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LISA Y EL MAESTRO
Bartoli, desagravio madrileño
Por Publicado el: 17/12/2012Categorías: Crítica

Excelente broche final a las cantatas de Bach

EXCELENTE BROCHE FINAL

Bach: “Cantatas BWV 248”, “BWV 143” y “BWV 147”. Hippocampus, Capilla Real de Madrid. Directores: Alberto Martínez Molina y Óscar Gershensohn. Parroquia Santuario Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Madrid. 15-12-2012.

 

Esta sesión y la del día siguiente eran las últimas de la serie iniciada en 2004 en la que se ha ofrecido, bajo la férula del Ayuntamiento de Madrid, en distintos templos, la integral de cantatas y oratorios de Bach. Un proyecto ambicioso en el que han intervenido hasta 21 grupos, especialmente los dos arriba consignados. El concierto lo coronaba la “Cantata BWV 147”, “Herz und Mund und tat und Leben” (“Corazón, boca, actos y vida”), en la que aparece, cerrando sus dos partes, el célebre coral “Jesus Bleibet Meine Freude” (“Jesús sigue siendo mi alegría”) que, ante los aplausos, y con la guía muy didáctica de Gershensohn, fue entonado también por el público, que abarrotaba el lugar y que siguió las magníficas notas al programa de Daniel Vega.

Una velada sin duda para disfrutar. Había buen ambiente y los músicos –instrumentistas y coristas- se lo pasaron igualmente en grande. Cierto es que la acústica, tan reverberante, de estos templos no acompaña y que en ocasiones, particularmente en el coro inicial de la “BWV 248”, que requiere un amplio orgánico, incluidas trompetas y timbales, las líneas polifónicas se entremezclaron, y que no siempre los ataques fueron exactos. Pero el entusiasmo desplegado por el movedizo y apasionado director imantó a los grupos. El instrumental de época, la acentuación y la elección de tempi muy animados dieron autenticidad a la música, coloreada a la postre por el coro infantil. Se echaron de menos en la “BWV 143” las tres prescritas trompas “da caccia”, sustituidas por oboes de amor.

Los solistas fueron muy dignos. Inma Férez es una soprano aérea y sutil; Marta Infante una mezzo entonada y expresiva; Ariel Hernández un tenor ligero de fraseo minucioso y Jesús  García Aréjula un bajo lírico homogéneo y preciso, diestro en las agilidades. Reemplazaba al indispuesto José Antonio Carril (que, aún así, cantó en el coro). Arturo Reverter

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