LANG LANG: CRECIMIENTO IMPARABLE
LANG LANG: CRECIMIENTO IMPARABLE
Ciclo de Juventudes Musicales
Obras de Beethoven, Albéniz y Prokofiev. Lang Lang (piano). Auditorio Nacional de Música, Madrid, 18 de enero de 2010.
“Considerado el mejor pianista y el más mediático del momento”. Así de clara es la publicidad que desde su discográfica se hace de Lang Lang, 27 años (Shenyang, 1982), todo un fenómeno del marketing y hasta el ‘merchandising’ (sus bufandas y zapatillas hacen estragos en ventas), que incluso acaba de editar en castellano su autobiografía; por cierto, nada desdeñable como relato, redactado por un artista que de tonto no tiene un pelo. Pero obviemos toda esta parafernalia para concentrarnos en la actuación que abría su gira española por cinco ciudades, que culminará dentro de dos semanas de nuevo en Madrid, con el estreno español del “Concierto de fuego” de Tan Dun que ha de ofrecer con la Orquesta Nacional. Y su recital en el Auditorio fue, sin reservas, magnífico. La madurez progresiva de Lang es incuestionable, y cada nueva actuación revalida que el un día pulpo tocador de miles de notas se va transformando en un hiper-virtuoso, obvio, pero además en un artista que gana profundidad, sabiduría y, sustancial, musicalidad. Los otrora gestos orgásmicos se han moderado considerablemente –Lang empieza a parecer un trasunto oriental de Glenn Gould, pero sin el acompañamiento canoro que el canadiense se procuraba- y la tendencia al amaneramiento casi se ha extinguido: ahora, cuando Lang “exagera” –el Adagio de la “Sonata 3” de Beethoven-, recrea, y en ocasiones hasta crea, como en el matizado ‘ad infinitum’ final de “El Corpus Christi en Sevilla” de Albéniz, que estuvo a medio camino entre Liszt, Debussy y Messiaen, algo insólito, sí, pero no disparatado.
En su Beethoven, sobre todo en la formidable lectura de la “Appasionata”, la “Sonata 23”, se nota la positiva influencia que sobre Lang han tenido sus mentores, grandes pianistas y directores beethovenianos, Eschenbach y Barenboim. El artista no oculta que Alicia de Larrocha ha sido su gran inspiración en esta “Iberia”, primer cuaderno, que Lang pretende abordar un día completa. En la “Sonata 7” de Prokofiev, Lang arrasa ,claro, en el turbulento Finale, pero sabe alejarse de ese “pianismo motórico” del ruso, como lo define admirablemente García del Busto en sus notas al programa, para hacer melodismo puro en el Andante de la obra.
Lang Lang, si, fenómeno mediático, pero cada día más artista y más músico. Eso es lo que cuenta, el resto es anécdota. José Luis Pérez de Arteaga
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