Critica: Liebreich y la Orquestra de València triunfan con la música infinita de Wagner
Liebreich y la Orquestra de València triunfan con la música infinita de Wagner
TEMPORADA 2024-2025 del Palau de la Música. Programa: Obras de Wagner (Idilio de Sigfrido. Primer acto de La Valquiria). Orquestra de València. Solistas: Sarah Wegener (soprano), Daniel Behle (tenor), Ante Jerkunica (bajo). Director: Alexander Liebreich. Lugar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1.500 espectadores. Fecha: viernes, 4 abril 2025

Alexander Liebreich y la Orquestra de València
Wagner siempre ha sido un referente en la Orquestra de València. En la memoria de los mejores melómanos habita el recuerdo de El anillo del Nibelungo ofrecido por entregas en versión de concierto durante los tiempos de Manuel Galduf. También veladas memorables de actos de Parsifal o Tristan e Isolde. Siempre con los mejores cantantes del momento y con batutas de incontestable solvencia. En esta ocasión, la OV ha vuelto a triunfar con los compases del creador de Leipzig con un monográfico bien pergeñado que aunaba músicas tan relacionadas y distintas como las del intimista Idilio de Sigfrido y el apasionado primer acto de La Valquiria. Un trío vocal muy desparejo y el gobierno incandescente de Alexander Liebreich fueron claves de esta nueva y exitosa incursión wagneriana.
Lo más remarcable del el primer acto de La Valquiria –ya lo interpretaron en mayo de 2022, en una versión imposible en el Teatro Principal- es el subidón de nivel de la OV respecto a sí misma, y que la ha posicionado entre las orquestas realmente buenas de la geografía nacional. Todas las secciones sonaron y tocaron con sutilezas, idioma y buenas maneras. La cuerda en su conjunto, maderas, metales, timbales y percusión mostraron clase e implicación. Cualidades que ya asomaron en una lectura sobresaliente del delicadísimo y desnudo Idilio de Sigfrido que abrió la tarde. Liebreich, tocado por Wotan y otros dioses, mimó el prodigio wagneriano y sacó oro y gloria de los atriles de la OV. Excepcionales sin ambages los solistas Enrique Palomares (violín), Salvador Martínez (flauta), Roberto Turlo (oboe) y María Rubio (trompa).
En el trío solista, destacaron la soprano alemana Sarah Wegener de la manos de una incandescente Sieglinde, y el torrente de voz y expresión del bajo croata Ante Jerkunica, cuyo caudal vocal recuerda a héroes del canto wagneriano como Matti Salminen o Martti Talvela. Daniel Behle, tenor de finos quilates, bellísima línea de canto y sólida carrera, en absoluto tiene la voz ni el temperamento de Siegmund, que abordó como si estuviera ante un oratorio de Bach o cualquier otro barroco. Pegado y sin quitarle ojo a la partitura (parecía que la tenía tan pillada con alfileres como al personaje), mantuvo como pudo el tipo ante la expresión y arrojo vocal de Wegener y el volumen imponente de Jerkunica. A diferencia de Behle, una y otro cantaron de memoria, con papeles y vocalidades metidos en el alma y en las neuronas. Así lo percibió y valoró el público en los saludos finales. Triunfo de todos. Claro e inapelable. incluido el propio Palau de la Música. Pero sobre, y una vez más, de la música infinita del creador del acorde de Tristan. Al salir del Palau de la Música, tronaba y llovía a cántaros. Como en Bayreuth. Cosa de los dioses del Walhalla. Justo Romero
Publicado en el diario Levante el 6 de abril de 2025
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