciertos on-line han sido inmensamente importantes para todos, y nos han permitido a nosotros, los artistas, alzar la voz y enviar el mensaje a todo el mundo de que ¡la música sobrevivirá!
– Este tiempo detenido e inesperado abre espacio a la reflexión. ¿Ha pensado en nuevos senderos, proyectos y papeles?
– Creo que la cuarentena ha sido una gran oportunidad para todos nosotros para hacer una pausa en nuestra vida de piloto automático. Una ocasión para pensar en cómo podríamos apreciar más las pequeñas cosas y no dejar pasar el tiempo desapercibido. He podido meditar y madurar varios proyectos e ideas que tenía en mente ya antes del brote de la pandemia. Las ideas necesitan tiempo para desarrollarse, para ser pensadas cuidadosamente, juntas y bien planificadas. Y para cristalizarlas con éxito también se requiere, en mi opinión, mucha creatividad, algo que por su parte exige desconectarse de la rutina diaria. Ahora, en este tiempo congelado, es un momento perfecto para ello. Realmente espero que mis planes e ideas se manifiesten pronto y pueda con ello conectar a más personas a través del arte y la música. A veces, los artistas también necesitamos silencio, soledad y distancia para crecer interiormente más, “digerir” experiencias y desarrollar fantasía y aburrimiento.
– Su repertorio es tan enorme como variado, y abarca casi todos los estilos. Carmen, Dorabella, Sesto, Rosina, Dalila, Charlotte, Eboli, Octavian, Didon, Vivaldi, Bellini, belcanto, barroco, zarzuela… ¿Qué no haría nunca?
– Como dice el dicho, “nunca digas de esta agua no beberé”. Creo que, en este sentido, nadie esperaría que cantara Berio o cualquier otro repertorio contemporáneo. Pues incluso hago eso, de vez en cuando. Si el belcanto trata la voz como un instrumento, la nueva música la trata como mera voz. Sus demandas tímbricas son muy diferentes de las del repertorio clásico, e incluyen una amplia gama de efectos, intervalos bruscos o expresiones vocales poco comunes. Creo que hay otros roles que son más compatibles con mi voz. Sé bien que es una obligación de cualquier cantante explorar el máximo de su voz, todo lo que ella puede dar de sí. En este sentido, he sido uno de los pocos afortunados cantantes que ha tenido y tiene la oportunidad de desarrollar y crecer en voz y agregar siempre nuevos roles y estilos. Estoy profundamente satisfecha de que sea así, y reconozco que para ello invierto mucho tiempo: en aprender, estudiar y desarrollar mi voz. Una vez considerado todo esto, le confieso que estoy convencida de que la ópera romántica francesa e italiana son las más adecuadas para mí.
– En su agenda es llamativa la ausencia de la ópera rusa. ¿Quizá por no haber grandes roles protagonistas para mezzosoprano?
– En el repertorio operístico ruso, los papeles femeninos de mezzosoprano y contralto solían ser personajes secundarios, de apoyo de los protagonistas. Madres, hermanas, sirvientas… Estos papeles, aunque agradables de cantar, no imponen grandes exigencias a la voz de mezzosoprano y, por ello, su importancia no es relevante. Las cantantes rusas de voz grave tuvieron que esperar hasta mediados del siglo XIX para papeles principales, como Marfa en Jovánschina de Músorgski, por ejemplo. Sin embargo, los “tonos oscuros” y la terrenalidad de la música rusa están muy cerca de mi corazón, y compositores como Rajmáninov, Chaikovski y Músorgski figuran regularmente en mis recitales o grabaciones. Por otra parte, en general, parece que los teatros optan por reservar este repertorio a cantantes nativos rusos.
– Puccini tampoco se preocupó mucho –nada– de las mezzosopranos. Usted ha cantado el aria O mio babbino caro y el Salve Regina. ¿Es un disparate preguntarle si algún día llegará a afrontar roles como Minnie de La Fanciulla del West, Tosca o, incluso, el remoto de Turandot?
