Por el morro. Editorial de mundoclásico sobre los sucesos andaluces
Mundoclásico. Consejo Editorial.
La noticia de la designación de Pedro Halffter Caro (Madrid, 1971) como director musical y artístico de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y su próxima designación -a fines de verano- para los mismos puestos en el Teatro de la Maestranza de Sevilla ha sido suficiente para que la Asociación Sevillana de Amigos de la Opera hiciera pública su preocupación por los momentos que atraviesa el panorama musical de la ciudad. Previamente, los críticos musicales sevillanos habían publicado un comunicado conjunto en el que se manifestaban “perplejos y preocupados” ante la situación y denunciabam la escasa preparación y experiencia de Pedro Halffter. Los críticos musicales denunciaban además la falta de transparencia en la designación de Pedro Halffter y no dudaban en emplear el término nepotismo para calificar esta decisión política en la que efectivamente hay muchas cuestiones oscuras.
En primer lugar, existe una confluencia de intereses entre Cristóbal Halffter, padre de Pedro, y el Delegado de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Juan Carlos Marset, responsable político de la orquesta y el teatro. Juan Carlos Marset es el libretista de Lázaro, la segunda ópera de Cristóbal Halffter. Este simple hecho ya sería suficiente para que Marset se inhibiera en la decisión, pero por el contrario ha llevado personalmente todas las negociaciones del contrato con Humberto Orán, agente de Pedro Halffter. Todo invita a esperar que el estreno de Lázaro será dirigido por Pedro Halffter, como lo fue el estreno de Don Quijote, primera ópera de Cristóbal Halffter.
La lógica de este académico es muy simple cuando de su familia se trata. Cuando un periodista le preguntó si consideraba apropiado que el estreno de Don Quijote en el Teatro Real hubiera sido encomendado a su hijo Pedro, el compositor contestó: “¿Y quién quiere que la dirija? ¿Mi hijo mayor, el piloto de Iberia?” Efectivamente, Pedro dirigió Don Quijote en el Real, mientras que su hermano el piloto fue el comandante del avión que en 1998 llevó a sus padres, a una selecta representación de políticos castellanos y a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León a la Expo de Lisboa, donde se hizo el pre-estreno parcial de Don Quijote.
Fue en este concierto lisboeta en donde Cristóbal Halffter conoció a la soprano Sonsoles Espinosa, una leonesa que cantaba en el coro y resultó ser admiradora suya y esposa de un diputado del PSOE llamado José Luis Rodríguez Zapatero. Por aquel entonces Cristóbal Halffter era un fervoroso partidario público del presidente José María Aznar y disfrutaba del mecenazgo de la entidad financiera Caja Duero para componer Don Quijote, sobre libreto de Andrés Amorós, Director General del INAEM. Las fidelidades del ilustre académico cambiaron desde que el PSOE ganó las elecciones. Cristóbal Halffter recuperó la amistad con la soprano y recibió en su palacio de Villafranca del Bierzo a Sonsoles Espinosa y a su marido, a la sazón firme candidato a la presidencia de Gobierno.
Poco después de las elecciones, nos enteramos por boca del propio Cristóbal Halffter de como había sido marginado por José María Aznar y el gobierno del PP. Y cuando, unas semanas más tarde, se publicó la grabación de Don Quijote -financiada por el gobierno del PP- dirigida por Pedro Halffter, el disco fue presentado en la Casa de América por los dos Halffter, padre e hijo, amadrinados al alimón por Carmen Calvo, la Ministra de Cultura, y Sonsoles Espinosa, la “Señora Presidenta” según la denomina Cristóbal Halffter, quien justificó su presencia diciendo que “en aquel coro universitario que presentó tres partes de El Quijote en la Expo de Lisboa en 1998 estaba Sonsoles Espinosa, así que hoy está aquí como parte activa”, sin explicar en que consiste dicha “parte activa”.
Entre las ausencias clamorosas estaban el libretista de la ópera y los mecenas de Caja Duero. No habían sido invitados. Las fidelidades de los Halffter, recordémoslo, habían cambiado. Por eso, Cristóbal Halffter, tras declararse el guardián del espíritu de Don Quijote, se lamentó amargamente de que ningún miembro del gobierno de José María Aznar hubiese acudido al estreno de una obra suya en el pasado Festival de Salzburgo y concluyó diciendo: “Espero que en el futuro, la cultura y la música tengan en este país el lugar que les corresponde”. Al parecer, Cristóbal Halffter está tan satisfecho con el gobierno socialista como lo estaba en 1964 con el de Francisco Franco, cuando fue designado Consejero Nacional de Educación. De hecho, según se lee en la prensa madrileña, Halffter ha declarado recientemente: “El Presidente me concede todo lo que le pido”. Por su parte, el Presidente recibió hace un par de semanas a un grupo de músicos en representación de los diversos sectores profesionales de la música española a los que parece haber declarado: “No os preocupeis que de lo que pasa en la música clásica estoy informado por los Halffter, que me llaman a menudo”.
La mentira por la mentira
Como es natural, los negocios comunes de Juan Carlos Marset y Cristóbal Halffter, la cálida amistad entre éste y la “Señora Presidenta” y la conversión de la familia Halffter en consejeros aúlicos del Presidente, preocupan al público sevillano tanto como la competencia profesional de Pedro Halffter en su doble vertiente de director artístico y musical. Éste ha entrado al trapo de las críticas declarando a la prensa sevillana:
“Tengo 33 años pero no soy un director inexperto ni demasiado joven. He dirigido hasta ahora más de veinte óperas y lo he hecho 25 veces en el Teatro Real. Allí he dirigido Madama Butterfly y también he hecho Carmen, Los siete pecados capitales, El sueño de Geroncio, Turandot y Fausto, entre otros.” Además afirma ser uno de los directores españoles que más veces ha dirigido en el Teatro Real y uno de los que más veces ha sido invitado por la Orquesta Nacional de España, más incluso que su padre, Cristóbal Halffter. También es el director español que más ha dirigido fuera de España, después de López Cobos y Frübeck de Burgos.
