Madrid en los Alpes
MADRID EN LOS ALPES
Fundación Ibermúsica, Orquesta Nacional de España
Obras de BRAHMS, SIBELIUS; SCHUMANN Y R. STRAUSS. Rudolf Buchbinder (piano). Orquesta Nacional de España. Dir.: Juanjo Mena. Orquesta Filarmónica de Munich. Dir.: Lorin Maazel. 9 y 18 de febrero de 2014; Auditorio Nacional de Música, Madrid.
La mayestática “Sinfonía alpina, Op. 64” (1911-1915) de Richard Strauss ha sonado dos veces en menos de dos semanas en el Auditorio Nacional, lo que no sucede usualmente, pero sí puede ocurrir en el año en que se conmemoran los 150 años de la venida al mundo del maestro muniqués. En este orden: Orquesta Nacional de España con Juanjo Mena, y Orquesta Filarmónica de Munich con Lorin Maazel.
A Mena, la “Alpina” le duró 50 minutos; a Mazzel, 62: nada menos que 12 de diferencia. Distancia, también, entre el planteamiento de un músico de 48 años (Mena) y otro de 83 (Maazel). El de Vitoria sube a la montaña con energía, ímpetu y ganas de dominar el paisaje; su veterano colega lo hace con tranquilidad, no buscando vencer la cima, sino recreándose en la grandeza de ese paisaje. La baza de Mena es su entusiasmo, la de Maazel es su sabiduría de gran constructor de una estructura sinfónica en forma de arco cuyos clímax –la cumbre, la tormenta- son estremecedores. Es fácil predecir que la Filarmónica de Munich, hiper-habituada a este repertorio, ha de tocar mejor la obra, pero la Nacional aguantó el tipo a un nivel formidable, y su traducción tuvo quilates de calidad. Obviamente, Maazel es, cuando quiere –ayer lo comentaba en estas páginas Gonzalo Alonso-, un director inmenso, y en la “Alpina” quiso. Sostener a tan espacioso ‘tempo’ la enorme obra sin que el armazón se resienta un ápice es virtud de grandísimo músico, y esta “Alpina” se inscribe entre los grandes conciertos madrileños del artista (que no son pocos).
No hubo la misma intensidad en la primera parte del programa, con un “Vals triste” de Sibelius primorosamente tocado, pero al borde lo letárgico, y una “Cuarta Sinfonía” de Schumann en la que, salvados instantes de gran belleza en la Romanza (violonchelo, oboe, violín), Maazel tuvo puesto el piloto automático. No fue el caso de la primera hora de Mena, en donde la Nacional acompañó con arrebato al pianista austríaco Rudolf Buchbinder (Leimeritz, 1945), un artista que ha ido depurando su arte con los años, en el imponente “Concierto para piano nº 1, Op. 15” de Brahms.
Mencionemos, en fin, a los organistas de las dos “Alpinas”: el multidisciplinar Daniel Oyarzábal en la parte española, y el experimentado Friedemann Winklhofer (a este ni se le citaba en el programa de mano) en la alemana, ambos excelentes en sus cometidos. José Luis Pérez de Arteaga
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