– ¡Ja ja ja! ¡No lo creo! Pienso firmemente que una cantante debería ser capaz de encontrar en sí misma un reflejo mental, incluso físico, de cada personaje que aborda, para que eventualmente puedas convertirte en él en su forma más expresiva y realista. Al final, siempre debes más “convertirte en el rol” que no “realizar un rol”. Este matiz es fundamental. En esta precisa etapa de mi vida puedo identificarme mucho mejor con Amneris y la profundidad que se oculta detrás de su amor que con Minnie, que es una tipa dura con una pistola siempre en la mano.
Tanto Tosca como Turandot son papeles fundamentales en el territorio de las sopranos spinto y dramáticas, y exigen, obviamente, las notas altas y brillantes propias de la soprano. Nunca he considerado cantar ni a una ni a otra, quizá también debido a todo el drama que aún me resta por descubrir en mi mundo de mezzosoprano.
– ¿Su vocalidad se encauzará con el tiempo hacía colores y registros más dramáticos, y que ello conllevará nuevos repertorios en detrimento de algunos personajes actuales?
– ¡Absolutamente! ¡Ya está ocurriendo! Con la edad y después de ser madre, mi voz ha ganado redondez, colores oscuros y cierto peso. Pero no se trata solo de la capacidad técnica. Con la experiencia de la vida también se expande mi mundo emocional y ahora tengo, además, la capacidad de llevar el bagaje psicológico –a veces desagradablemente intenso– de los nuevos roles que abordo. Hoy puedo canalizar con más confianza el drama a través de mi cuerpo, dar a los roles el impacto necesario, sin preocuparme de perjudicar o perder mi voz sobre la orquesta. Creo que una carrera larga y exitosa requiere una larga planificación, y quiero poder plantearme cada cinco o diez años una nueva senda como cantante y artista. Es imposible mantener la atención del público cantando el mismo papel durante veinticinco años. Se torna aburrido tanto para el público como para el propio cantante. También creo que estoy en mi última fase de exploración de mi voz, así que a partir de ahora voy a conducir mi “automóvil” a toda velocidad. ¡El tiempo vuela!
– En cierta ocasión Alfredo Kraus me comentó que no le importaría perder al “llorón” de Werther por poder cantar Tristan. ¿Hay algún o algunos papeles imposibles para su voz que sueñe llevarlos a escena?
– No, realmente no. Se trata de lo que eres como artista y de lo que sientes como objetivo en el escenario. Nunca quise ser soprano, por ejemplo, porque no me gusta ni la tensión ni la responsabilidad de ser siempre la prima donna, aunque sí me gusta poner nerviosa a la soprano cuando puedo atacar el mismo Do agudo y mantenerlo tanto tiempo como ella [Risas]. Noto que la carrera de mezzosoprano tiene definitivamente mucha más variedad de personajes para interpretar. Las sopranos tienden a estar muriéndose todo el tiempo además de ser casi siempre desagradables y malvadas.
– Estos días tenía que estar en Múnich, cantando en la Bayerische Staatsoper un rol de tanto carácter como la Eboli de Don Carlo, y antes, en marzo, estaba previsto su debut en otro gran rol verdiano, la Amneris de Aida, en Las Palmas de Gran Canaria ¿Piensa proseguir en esta senda verdiana? ¿Ha cantado Mrs. Quickly? ¿Tiene algún papel verdiano en cartera? ¿Azucena? ¿Lady Macbeth sería una locura?
– Amneris es uno de los roles por los que decidí seguir una carrera profesional como cantante. Es un papel que siempre soñé cantar. Y ahora ese sueño se hará realidad muy pronto. Aunque mi primer intento de debut de Amneris en el Festival de Ópera de Las Palmas el pasado mes de marzo fue cancelado debido a esta crisis del coronavirus, estoy más decidida que nunca a escalar mi “Monte Everest” personal y espero poder debutar finalmente Amneris este octubre en la Ópera de París.
Mrs. Quickly no está en mi repertorio, ¡por ahora! Creo que sería interesante abordar este papel desde una perspectiva diferente a como se ha venido interpretando tradicionalmente. Por lo general, Mrs. Quickly es una anciana bastante gordita y torpona, pero yo la imagino vital, sexy, con mucha clase y teniendo una aventura secreta con Falstaff. En 2003 debuté otro papel de Falstaff: Meg Page en la Ópera de Viena. Falstaff es sin duda una ópera absolutamente divertida y genial.