Sus críticos tienen razón al menos en una cosa: Pedro Halffter es un director artístico inexperto dado que nunca ha desempeñado esta actividad hasta ahora. Incluso el más confiado en la naturaleza humana reconocería que nombrarlo director artístico de la ROSS y pretender hacerlo del Teatro de la Maestranza representa una imprudencia grave. Pedro Halffter carece de cualquier mérito para aspirar a dichos puestos y designarlos para ellos sería una muestra de irresponsabilidad política si no mediasen intereses particulares de quien tal cosa hace. Como sí median, cabe emplear palabras más gruesas que “irresponsabilidad”.
Pero también tienen razón sus críticos cuando reprochan a Pedro Halffter falta de competencia e inexperiencia como director musical. La primera es obvia para cualquiera que haya asistido a un concierto de Pedro Halffter, Mundoclasico.com ha publicado numerosos testimonios de sus deficiencias como director sinfónico y de foso. Pedro Halffter pretende defenderse de la acusación de falta de experiencia como director de ópera alegando su actividad como tal en el Teatro Real de Madrid. Pero lo hace mintiendo, pues no ha dirigido veinte títulos sino sólo tres, y sólo uno en la temporada de abono: el Don Quijote de su padre. La vida breve y Madama Butterfly las dirigió en el festival popular de verano y su recuerdo no consta precisamente entre las jornadas brillantes del Teatro Real. Pedro Halffter nunca dirigió en el Real las óperas que menciona. Carmen fue dirigida por Alain Lombard en diciembre de 2002 y Faust por Alain Guingal en febrero de 2003. El resto de los títulos mencionados nunca fueron representados en el Teatro Real -por cierto, The Dream of Gerontius de Elgar, ¡no es una ópera!.
También miente cuando amplifica la importancia de su carrera internacional. Es obvio que Pedro Halffter ha dirigido y dirige fuera de España muchísimo menos que Arturo Tamayo, Miguel Ángel Gómez Martínez o Antoni Ros Marbà, por mencionar sólo a tres directores muy conocidos por el público español.
Pero no son estas las únicas incongruencias de Pedro Halffter. Según su currículo oficial, es principal director invitado de la Orquesta Sinfónica de Nüremberg desde la temporada 2001-2002. Si se consulta la página de Schmidt Artists International, la Nürenberg SO es una de la orquestas alemanas que dirigió alguna vez. Por lo que respecta a su formación, tampoco coinciden el currículo español y el norteamericano. Según el primero, Pedro Halffter, “becado por Juventudes Musicales y el Banco de España, realiza sus estudios de Dirección de orquesta en la Hoshschule für Musik de Viena con el profesor Leopold Hager”, según el segundo, “His teachers include Karl Oestereicher, Bruno Weill, Julius Kalmar, Ferdinand Leitner and Leopold Hager under whom he received his conducting degree from the Hochshule für Musik in Vienna in 1995.” La cuestión es muy simple, es cierto que Pedro Halffter estuvo matriculado en la Hochshule für Musik, pero no está claro si consiguió terminar sus estudios en dicho centro.
Desde su regreso a España, toda su actividad pública parece dominada por la ambivalencia, hoy es profesor de dirección en unos cursos internacionales y mañana recibe una beca para recibir un cursillo de dirección. Declara que su agenda rebosa de compromisos internacionales que apenas puede atender, a continuación, se lamenta del escaso caso que se le hace en España para, sin solución de continuidad, declarar que ha dirigido y dirige la práctica totalidad de las orquestas españolas y de las temporadas de ópera.
Cría cuervos
Los críticos musicales sevillanos se sienten “perplejos y preocupados” y con ellos se han solidarizado varios críticos madrileños. No parecen haber reparado en que, para muchos de sus lectores, el mayor motivo de asombro sea la perplejidad de un colectivo que es responsable del encumbramiento gratuíto de Pedro Halffter y de su académico progenitor. No pocos de los críticos que tanto se preocupan ahora, llevan años riendo las gracias y aplaudiendo las ocurrencias de los Halffter, elogiando sus dislates, ocultando sus fracasos -por ejemplo, el mencionado estreno en el Festival de Salzburgo- y mintiendo en contra de toda evidencia. Son los mismos diarios y, en ocasiones, los mismos críticos que escribieron lo que hacía falta escribir para convencer a las autoridades castellano-leonesas, malagueñas o grancanarias de que debían designar a Pedro Halffter como director titular de sus orquestas. Ahora, son los mismos que denuncian la falta de transparencia en la contratación de Pedro Halffter por la Orquesta de Gran Canaria, puesto que Halffter pretende compatibilizar con los cuatro cargos sevillanos. Recordemos que este mismo año, leímos en El País un reportaje sobre el ascenso de Pedro Halffter al Olimpo de los directores mientras se extingue sin remedio la pálida luz de estrellas fugaces como Daniel Harding o Christian Thielemann.
Los Amigos de la ópera de Sevilla tienen muchos motivos para estar seriamente preocupados y para pedir “sensatez a la hora de efectuar cambios para que Sevilla no vuelva al páramo que era antes de 1992”. Cuando algo puede salir mal, lo más probable es que salga mal, y los políticos sevillanos parecen haber comprado muchos billetes completos en esta absurda lotería que, abundan los indicios, se sortea en La Moncloa.
05-07-2004
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