Critica: De las luces a las sombras con Tomislav Muzek en la OCNE
DE LAS LUCES A LAS SOMBRAS
Obras de Mozart y Szymanowski. Orquesta y Coro Nacionales. Coro de la Comunidad de Madrid. Tomislav Muzek, tenor. Directora: Simone Young. Madrid, Auditorio Nacional, 10 de enero de 2025.
Regresaba al podio de la OCNE, al que accedió por primera vez, si la memoria no nos engaña, en 2014, la directora australiana Simone Young (Sidney, 1961). En esta ocasión la directora nos brindaba la “Sinfonía nº 38, Praga”, de Mozart, y la “Sinfonía nº 3, Canto de la noche”, de Szymanowski, Una combinación curiosa y formativa. Dos obras enjundiosas y, por supuesto, muy diferentes, que han permitido a la madura artista australiana, ataviada rigurosamente de negro, con amplia blusa y pantalón, mostrar de nuevo sus credenciales.
Maneja un gesto amplio, de batuta volandera, de brazos muy activos, de sinuosas anacrusas. Dibuja con seguridad, aunque da la impresión de que en su juego falta siempre algo de precisión, de exactitud, de análisis orientado a una adecuada conjunción de elementos; y de clarificación de líneas y de texturas, lo que motiva a veces que nos parezca que deja algo por atar, por conjuntar, por rematar, por definir. Pero siempre evidencia buenas dotes constructoras.
La obra mozartiana, de la que se hicieron, creemos, las repeticiones previstas en la partitura, se nos ofreció, con orquesta adecuadamente reducida, en una interpretación más bien desvaída, rítmicamente alicorta, falta de nervio, de chispa, de agudeza, Tras el “Adagio” de introducción, mansamente expuesto, el “Allegro” subsiguiente sonó poco excitante, falto de nervio, de contrastes dinámicos. Pólvora mojada. Generalmente anodino. Discreto el “Andante” y rutinario, sin dinamita, el “Presto” final. Una interpretación más bien aburrida.
La cosa se animó en la composición de Szymanowski, de rara programación, aunque hace dos años apareció, bajo la dirección de Pablo González en los atriles de la Orquesta de la RTVE. “Un bloque incandescente de música hipersensual y refinada para tenor, coro y gran orquesta sobre un admirable poema místico persa dl siglo XIII de Dialâl Al-Rhîm al-Rûmi” (palabras de Harry Halbreich). Young parece identificarse bastante con la obra, que dirigió de manera muy concentrada, con expansiones bien controladas y contrastes adecuadamente marcados. Algo que se pudo apreciar ya en el inicial pasaje estático con acordes de las maderas, arpa y leve percusión del que emerge una melodía cromática, con la voz del tenor apoyado en el susurrante coro, que cantó generalmente afinado, aunque sin la ideal conjunción y el empaste de otras ocasiones. Puede que faltara tiempo de ensayos. Desde luego su labor no es nada fácil.
Con todo pudimos degustar tan bella y sugerente música a lo largo de sus tres partes, “Moderato assai”, “Vivace scherzando” y “Largo”. El coro participó casi con unción en sus bien contrastadas intervenciones transitando en ese mar de tan delicuescentes armonías. En el “Largo” el tenor repite insistentemente la palabra Dios (Bóg). Es la señal para que se opere la “apoteosis mística” de la que habla en sus notas, tan bien urdidas, Irene de Juan. Música de extraordinaria finura melódica y armónica. Sensual también. La conclusión, pianísimo, es, como cabía esperar, mística.
El público degustó atento tan bella música y lo celebró con muchos aplausos. Para todos, incluidos los directores de los dos Coros, Miguel Ángel García Cañamero y Josep Vila y Casañas. Y también para el tenor, el un tanto pálido tímbricamente, de no mucho volumen y bastante esforzado Tomislav Muzek. Arturo Reverter
Últimos comentarios