Soy consciente de que todavía tengo algunas dimensiones por descubrir y explorar dentro del repertorio verdiano, y sería una pena abandonar este territorio demasiado pronto. Sin embargo, no estoy segura acerca de Lady Macbeth en este momento. Es un papel notoriamente difícil y hasta ahora solo algunas pocas grandes mezzosopranos se acercaron con éxito a él. Antes de pensar en Lady Macbeth necesito llegar a mi cumbre de Amneris. Y después de ello veré qué más es interesante para mi vocalidad y personalidad artística. En algún momento, Azucena también podría ser una opción, pero para eso, quiero realmente llegar a la edad de ser una madre creíble y natural de Manrico, y no usar una peluca gris sobre mi cabello rubio.
– Creo que comenzó sus estudios de canto en Riga de la mano de su madre, Anita Garanča, y poco después en la Academia Letona de Música, en 1996, con Serguéi Martinov. Luego los prosiguió en Viena con Irina Gavrilović, y en Estados Unidos con Virginia Zeani. ¿Esta plural formación guarda relación con la versatilidad de su repertorio y la adaptación de su voz al mismo? ¿Qué marca la evolución del repertorio: el deseo y la sensibilidad del cantante o la propia voz? ¿Hasta qué punto el cantante es dueño y gobernador de su instrumento?
– La realidad es que tuve una gran diversidad de maestros. Todos ellos, cada uno a su manera, me ayudaron en mi desarrollo. Cada uno me abrió nuevas posibilidades, ya sea en la coloratura, en el belcanto, Mozart, el verismo o Verdi. Creo que he sido afortunada al haber podido recibir tantas y diversas fuentes de aprendizaje e influencias. Pienso que tener un solo maestro podría desembocar en una mente cerrada y, al final, en la monotonía. El cantante “escucha” su voz con los oídos de cada uno de sus maestros. Pero crecemos y nos desarrollamos. Y cada nueva idea o referencia contribuye a forjar tu propia voz. Por lo tanto, siempre estoy mirando a mis colegas y escuchando sus enfoques en diferentes aspectos técnicos o musicales. Y hay una gran variedad de factores interconectados que determinan el repertorio del cantante, cuya evolución, en cualquier caso, es controlable solo hasta cierto punto. Cuanto más se conozca una a sí misma y a su voz, más puede asumir lo que puede cantar en cada momento particular de su vida sin arriesgar sus cuerdas vocales. Tienes que ser suficientemente madura como para sopesar y cantar cada papel concreto en el momento oportuno, de modo que resulte creíble y lo expreses en todos sus matices y detalles. Adentrarte en cada personaje para acercarlo a tus propios sueños personales. Los teatros desempeñan también un cometido muy específico en la evolución del cantante. Necesitas un teatro que confíe en tu carácter y capacidades, que reconozca tus deseos de hacer nuevos roles o de enfocar tu carrera en otros repertorios. La voz en sí es nuestro instrumento, pero quien espere tener el control total de ella en todo momento, es posible que haya elegido la profesión incorrecta. Expresarse vocalmente es esencialmente una manifestación de emociones y no solo su fuerza.
Otro universo casi inexplorado es Wagner. El próximo 2021 debutará el papel de Kundry de Parsifal, en la Ópera de Viena ¿Supone el inicio de un nuevo camino por la senda wagneriana? ¿Podría recalar en Venus de Tannhäuser, quizá Erda y hasta Fricka?
– En este momento únicamente pienso en mis debuts como Amneris y Kundry. Una vez que agrego un nuevo rol a mi repertorio, me gusta detenerme en él, descubrir todas las facetas del personaje, sus secretos más profundos, explorar cómo se desenvuelve en diferentes situaciones, lo que piensa cuando nadie lo mira y crecer con él. Es natural que permanezcas con el papel por más tiempo, también porque los teatros automáticamente quieren contratarte en ese papel, lo que conlleva otro desafío: desarrollar ese personaje que has hecho tan tuyo en producciones y elencos diversos, en visiones quizá ajenas a la tuya. Según mi experiencia, es bueno disfrutar de un papel durante años: las primeras veces lo cantas más con el corazón, y a medida que lo vas rodando lo cantas más con la cabeza. Ahora me estoy centrando completamente en convertirme en Amneris y en Kundry, lo que de hecho podría ser, como usted señala, el camino natural para sumergirme en el mundo de Wagner.
