Crítica: El sur también existe-1: talento joven en Sao Paulo
El sur también existe-1: talento joven en Sao Paulo
A hand of bridge, con música de Samuel Barber y libreto de Gian Carlo Menotti. Reparto: Laleska Terzetti como Sally, Wiliam Manoel como Bill, Anastasia Liàntziris como Geraldine, Julián Lisnichuk como David. Labyrinth, con música y libreto de Gian Carlo Menotti. Reparto: Débora Neves como novia, Robert William como novio, Laleska Terzetti como espía, Erickson Almeida como mensajero, Ernesto Borghi como astronauta… Intérpretes y coro de la Academia de Ópera do Theatro São Pedro. Orchestra Jovem do Theatro São Pedro. André Dos Santos, director musical. João Malatian, director de escena, Giorgia Massetani, escenografía y vestuario. Theatro São Pedro, São Paulo, 7 de noviembre 2024.
Más allá de Buenos Aires y su afamado Teatro Colón también podemos encontrar representaciones de calidad en otros países iberoamericanos. En este caso, en la ciudad de Sao Paulo, Brasil, en el Theatro São Pedro. Este teatro fue inaugurado en 1917 y tiene una larga historia detrás que incluye una brava resistencia cultural a la dictadura que duró más de 20 años, desde mediados de los ’60. Este teatro tiene una temporada regular de ópera y se permite el lujo (hablamos de una capacidad de unos 600 espectadores) de tener una academia de ópera y una orquesta para jóvenes talentos.
Nos presentan dos obras cortas de autores ‘recientes’, formados en Italia y EEUU. No son desconocidos, eran de la misma escuela de Leonard Berstein y muy activos en su momento en emisoras de radio y televisión. Gian Carlo Menotti además es el creador del Festival dei Due Mondi en 1957 en Spoleto, aún muy vivo. Comentar también que ambos fueron pareja sentimental durante más de 40 años y colaboraron en muchas de sus obras, como en estas que se presentan.
A hand of bridge es más un divertimento que una ópera: tiene una duración de unos 9 minutos, y es interpretada en versión orquesta de cámara con ritmo jazzístico como hilo conductor. Fue escrita en 1959 por Samuel Barber con libreto de Gian Carlo Menotti. Se representa poco, unas 15 veces en los últimos 10 años.
La trama no es complicada: dos parejas se reúnen semanalmente para jugar una partida de bridge y cada uno de los personajes (mezzo, tenor, soprano y barítono) expresa consecutivamente sus pensamientos a través de un aria, revelando sus sueños, deseos o problemas, nimios o angustiosos, que representan sus carencias afectivas, en una rutina que no parece tener fin.
El escenario es simple, con una mesa y los cuatro jugadores en cada lado, vestuario y peinado estilo estadounidense años 60, alejándose ligeramente de la mesa cuando les toca su turno de cantar y contarnos su historia. Funciona bien así.
Los cuatro artistas son solventes, buen inglés, voces claras, interpretaciones correctas.
Labyrinth es algo posterior, 1963, con música y libreto de Menotti. Fue escrita para ser representada únicamente en televisión y aprovechar efectos visuales entonces difíciles de ver sobre un escenario. También es de corta duración (unos 50 minutos) y se representa menos aún que la anterior, apenas un par de veces en 10 años.
Es una trama de tintes surrealistas: una pareja de recién casados busca su habitación nupcial en un laberíntico hotel y en esa búsqueda se van encontrando con enigmáticos personajes que confunden más que ayudan. Sólo al final encontrarán la llave y el cuarto y su muerte, apareciendo entonces otra pareja destinada a repetir los mismos pasos. Recuerda en cierta forma a El ángel exterminador de Buñuel, de la misma época, 1962, aunque ignoramos si es simple coincidencia (no hemos sido capaces de encontrar referencias o artículos sobre este punto).
La elección para el escenario tiene en todo caso que ver más con el expresionismo alemán que con el surrealismo, con mobiliario exagerado y diferentes proyecciones que transforman radicalmente la escena adecuándose al interlocutor de la pareja. Nos pareció un montaje muy acertado.
El reparto también fue muy correcto. En alguna ocasión las voces estaban un poco tapadas por la orquesta, pero en general fue una actuación notable.
En ambos casos la dirección escénica corrió a cargo de João Malatian, que trabajó bien los recursos disponibles, más sencillo el caso de A hand of bridge y bien en Labyrith, manejando bien las diferentes entradas y salidas de personajes y cambios escénicos.
André Dos Santos está a cargo de la dirección musical. El estilo jazz de A hand of bridge debe de ser relativamente fácil para un músico brasileño, dada la recíproca influencia jazz/bossa nova. Ya en Labyrith el lenguaje es diferente, más influenciado por los sonidos ‘clásicos’ norteamericanos de su época, algo cinematográfico incluso, pero también logra manejarlo con soltura, sosteniendo bien a los jóvenes pero bien preparados músicos de la orquesta.
Brasil es país increíblemente musical, poco conocido fuera de sus fronteras pero que abarca todo tipo de estilos, incluyendo por supuesto la música clásica. Nos ha gustado esta propuesta del Theatro São Pedro, dando posibilidades a jóvenes talentos. ¿Acabará alguno de ellos triunfando en Europa como sus compatriotas futbolistas? Difícil, por algún motivo esto ocurre poco con músicos e intérpretes latinoamericanos. Y no es falta de buen hacer y trabajo. El mundo de la clásica apenas mira al hemisferio sur. Esperemos que esto cambie, todos ganaremos.
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