Frühbeck, el añorado
Temporada de la OCNE
Frühbeck el añorado
Obras de Beethoven y Tchaikovsky. R.Ziesak, M.Groop, S.Davislim, R.Holl. Orquesta y Coro Nacionales de España. R.Frühbeck de Burgos, director. Auditorio Nacional. Madrid, 20 de febrero.
Para todo director es una satisfacción notar el sentirse querido y Frühbeck de Burgos no puede tener ninguna duda de que los seguidores de la OCNE le adoran. Basta comprobar el especial calor cuando sale al escenario para empezar a dirigir el programa de turno. Obviamente aún ha de proporcionar una mayor satisfacción acabar el concierto con ovaciones superiores a las de bienvenida. Esto a veces no sucede, pero sí en el caso del maestro burgalés. Cosechó una de las ovaciones más calurosas de la actual temporada. Lamentablemente no se le podrá volver a ver en Madrid hasta justo dentro de un año con la integral sinfónica brahmsiana.
Llegó a la capital tras rotundos éxitos con la “Quinta” de Beethoven en Los Ángeles y Filadelfia, donde la crítica ha escrito que bajo su batuta la orquesta de la ciudad ha recuperado el sonido de Stokowski, allí toda una leyenda. Aquí también abrió con un Beethoven, pero mucho más infrecuente, como lo es la “Misa en do mayor Op.86”, para continuar con la popular “Quinta” de Tchaikovsky. Lo mejor para saber si detrás de una interpretación hay un buen director es cerrar los ojos, escuchar y sentir si las notas van acompañadas de una personalidad. A muchos directores se les descubre tras una versión en unos cuantos compases. Las lecturas de Frühbeck mantienen una personalidad que le distingue. Planteó tempos muy vivos en la “Misa en do” y más dilatados en la “Quinta”, gustó de llevar la música muy marcada, del pulso enérgico, del realce en la dinámica sonora, enfoques que quizá resultasen especialmente adecuados en un Tchaikovsky triunfal en el que hubo escaso lugar para blandos sentimentalismos. Una vez más mostró su control total sobre las masas sinfónicas y corales y, si el coro estuvo especialmente acertado y muy correcto el cuarteto solista, fue el sonido de la orquesta lo más relevante, recuperando un brillo que queda enmascarado en otras jornadas.
¿Alguién entiende que el único director español que dirige permanentemente en sus casi 150 concierto anuales las orquestas de Filadelfia, Boston, Los Ángeles, Dresde, etc. se encuentre tan marginado en las temporadas españolas sinfónicas y líricas? Misterios insondables. Gonzalo Alonso
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