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Por Publicado el: 09/07/2011Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Paripé y despropósitos en la Zarzuela

El paripé
Empiezo por declarar que Felix Palomero, director general del INAEM y aún más Paolo Pinamonti cuentan desde hace muchos años con mi aprecio e incluso afecto personal, pero una cosa en lo personal y otra lo profesional.
Pinamonti intentó colocar, si no internacionalmente sí al menos ibéricamente al Teatro San Carlos de Lisboa con programaciones de elevado interés artístico que a la postre las finanzas portuguesas no pudieron sustentar. Otro tanto le sucedió en el Festival Mozart de La Coruña, cuando Palomero le colocó a su frente, con la particularidad de que esta vez además esa programación desenganchó al público un poco como le sucede a Mortier en Madrid. Ambos efectos así como los desacuerdos con Victor Pablo, acabaron por la no continuidad del italiano.
Si Palomero quería colocar a su amigo al frente del Teatro de la Zarzuela podía haberlo decidido personalmente, apechugando con toda la responsabilidad, y sólo hubiera cosechado críticas sobre la idoneidad de Pinamonti. Sn embargo, al colocar por medio un concurso examinado por una comisión integrada mayoritariamente por poco expertos en el tema con la que “justificar” un deseo previo, ha conseguido una crítica adicional: la de utilizar a terceros –jurado y candidatos- torpe e injustificadamente. Esto es lo que hoy piensa casi unánimemente el mundo de la música.
El célebre código de buenas prácticas y los concursos estaban viciados de origen porque con ellos tanto Antonio Molina como Marset, ministro INAEM del anterior gobierno de Zapatero, lo que intentaron fue simplemente colocar los deseados sin aparecer como responsables de ello. ¿Se acuerdan de López López en el Auditorio Nacional? En los concursos serios hay que hacer públicos unos criterios y escalas de valoración desconocidos aún en el de la Zarzuela. A causa de esta ausencia no es extraño que se justifique el nombramiento como “Pinamonti, un italiano humilde y sin manías para sacudir la zarzuela”. Así que lo más importante para dirigir el centro es ser humilde y no poseer manías. Por cierto, ¿qué es “sacudir?”.
También hay que valorar la oportunidad política. Con unas elecciones en ciernes y con la temporada 2011/12 totalmente cerrada, ¿no habría sido más lógico prorrogar al actual director por seis meses y dejar que decidiese el futuro INAEM? Y todavía otro aspecto no menos relevante: con un italiano en la Zarzuela se cierra el paso a que otro de la misma nacionalidad pero con mayor enjundia se pudiera hacer cargo de alguna otra institución musical, porque en Madrid un belga para la ópera madrileña y un italiano para la zarzuela parece ya un tanto excesivo. ¿Es que Sinde considera que en España no hay gente más preparada y con proyectos más sólidos para dirigir la Zarzuela que un italiano que no ha visto más de tres en su vida?
Tampoco hay que olvidar el aún no aclarado nombramiento, publicado en el BOE, de Isabel Vázquez como “sobreintendente” de un teatro que no va a pisar o las dos nóminas –Soler y Roa- para un solo director musical en ejercicio. Despropósito más despropósito.
Tanto oscurantismo sólo puede ser parcialmente superado con la publicación del proyecto que le ha valido la elección a Pinamonti. Es algo no ya lógico sino imprescindible y exigible a fin de que todos podamos valorar la idoneidad de la decisión. ¿No se convocó un concurso para eso? Mientras tanto todo parecerá un mero paripé. La SGAE para la semana próxima. País, divino país.
Gonzalo Alonso
Twitter: @gonzaloalonsor
Facebook: http://www.facebook.com/goalri

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