Retos para un “orgullo”
Retos para un “orgullo”
JUSTO ROMERO
El President Francisco Cams lo dijo ayer sin ambages ni complejos. “El Palau de les Arts de Valencia es un orgullo para Valencia, para España y para el mundo musical internacional”. No exageraba el presidente valenciano ante el espectacular teatro de ópera que tienen previsto inaugurar el próximo 8 de octubre. Sin embargo, ése “orgullo”, diseñado por el “universal” arquitecto valenciano Santiago Calatrava, conlleva numerosos y arriesgados retos, que de no superarse satisfactoriamente ponen en serio peligro el proyecto artístico –probablemente- más ambicioso de la cultura española contemporánea.
El Palau de les Arts fue concebido en plena era zaplanista, con una economía boyante de cuyo excepcional poderío financiero la Comunidad Valenciana hacia legítimo alarde. Ahora, los muy multiplicados millones del presupuesto inicial necesitan complementarse con el presupuesto permanente que requiere un espacio escénico de tales características. Se ha construido un gigante que, como tal, requiere un gigantesco presupuesto que posibilite una programación y una propuesta escénica acorde con las enormes posibilidades que brinda el fastuoso continente.
Francisco Camps, hombre de talante, modos y principios muy diferentes a los de su predecesor Eduardo Zaplana, y cuyo interés y sensibilidad por el hecho cultural quedaron bien patente durante su eficaz actuación al frente de la Consellería de Cultura, ha de hacer frente ahora al comprometido reto dejado por Zaplana, con unos presupuestos asfixiados, pero con la voluntad decidida de dar a los valencianos la calidad y la programación que su formidable tradición musical requiere y exige.
El reto es ineludible. Valencia, la gran música valenciana, y su impresionante Palau de les Artes, requieren lo mejor de lo mejor. Una orquesta de primer nivel europeo y unos cuerpos estables propios. La presencia ayer de Zubin Mehta y de Helga Schmidt, así como las palabras del propio Cams, parecen avalar el convencimiento del Presidente de convertir el Palau de les Arts en un referente de primer orden internacional, afianzado al margen de cualquier localismo provinciano.
Pero el reto es también de índole económico. Zaplana ha dejado la economía valenciana hipotecada y maltrecha. La presencia en el muy politizado patronato de la Fundación -¡sólo dos músicos!- presentado ayer de dos empresas como Iberdrola y Telefónica invita a conjeturar la implicación del patrocinio privado en este proyecto de cinco estrellas. Pero sorprende, y mucho, la ausencia clamorosa del Ministerio de Cultura, que tanto aporta a otros teatros, como el Liceu de Barcelona o el Maestranza de Sevilla. Por muchas diferencias ideológicas y políticas que puedan existir entre el Gobierno central y la Generalitat, ni Valencia ni su esplendoroso Palau de les Arts pueden permitirse el lujo de renunciar al apoyo financiero del Ministerio de Cultura. Un ministerio que, conviene recordar, aporta el 45% del presupuesto total del Liceu de Barcelona o el 25% del Maestranza de Sevilla. Que el Ministerio de Cultura esté ausente del patronato presentado ayer y de los presupuestos del Palau de les Arts es un verdadero dislate que nadie debe de tolerar. Ni la Generalitat Valenciana tiene que asumir en solitario el alto coste del mantenimiento diario del nuevo espacio escénico ni el Ministerio de Cultura puede estar ausente del que sin duda alguna está llamado a ser uno de los centros neurálgicos de la cultura española del siglo XXI.
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