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Mortier, tras lo de López Cobos, se vuelve a meter en un lío
La ambición rompe el saco al Teatro Real
Por Publicado el: 04/02/2013Categorías: Artículos de Beckmesser

Las Administraciones han de mantener su responsabilidad en el Real

Gregorio Marañón pretendía hacerse amo total del Teatro Real, cambiándole de nombre para denominarlo “Real Teatro Marañón”, y convirtiéndolo en un coto de amigos de la tan manoseada “Sociedad civil”. Con el argumento de que estos empresarios van a poner el dinero que las administraciones públicas reducen, quería ampliar el número de sus representantes en  la Comisión Ejecutiva y en el Patronato hasta alcanzar una mayoría que le permitiese hacer y deshacer sin contar con Ministerio de Cultura, Comunidad de Madrid o Ayuntamiento.

Afortunadamente la jugada ha sido advertida por estas instituciones, que han admitido la entrada de más representantes de los patrocinadores, pero también han aumentado su presencia en número suficiente para que Marañón no domine. Así, la Comisión Ejecutiva celebrada el 31 de enero, hasta ahora de tres personas con voto, aprobó la incorporación de dos patrocinadores y del subsecretario de Cultura.

Ahora cobra su sentido el párrafo de la carta enviada por Gonzalo Alonso a los miembros del patronato del teatro explicando su salida del mismo: “No podría en modo alguno aprobar que una institución tan emblemática como el Teatro Real pudiera acabar siendo la finca particular de nadie, ni que pudiese ser utilizada como vehículo para la consecución de fines personalistas alternativos. Estoy convencido que vosotros, desde su Patronato y quienes están fuera de él pero en el mundo cultural -yo mismo ahora con una libertad de la que no he gozado hasta la fecha- lo podremos evitar”. Pueden acceder al texto completo en http://www.beckmesser.com/la-carta-de-gonzalo-alonso-al-patronato-del-teatro-real-con-los-motivos-de-su-dimision/

El miércoles 6 de febrero habrá una reunión del Patronato en la que Gregorio Marañón pretende aumentar el número de representantes de la sociedad civil, en la idea de que el Real se convierta en una especie de Metropolitan neoyorquino. Sin embargo el Met y el Real no pueden ser lo mismo. Primero porque el edificio es propiedad del Estado y no de la sociedad civil y, sobre todo, porque al final siempre van a ser las administraciones públicas quienes apechuguen con los déficits que Marañón y su equipo están generando. ¿Cuánto queda de unas reservas que, gracias a los anteriores órganos de administración, llegaron a sumar casi 60 millones de euros justo un año antes de la llegada de Marañón? De eso ha vivido Mortier hasta ahora. ¿Qué sucederá cuando esa sociedad civil no pueda cubrir los presupuestos anuales y los déficits que se acumulen? Que el Ministerio de Cultura tendrá que hacerlo. Por eso las administraciones públicas han de seguir manteniendo mayoría en el Patronato. En caso contrario estaríamos ante algo parecido al Real Madrid con su palco. Marañón agasajando a sus amigos, intermediando entre unos y otros y haciendo sus negocios con ellos gracias a fondos públicos. ¡Impresentable!

Si lo que se quiere es privatizar el teatro, lo que hay que hacer es lo mismo que se hacía en el siglo XIX e incluso en el Liceo en el XX. Se saca a concurso y un empresario se queda con la explotación a cambio de un canon. Lo que sucede es que el tiempo y la experiencia han revelado que esta fórmula ya no sirve para la ópera. Al final quiebra el empresario y el Estado ha de mantener el teatro, como en 1894 y 1914, porque el Real nunca se podrá cerrar. ¿Qué sucedió con el teatro-auditorio de El Escorial? Los dos primeros años fue explotado por la Comunidad de Madrid, luego se sacó a concurso y hubo dos empresarios sucesivos. Por cierto, Diaz Ferrán uno de ellos. Al final hubo déficit, no se pudo volver a sacar a concurso y la ha vuelto a explotar la CAM junto a los Teatros del Canal.

 

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