– Paradigmático en su carrera es Octavian, de El caballero de la rosa. ¿No tiene en perspectiva el Komponist de Ariadne auf Naxos?
– Richard Strauss ama u odia a las mezzosopranos. Cantar el papel de Octavian en Rosenkavalier fue para mí una experiencia extraordinaria. Octavian es un personaje inmensamente exigente, en el que, además, cantas desde la primera a la última nota de la ópera. El Komponist de Ariadne auf Naxos es un tipo de canto muy agudo y parlato, que personalmente encuentro muy agotador y de alguna manera está en un registro que siento que no se adapta a mi voz. Tuve varias producciones de este papel en el pasado y las cancelé todas. Realmente no puedo identificarme con el desafío musical y emocional que supondría cantar en escena el Komponist. Quizá porque Octavian es mucho más y me colma tanto tanto…
– En marzo de 2018 protagonizó una de las jornadas más memorables vividas en el Teatro de la Zarzuela. Ofreció allí un concierto que se convirtió en un acto de defensa y reivindicación del mismo como teatro público, autónomo y baluarte del teatro lírico español. Allí, entre la jota de La Dolores y las carceleras de Las hijas del Zebedeo, usted exclamó un sonoro ¡Viva la zarzuela! coreado por el público y que, junto a las palabras que pronunció desde el podio su marido, el maestro Karel Mark Chichon, fue un vivo alegato en defensa de la zarzuela que tuvo enorme repercusión mediática… ¿Cómo llegó usted al mundo de la zarzuela? ¿Qué hace una rubia letona cantando zarzuela y proclamando que “no sabría vivir sin ella?” ¿Es cierto que de pequeña, de la mano de su madre, ya escuchaba y canturreaba canciones de Obradors, Granados y algunos otros compositores españoles?
– ¡Si, es cierto! Me enamoré profundamente de la zarzuela cuando era niña. La música española fue parte inseparable de mi infancia musical, y mi madre, que como ya hemos hablado se convirtió en mi maestra, solía cantar piezas de Falla, Guridi, Granados y Obradors. A medida que crecía en mi universo de música, descubría más y más a Teresa Berganza. Ella fue determinante en mi creciente atracción por la zarzuela. Aquella fascinación inicial se transformó luego en un seguimiento más centrado y profundo del género, a lo que también contribuyeron las interpretaciones que luego fui conociendo de cantantes como Victoria de los Ángeles o Pilar Lorengar. Desde entonces, la música española me acompaña durante toda mi vida. Y disfruto y celebro con felicidad el éxito increíble que tengo al grabar y programar en mis recitales esta música que interpreto con verdadero amor. ¡Quizá es un destino que las chicas rubias del norte canten música del sur, ja ja! [Risas y segundos de silencio]. Perdone, disculpe, era una broma.
– ¿No se animaría a cantar en teatro una zarzuela completa, diálogos incluidos? Después del exitazo en el Teatro de la Zarzuela en 2018, ¿no se lo han ofrecido?
– ¡Me encantaría hacer una zarzuela completa! Antes tenía un poco de reservas con esta idea, porque mi conocimiento del español no era lo suficientemente seguro como para expresar los diálogos de manera convincente, o reaccionar rápidamente en caso de que olvidara el texto. Pero ahora siento que es el momento adecuado y estaría emocionada y honrada de aceptar esa oportunidad.
¿No le han dicho que cuando canta en español se la entiende bastante mejor que a Montserrat Caballé?
– ¡Oh, caray! Gracias por este cumplido impagable [risas]. ¡Estoy muy conmovida! [Más risas]. Creo que a veces sucede con todos los idiomas: no todos los franceses cantan bien en francés porque, en mi opinión, el idioma francés que hablas tiene que estar “colocado” de manera diferente a cuando lo cantas. Y también creo que a veces estamos demasiado “comprometidos” con “nacer” con alguna música, y lo hacemos como se hace habitualmente, como la tradición dice y marca. Mientras que un extranjero mirará la música desde su punto de vista, a veces completamente diferente y audaz. Y tengo que ser honesta: saber que estoy interpretando música española en España me obliga a invertir mucho tiempo en aprender el idioma y cuidar extremadamente la pronunciación, algo que, obviamente, un nativo no precisa pulir tanto.
