El pescador falsetón
Temporada de la Maestranza
El pescador falsetón
“Pescadores de perlas” de Bizet. N. Manfrino, R. Alagna, M. Barrard, N. Courjal. Coro de la A.A. Teatro de la Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director: Pedro Halffter. Teatro de la Maestranza. Sevilla, 6 de junio.
“Los pescadores de perlas” es una de las obras de Bizet más injustamente maltratadas por lo teatros, que no la programan a pesar de la indudable belleza de sus melodías –cuatro o cinco motivos muy bien administrados-, su brevedad y la relativa facilidad para encontrar voces que la afronten. Se pondrá de moda cuando un teatro la ofrezca con una buena pareja protagonista, pues entonces otros le imitarán. Siempre sucede así. El caso es que en Sevilla el reclamo era Roberto Alagna, también como anticipo del “Cyrano de Bergerac” de la próxima temporada con la presencia de todo su clan familiar. La experiencia no ha podido ser más frustrante. Alagna, que ha abordado repertorios mucho más pesados, quizá no esté ya para “Pescadores”. Desde luego no lo estuvo para su célere aria, que musitó en un continuo falsete como si estuviera delante de un micrófono en un estudio de grabación, resultando prácticamente inaudible. El escándalo hubiera sido mayúsculo en cualquier teatro de primera categoría ante el enorme engaño. En la Maestranza se le ovacionó y él consideró que incluso lo suficiente –que tampoco lo fue- como para repetir el aria ante la mirada incrédula de Pedo Halffter. Y aún se le oyó menos. Absolutamente inadmisible.
Quizá aún bajo los efluvios de “Tristán e Isolda”, quizá por exigencias del divo tenor, quizá para más tarde contrastar, o quizá temeroso de que se le escapara algo de una obra que abordaba por vez primera en su tremendo tour de force –debúts en “Fanciulla del West”, “Tristan” en apenas cuatro meses- lo cierto es que Halffter pretendió solemnizar una partitura que no lo permite y, durante primer acto y parte del segundo, se le escapó lo más importante: el alma de la misma. Así el precioso dúo tenor-barítono perdió toda su fuerza con una lectura cansina y premiosa. Afortunadamente entró en la música en el concertante final del segundo acto y se mantuvo en ella durante el acto tercero, aligerando tempos y ampliando dinámicas y contrastes.
Cumplió bien pero sin alardes la soprano Nathalie Manfrino. Tampoco era cosa de eclipsar al tenor protagonista. El bajo Nicolas Courjal, que dominó su papel, estuvo por encima del barítono Marc Barrard, un Zurga de poder mermado. El público ovacionó más de lo que la ópera en concierto merecía. Gonzalo Alonso
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