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Chausson el Magnífico
Por Publicado el: 17/02/2014Categorías: Crítica

CRÍTICA: Orquesta de la Academia de Estudios Orquestales [Stravinsky; Ravel; Brahms]

Orquesta de la Academia de Estudios Orquestales
(Fundación Barenboim)

Programa: Suites nº 1 y nº 2 para pequeña orquesta, de I. Stravinsky; ‘Le Tombeau de Couperin’, de M. Ravel; Serenata nº 1, op. 11 en Re mayor, de J. Brahms. Director: Rubén Gimeno. Fecha: Sábado, 15 de febrero. Lugar: Cajasol. Aforo: Lleno.

Está visto que lo de los recortes y la crisis de la Cultura no debe ir con Andalucía, a la vista de que puede permitirse sufragar dos proyectos muy similares para formar a jóvenes músicos de la Comunidad en orquestas. Cuando ya teníamos a la OJA, con espléndidos resultados, la propia Junta la destroza, la minusvalora y la hace prácticamente invisible y dedica el dinero que no hay para cosas más perentorias a esta Academia de Estudios Orquestales tutelada por el director de orquesta que todos ustedes saben.

A juzgar por los resultados del concierto de anoche en Cajasol, esta segunda joven orquesta va buen por camino, aunque aún le queda mucho que recorrer hasta conseguir las cotas de calidad esperables en función de los recursos invertidos para ello. Fue un gran acierto contar con la dirección de Rubén Gimeno, una de las más sólidas jóvenes batutas españolas del momento. Con gesto claro y preciso, firmó una primera parte realmente brillante merced a la claridad y transparencia de las texturas en las obras de Stravinsky y Ravel. Si en el primero incidió en los cambios de ritmo y en una articulación muy en staccato, haciendo que los músicos atacasen con enorme precisión y respondiesen como un resorte a las indicaciones del director, con Ravel relució la sutileza en el fraseo y el dominio de los juegos de color tímbrico, gracias sobre todo a una espléndida sección de maderas.

Pero con Brahms la cosa no llegó a funcionar con igual relevancia. Parece que las frases largas, el sostenido legato y el generoso vibrato no acabasen de encajar. A pesar del gesto pasional y enérgico de Gimeno, las cuerdas sonaron abiertas y necesitadas de empaste y mayor definición. Andrés Moreno Mengíbar

 

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