– Usted tiene una residencia vacacional en España, en Benalmádena, Málaga, donde recala cada vez que puede para disfrutar de los pocos días de descanso que le permite su carrera internacional, y donde actualmente pasa este forzado confinamiento. Habla español más que mejor, y es una apasionada de la cultura española. Supongo que esta proximidad marcará no solo sus incursiones en la zarzuela y las canciones en español (incluso algunas nunca o muy raramente abordadas por mujeres, como Granada de Agustín Lara o el “No puede ser” de La tabernera del puerto), sino también personajes “españoles” como Carmen o la Leonora de La favorita o, en fin, el Cherubino mozartiano…
– Siempre amé el sol, y cuanto mayor soy, más me inclino hacia esta actitud relajada y cálida hacia el sur, tanto en mi vida como en mi trabajo. Traté de capturar y reflejar este estilo de vida lleno de sol y luminosidad en mi último álbum Sol y Vida, donde canto canciones populares de España, América Latina e Italia. Evidentemente, mis roles “españoles” en la ópera están igualmente perfilados desde esta proximidad afectiva y cultural por España y sus tradiciones.
– Ha cantado a la Macarena en su basílica de Sevilla, conoce las cuevas del Sacromonte, ha rastreado la Serranía de Ronda y tampoco el mundo taurino le es ajeno. Rubia, letona y mezzosoprano, sí, pero la verdad es que parece usted casi más española que Lola Flores… ¿Tan estrecha proximidad a España y a su cultura perfila también su encarnación de Carmen, uno de los grandes roles de su carrera, que ya cantó en España, en el Palau de les Arts de València, dirigida musicalmente por Zubin Mehta y escénicamente por Carlos Saura?
– Nunca he creído en la teoría del temperamento geográfico, la idea de que la gente del norte es fría y la gente del sur es más cálida. Cada uno de nosotros posee fuego interno, que puede arder en diferentes circunstancias y manifestarse de muy diversas maneras. Creo que los letones somos en cierto sentido muy similares a un bailarín flamenco: con la espalda recta y un orgullo increíble en el interior, pero que de vez en cuando explota con todo el fuego del mundo.
– Todas las mezzosopranos que he conocido me han confesado siempre que uno de sus sueños musicales es cantar Carmen en Sevilla. Teresa Berganza estaba como loca de contenta cuando al final pudo cumplirlo, en 1992, en el Teatro Maestranza, con el Don José de Josep Carreras y la batuta de Plácido Domingo. Usted, tan “española” y tan Carmen, supongo que también andará con esas aspiraciones…
– Mi esposo y yo hicimos numerosos viajes para explorar España y sus partes menos conocidas cuando estudiaba mi papel de Carmen. Fuimos a la Maestranza, en Sevilla, para ver una corrida de toros, recorrimos remotos campos para conocer y hablar con los gitanos, y tengo que decir que la imagen estereotipada de los gitanos a veces puede resultar engañosa. En nuestros viajes me encontré con gitanos rubios con ojos azules que a primera vista eran muy introvertidos, pero con un temperamento increíble y un poder casi animal en el interior. Esta experiencia también cambió mi visión de Carmen. ¡No siempre necesitas gritar para ser intenso! En cuanto a cantar Carmen en Sevilla, pues sí, desde luego, sería una experiencia absolutamente fantástica, ¡una versión en español de la Gesamtkunstwerk!
– ¿Para cuando el pasaporte español?
– ¡Jajajajajajajaja! Parte de mi familia, mis raíces, parte de mi alma y de mis amigos más próximos están en Letonia; otra parte de mi familia y de mi alma están en España, y mi hogar artístico y mi propio ser están en todas partes. Si tuviera un pasaporte de cada país al que pertenece cada parte de mí… ¡tendría que viajar con dos bolsos y necesitaría al menos tres horas antes de cada check-in para encontrar el correcto!
Justo Romero
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