La Nueva España: El Clan del Real. 17 feb 2005
El clan del Real. LUIS G. IBERNI
De tanto que va el cántaro a la fuente… Y se rompió. El mismo día que especulábamos desde estas páginas sobre la salida de Emilio Sagi del Real se hacía pública su marcha. Peor, imposible. Y lo más triste -a menos que el director de escena asturiano exhiba un cinismo de nuevo cuño- es que éste ha sido casi el último en enterarse. Pocos días antes, me confesaba que tanto el gerente como la Ministra le habían expresado sus mejores intenciones. Como suele decirse, el infierno está empedrado de buenos propósitos. Y lo peor de todo es la sensación de salir por la puerta falsa después del excelente trabajo realizado. Como puntilla, las declaraciones de López Cobos, incalificables en una persona que tenía fama de caballero.
Porque claro que se le puede criticar. Cualquier persona que se ponga al frente de un proyecto artístico tendrá sus puntos de vista. En el fondo, dirigir artísticamente un teatro se apoya en la selección y siempre va a faltar un título, un cantante, un director o trabajo de escena. Pero, de su mano, el Real ha llevado a cabo una agresiva política de producciones propias junto a teatros de aquí -llámese el Liceo o la ABAO- o de fuera, hasta el punto de ser tenido en cuenta en el panorama. Sagi ha ampliado considerablemente las representaciones, casi al máximo de lo que permite un escenario como el Real. Y su buen hacer personal se ha plasmado en un «Barbero de Sevilla» que ha de quedar en el repertorio del teatro.
No es justa la manera como se ha expulsado a Sagi. Incluso, su salida ha sido menos elegante que la de Inés Argüelles. Mal se ha tratado en la villa y Corte a los dos asturianos que ayudaron a convertir una jaula de grillos en un centro de trabajo, aunque quedan otros dos que, es de esperar, sigan adelante. Porque «el clan» -como viene siendo conocido un núcleo de personalidades vinculadas a un poderoso grupo mediático- actúa, en cuanto chupa poder, de forma implacable. El pistoletazo de salida lo dio, por cierto, una extraña crítica contra Sagi, aparecida en el buque insignia del citado grupo, hace un mes. Algunos comentamos: «Sagi está tocado de muerte». Y no nos hemos equivocado.
Ya habrá ocasión de tratar sobre el clan más adelante. Ahora sólo nos queda recordar el buen trabajo realizado por los asturianos, que permite a esta comunidad exhibir la cabeza muy alta. Y lo dice una persona cuya relación ha sido siempre correcta pero muy profesionalizada con las personas antes citadas. Nunca he tenido la ocasión de comer, ni cenar, ni con Sagi ni con Argüelles. Apenas he hablado con la última en tres o cuatro ocasiones y siempre junto a otras personas. Recuerdo, incluso, que la primera vez que le saludé hasta me trató con cierto desdén. A Sagi le he entrevistado en múltiples ocasiones e, igualmente, he sido sensible a sus logros, tanto como crítico con sus equivocaciones. De hecho, algo que no podré perdonarle, al menos estéticamente, es haberse cargado la danza en el Real, lo que me parece incalificable en un hombre que empezó donde empezó, en Asturias, en el recordado Laboratorio de Danza de la Universidad de Oviedo.
Pero no me parece justa la forma en que se le ha dejado en la calle. Desde luego recibirá una adecuada remuneración y, posiblemente, unas producciones en cartera para que no proteste. Él tampoco es de armar mucho revuelo, por cierto, con lo que, al final, todos contentos. Ahora bien, ya hemos visto cómo el comportamiento del poder actual ha sido similar a la entrada de un elefante en una huevería. Habrá que dar tiempo para ver al equipo laborar con esos propósitos tan buenos que tiene. Pero no está mal recordar que, por la ley del karma, así das, así recibes.
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