MILAGROS MARTÍN-LUNAS MADRID. EL MUNDO, 31 de marzo
Subió a las tablas del Teatro Real por primera vez para celebrar el cumpleaños de Plácido Domingo. «Por fin estoy aquí», se dijo antes de pisar el escenario enfundada en un elegante vestido negro. A lo lejos, el público la vitoreó: «Bienvenidaaaa». Ainhoa Arteta estaba dispuesta a entregarlo todo. La «endiablada» aria Sola, perduta y abandonata de ManonLescaut salió de su garganta como si en ello le fuera la vida.
Las paradojas del destino urdieron que debutara por casualidad con su mentor, el mismo al que le había regalado su primera interpretación por su 70º cumpleaños. La enfermedad de Sondra Radvanosvsky hizo que Ainhoa Arteta y Plácido Domingo protagonizaran Cyrano de Bergerac en abril de 2012. «En principio iban a ser dos jornadas, pero todo se alargó». No es de extrañar que, para la tolosarra, su interpretación de doña Elvira en el Don Giovanni de Dmitri Tcherniakov y bajo la batuta de Alejo Pérez sea su «verdadero» debut en Real el próximo 3 de abril.
«Francamente, lo considero mi debut, porque con Cyranode Bergerac tuve la sensación de entrar en volandas, no fui muy consciente de lo que estaba pasando en el Real. Ahora estoy viviendo el teatro de verdad. Quiero decir… ensayar, compartir tiempo con la gente que trabaja aquí. Estoy disfrutando».
Aterriza la soprano con una producción difícil y compleja. El Don Giovanni de Tcherniakov es una víctima de la sociedad corrupta en la que vive y su montaje convierte a los personajes en miembros de una familia que pulula alrededor de una mesa (como lo hizo con EugeneOnegin). «Es una producción muy complicada, pero creo que llego en el momento justo, con la madurez vocal y personal adecuadas. Jamás he cantado el aria de Mi tradi con tanta dificultad escénica», matiza.
Épocas duras
Es cierto que nadie es profeta en su tierra, pero ni siquiera sabe por qué le ha costado tanto entrar en el coliseo madrileño. «Nosotros somos meros trabajadores. Si estuviera en mi mano, trabajaría en muchos teatros. La pregunta del millón: ¿Por qué no he cantado en el Real? Pues posiblemente porque no estaba ni con los agentes adecuados, ni tenía el suficiente nombre o hacía sombra a quien no debía hacer. Son cosas que están muy por encima de nuestro poder y de nuestras posibilidades. Yo me considero una cantante que intenta hacer su trabajo con el mayor rigor. Mi trabajo está en el escenario y en prepararme para cantar, el resto son circunstancias de la carrera, de la vida».
Apela con estas palabras a una de las épocas más duras que le ha tocado vivir. «Lo tengo muy claro, con 39 años me quedé sin marido, sin agentes internacionales y sin trabajo. Teníamos el mismo representante y él escogió a mi marido, evidentemente yo no entraba en el paquete. El único agente que me quedó fue el español y gracias a él pude continuar de alguna manera mi carrera».
La reanudó de otra manera, mucho más templada, Ainhoa Arteta abandonó EEUU y se acercó a Europa. Con humildad y sin ningún ápice de la altanería que persigue a los divos líricos, se presentó ante Gérard Mortier para realizar una audición del personaje de doña Elvira. «En cuanto me escuchó, me preguntó: ¿cómo no has cantado antes en este teatro? Usted tiene que saber mejor que nadie por qué los cantantes no trabajamos en ciertos teatros», le contestó, en ese momento se convirtió en doña Elvira.
Con la serenidad que le otorga el óxido del tiempo, permanece atenta a su voz y disfruta el momento en el que se encuentra. «La vida te quita muchas cosas, pero también te da otras. He llegado a la conclusión de que hay muchos trenes. La vida es un camino duro y apasionante, lo importante de verdad es saber reaccionar ante los contratiempos. Siempre se aprende algo».
– Usted, que ha sido bautizada como la top model de la ópera, ¿cómo lleva el paso del tiempo?
– «No lo llevo mal, creo que es un plus, la edad es un grado. Es verdad que hay muchas presiones, que estamos en una sociedad que ensalza la juventud y la imagen. No lo voy a negar, me cuido, pero no sólo por una cuestión física también de salud. Ahora bien, que me salga una molla de más por tomarme un par de cervezas, unos montaditos o unos pinchitos de mi tierra no me preocupa demasiado. Si un día me paso, intento moderarme al siguiente. Las del norte siempre pasamos hambre, somos de buena tripa y de buen comer. Si yo comiera todo lo que puedo estaría como este sillón de ancha».
– Usted, no es para nada una diva.
– «No. Vengo de una familia supernormal, humilde. Mi madre era una mujer estupenda, peluquera de toda la vida en Tolosa. En mi casa el trato personal ha sido siempre muy importante y es algo que a mí me alimenta».
Heredó de su aita (padre) la pasión por la música y el canto y su ama (madre) le transmitió la afición de ser actriz. «Tenía una madre que era una maravillosa actriz, de ella aprendí mucho».
Como muchas sopranos de su quinta, descubrió la vocación escuchando discos de María Callas, pero ahora en su casa suena la música que quieren sus hijos. «Ellos, como digo yo, viven las sombras y las luces de esta profesión. Pasan demasiadas horas sin su madre, muchos días especiales para ellos no estoy o me ven por Skype. Bastante penitencia sufren por mi trabajo, así que procuro no llevarme la música a casa. A veces es inevitable, pero lo hago lo menos posible. Allí se habla de caballos, de Justin Bieber, de Disney y todo lo que ellos quieran», sonríe.
La pesadilla más habitual entre los cantantes es soñar con que pierden la voz, Ainhoa Arteta la vivió en carne propia. «Perdí la voz con 39 años, precisamente cuando me separé y me quedé sin trabajo. Fueron nueve meses horribles, el único que luchó conmigo fue mi agente Juan Carlos Sancho que es al que le debo muchas más cosas de las que tengo ahora en mi carrera. Mi mal sueño es que entro al escenario y me han puesto a hacer una obra que no me sé, lo paso fatal, pero bueno siempre me despierto en ese instante».
Confiesa que no le preocupan las críticas, así no se puede conformar una carrera. «Estarías destruido al minuto uno. Las criticas tienen que ser tuyas y de la gente que de verdad te conoce desde siempre», concluye
«El IVA es una catástrofe»
En un momento de crisis, en el que el teatro ha perdido más de 1.000.000 de espectadores con la subida del IVA, Ainhoa Arteta no tiene pelos en la lengua. «Hace falta una ley de mecenazgo ¡ya! El público está siendo muy generoso, Don Giovanni está vendido, pero el teatro, el cine, el arte en sí no vive sólo de dos o tres espectáculos. Hay que apoyar la cultura desde abajo. Espero que no nos carguemos algo que nos ha costado tanto sacar adelante. Hace 35 años esto era un solar y con trabajo conseguimos ser ejemplo en Europa. Desde fuera se hablaba de la cultura de España, ahora estamos dando otro tipo de imagen. Es una pena que 35 años los tiremos por la borda por no ser lo suficientemente hábiles. Hay fórmulas y la mejor no es un IVA del 21%, eso es una catástrofe ».
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