El Teatro de la Zarzuela dedica una calle a Teresa Berganza
El Teatro de la Zarzuela dedica una calle a Teresa Berganza
Hace muy pocos días le preguntaban a Teresa Berganza en la presentación de “La del manojo de rosas” si creía que los artistas españoles habían recibido los reconocimientos oficiales que se merecían y ella respondía que pensaba que no. Para que no cupiese duda en lo que a ella respecta, el Teatro de la Zarzuela organizó con mucho cariño un homenaje especial. No se trataba de anunciarlo a bombo y platillo, sino todo lo contrario, de algo preparado en la intimidad, de una sorpresa. Unieron para ello sus esfuerzos Paolo Pinamonti, director del teatro, y Emilio Sagi, responsable de la puesta en escena de “La del manojo de rosas”.
La zarzuela de Sorozábal se ofrece en dos repartos desde ayer y el de los jóvenes ha sido preparado por la mezzo madrileña. Durante los ensayos, que empezaron hace casi tres meses, les ha podido transmitir las vivencias de cuando grabó la obra con el propio maestro Sorozábal a la batuta allá por 1967.
Teresa Berganza contemplaba el ensayo de sus alumnos en un palco junto a la esposa de Miguel Ángel Gómez Martínez cuando, en la mitad del primer acto, empezó a sonar en la radio del taller mecánico de Joaquín aquella lejana grabación. Inmediatamente Clarita, la joven Inés Ballesteros, anunciaba que deseaban rendir homenaje a una artista española capaz de cantar a Mozart, Rossini y Bizet. La cara de la artista cambiaba de expresión y se la tapaba con una mano mientras el público que asistía al ensayo irrumpía en una interminable ovación. En el escenario comenzaron a aparecer compañeros y amigos: María Bayo, a quien ayudó en sus inicios cuando llegó del pueblo a su antigua casa escurialense, Antón García Abril, Ruggero Raimondi, inolvidable compañero en el “Don Giovanni” de Losey o Luigi Alva, tantas veces su tenor el “El barbero de Sevilla” o Luz Casal, la única a quien Berganza agradeció su presencia de forma individualizada: “Os adoro a todos, pero con Luz tengo una pasión especial” y añadía “Es una de las emociones más grandes de mi vida. Hasta mis hijas y mis nietas me han engañado”. Cariñosa aclamación interrumpida para volver a tomar el micrófono y agradecer al público su afecto: “Sin él los artistas no somos nadie. A mi el público siempre me ha querido mucho y el de este teatro me aplaudió a rabiar a mi vuelta del exilio”. “Tened preparado un médico porque no se si resistiré la emoción”, terminaba.
Pero el homenaje no había concluido. Al final del ensayo se reclamó su presencia en el escenario y en él, con la presencia del director general del INAEM, se descubrió la placa con el nuevo nombre de la calle donde se desarrolla la obra de Sorozábal: “Calle Teresa Berganza”. Será una calle itinerante en esta producción estrenada en 1990 que se unirá a ciudades que, como San Lorenzo de El Escorial, Getafe, San Fulgencio, Torrevieja o Málaga, han dedicado vías a la mezzo madrileña.
José Antonio Campos, brillante director del Teatro de la Zarzuela en dos de sus etapas, Inés Argüelles, otrora directora del Real y alma de los premios líricos “Campoamor”, el director de orquesta José Ramón Encinar, el director de escena José Carlos Plaza, el tenor Aquiles Machado y muchos más se unían al homenaje desde el patio de butacas. Gonzalo Alonso
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