La violonchelista Sol Gabetta

ESPERANDO A… AFKHAM

Interesante programa el que ofrece esta semana la Orquesta Nacional de España en su serie de abono. Y no exento de un cierto morbo, pues sube en él al podio Giovanni Antonini, como todo el mundo sabe un especialista en música barroca (es un reputado flautista, defensor a ultranza de la interpretación filológica) que lleva 20 años dirigiendo al grupo que él mismo fundó, el popular Il Giardino Armonico. En este concierto, en el que toca la violonchelista argentina Sol Gabetta y participan cuatro solistas vocales, no hará precisamente música barroca.

La velada (o el matinal, según el día) se compondrá de dos obras, el Concierto para violonchelo de Robert Schumann y la Misa en Do menor de Mozart. Y aunque en apariencia poco tienen que ver estas obras, su unión se puede interpretar a través de una figura intermedia entre ambos compositores, no otra que la de un Beethoven  a cuya Misa en Do mira la de Mozart y en cuyo espejo se refleja sin pudor la pieza de Schumann. Se trataría, así, de una suma de clasicismos que van desde la descreída misa de Mozart hasta el virtuosístico concierto de Schumann.

La Misa en Do menor de Mozart es una obra maestra que su autor dejó incompleta. Sus biógrafos no saben dar una respuesta clara al asunto, aunque con los datos biográficos en la mano se pueda conjeturar ciertas motivaciones (o “desmotivaciones”, más bien). Mozart prometió a su padre que la acabaría, pero lo cierto es que se atascó en el Credo. Llegó al “Et incarnatus est”, y ahí paró, es decir en los momentos en los que el texto litúrgico es más exigente con el compromiso religioso. ¿Crisis religiosa? ¿O estética? ¿O de ninguna de las dos? Vaya usted a saber, si tenemos en cuenta que Mozart, en vez de dar carpetazo a la obra se puso a escribir cuartetos de cuerda y a transcribir fugas de Bach con, obvio es decirlo, espectaculares resultados. Otro misterio más en los modos de operar del genio, cuyo comportamiento a veces da ganas de calificar de caprichoso. Se me olvidaba: la obra es un regalo de boda para su mujer, tras el reciente casamiento. Más leña al fuego.

La misa, para dos sopranos, tenor y bajo, se escuchará en la segunda parte del concierto. Antes Sol Gabetta, una comunicativa y mediática violonchelista, hará el concierto del autor de las Davidsbündlertänze, cuya base discursiva es convencional, pero que, al igual que sucede  con su maravilloso concierto para piano, es una música de encendido romanticismo y honda expresividad.

Hemos escuchado de nuevo –esta misma semana- a David Afkham en Madrid. Espero que los profesores de la ONE sepan apreciar el regalo que se les ha hecho con este señor, pues  cada día que pasa dirige mejor. Es muy joven y ha de madurar todavía los repertorios más exigentes, pero su técnica y su manera de construir la música en su arquitectura presagian grandes cosas. Conviene que los maestros de la ONE aprecien esto y, con el máximo aliento, tomen cada uno de sus conciertos como parte del camino a recorrer hasta encontrarse con su nuevo titular, porque el “tajo” a partir de entonces se adivina complejo. Aunque apasionante. Pedro González Mira

Sol Gabetta, violonchelo; Aida Garifulina, Gaelle Arquez, sopranos; Topi Lehtipuu, tenor; Sebastian Pilgrim, bajo. Coro y Orquesta Nacional de España. Dir.: Giovanni Antonini. Viernes y sábado, 19.30; domingo, 11.30. Entre 17 y 25 €. (viernes y sábado). Entre 8 y 20 €. (domingo).