Vida y muerte…
El público empezó con palmas a quejarse del supuesto retraso de diez minutos en los que en escena había tres féretros y tres dóberman pululando entre ellos, pero que no se llegaron a comer a ninguno de los espectadores de la primera fila ni de los trabajadores del teatro que protestaban a la puerta por su nueva rebaja salarial con pancartas con textos como “Si nos tocan la hucha, Plácido cantará en la ducha”. No se dejaba entrar a espectadores a la sala, o sea que esos diez minutos eran también espectáculo.
Como ya tienen las críticas en los diferentes diarios, nosotros sólo les diremos que este espectáculo de un millón de euros con entradas casi a la cuarta parte de su valor normal, culpable en parte del manifiesto de los trabajadores, hemos aprendido al menos cuatro cosas: una machacona canción serbia, cómo matar ratas, cómo beber de un vaso de agua (esto lo explicaban mejor Tip y Coll) y cómo -textualmente- limpiarnos el culo tras cagar.
Claro que la belleza indiscutible de la estética de Bob Wilson en su cuarta visita al Real en doce años, la actuación de Dafoe y, para algunos suponemos, las pegajosas y banales melodías de Antony ayudan a este “perfomance” ajeno totalmente a la ópera y más propio de un teatro alternativo que del principal teatro de ópera de España.
Últimos comentarios