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BACH RENOVADO
TANNHÄUSER (R. WAGNER). Deutsche Oper de Berlín
Por Publicado el: 25/03/2013Categorías: Crítica

Abbado hace Petit point

Ciclo Ibermúsica

Abbado hace Petit point

Obras de Beethoven, Haydn y Mozart. G.Ahss, K.Pfiz, L.M.Navarro, G.Santana. Orchestra Mozart. Claudio Abbado y Gustavo Gimeno, directores. Auditorio Nacional. Madrid, 24 de marzo.

Había lógicamente mucha expectación por volver a ver a Claudio Abbado, ya que apenas ha visitado Madrid en tres ocasiones en los últimos diez años. Su nombre ha actuado seguro como reclamo en el abono de un  ciclo que no es barato y hubo personas que vinieron de fuera. ¿Lo sabría el milanés cuando decidió, tanto en Zaragoza como en Madrid, ceder el podio a su joven asistente Gustavo Gimeno, percusionista del Concertgebouw y asistente en alguna ocasión de Jansons con ella? Alfonso Aijón hubo de anunciar, micrófono en mano, la “generosidad” del maestro con quien le ha ayudado a preparar la gira. Debió de quedar muy satisfecho del público, que no sólo no protestó si no que aplaudió la ocurrencia. Sinceramente no me parece de recibo. Si quiso tener un detalle, hubiera sido más lógico cederle una propina. Pero claro, esas dos, de la “Rosamunda” de Schbert, se las reservó Abbado para ofrecer lo mejor de la velada. Velada bien corta por cierto: exactamente noventa minutos, descanso incluido, en el programa oficial con tres obras y una de ellas, la “Sinfonía concertante en si bemol mayor” de Haydn con un sustituto en el podio. Abbado en total 35 minutos. ¿Realmente merece para eso pagar los 16.000€ que cuesta alquilar el Auditorio en domingo? Gustavo Gimeno tuvo que afrontar los nervios y los cuatro solistas, atriles de la propia agrupación, tocaron simplemente con discreción y academicismo.

El Papa Francisco nos ha contado que su obra favorita es la obertura “Leonora III” de Beethoven. Podría haber dicho que “Fidelio”, pero se conformó con una obertura y, eso sí, lo arregló señalando que en la versión de Furtwängler. ¿Qué habría pensado de la de Abbado? Porque no pueden ser conceptos más diferentes. A la plenamente romántica de aquel se opone la tremendamente clara y transparente, casi mozartiana, de éste. Maravilloso el acorde inicial, admirables los contrastes dinámicos con pianos casi inaudibles. No hay nada mejor que tener un conjunto plenamente identificado con uno. Sucede con la Mozart Orchestra y Abbado. Se pudo volver a disfrutar en la infrecuente “Sinfonía n.33”, abordada con todo cuanto Mozart conlleva, hasta el carácter juguetón que imprimen las maderas, quizá lo mejor de la orquesta. De ahí que se lucieran ampliamente en las dos propinas, de auténtica antología. Fue un concierto de preciosismo en miniatura, de Petit point, bien lejano a la inolvidable “Novena” malheriana de 2010 con la Orquesta de Lucerna.

Entre los espectadores, artistas que han trabajado mucho con el maestro: Teresa Berganza y Ruggero Raimondi, los tres juntos a cenar luego. Gonzalo Alonso

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