Más verdades sobre el Teatro Real
Quiero apoyar al compañero papagemo que por fín ha roto el silencio de esta censura dictatorial.
Aunque parezca tercermundista, en el área técnica del Teatro Real, estamos viviendo en una dictadura militar con todo lo que ello conlleva, y lo peor, consentida por los gestores del teatro, a los que el partido socialista ha puesto en ese cargo. Digo consentida por el administrador general” Alfredo Tejero”, y por el director “Miguel Muñiz”, porque ellos saben de primera mano y por boca de algunos técnicos que han tenido la valentía de ponerles al corriente de esta circunstancia y a los que han echo caso omiso, ya que preferían hacer caso a la versión del dictador Daniel Bianco, y la de su primer ministro, Juan Segura.
Es tal el estado de terror en el que estamos trabajando que nadie se atreve a discutir una orden de un superior por inútil y absurda que esta sea, poniendo en peligro, en algunas ocasiones, la seguridad de los técnicos y de la maquinaria del teatro. De echo algunos de los profesionales que se han ido, lo han echo por miedo a verse involucrados en un accidente.
La política de amenazas está a la orden del día, el acoso psicológico al que se ven sometidos los que no comulgan con el régimen es insoportable y lo peor es la ignorancia voluntaria de estos comportamientos por parte de la dirección. El hecho de que el dictador y sus sicarios se enriquezcan con la gestión del dinero público, es casi tan grave, como el de poner en peligro la salud mental y la vida de los trabajadores.
Cuando se reabrió en 1997 este teatro, el espíritu de Jose Luis Tamayo era muy diferente, los técnicos además de trabajar, nos veíamos involucrados en un proyecto común: el reto de levantar un teatro al nivel más alto de los teatros de ópera del mundo, puesto que contaba con todo lo necesario para ello y sobre todo con las ganas y el trabajo de un puñado de profesionales que teníamos la suerte de haber sido elegidos para llevarlo adelante, en esta época las cosas superfluas y las tonterías no tenían cabida.
Es una lástima que los distintos cambios de gerencia y de dirección técnica halla tirado este proyecto por la borda, y que ahora los técnicos nos veamos abocados a obedecer órdenes, muchas veces absurdas, de un número innecesario de jefecillos, mandados por otros y estos a su vez por otros, etc.
Lo mejor de esta situación, señores de la dirección, es que se está generando una revolución entre los técnicos que amenaza con estallar si no se corta de raíz esta situación, y que solo ustedes saben las consecuencias que puede tener.
Ánimo a todos los compañeros.
El deshollinador.
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