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Por Publicado el: 24/09/2014Categorías: Crítica

Inicio de la ORCAM: Horrores bélicos

HORRORES BÉLICOS

ZULEMA

Zulema de la Cruz: “Canto a las víctimas inocentes” (estreno). Benjamin Britten: “War Requiem”. Ekaterina Metlova, Agustín Prunell-Friend, José Antonio López. Pequeños Cantores de la JORCAM, Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid, Coro de RTVE, Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Director: Víctor Pablo Pérez.

Zulema de la Cruz ha conseguido una obra espléndida, que juega, según su costumbre, con el llamado número áureo. Una larga y creciente nota pedal surge de las profundidades, de las que emerge el coro entonando las notas de “Negra sombra”, de Montes, seguida de un lamentoso solo de chelo. El tema es trabajado hábilmente sobre ominosos latidos del timbal. Vendrá luego el fatídico “Dires irae” y, tras dos horrísonos y disonantes fortísimos, el rayo de luz del “Cant dels ocells”, que nos da la imagen del consuelo. Leves frases de la madera y el arpa abren la puerta abierta a la esperanza.

Dirigió con un cuidado exquisito Víctor Pablo Pérez, que, en Britten, más que levantar una estructura monumental, intentó dar relieve a la espiritualidad de los pentagramas, lo que motivó instantes de gran delicadeza, así el mismo comienzo, verdaderamente musitado, quizá algo difuso en las voces del coro; o los pianísimos tan empastados del “Kyrie” y del “Pie Jesu”. Pérez acentuó con fortuna los contratiempos del comienzo del “Dies irae”, dio el impulso adecuado al fugato del “Ofertorio”, potenció los turbulentos trémolos del “Sanctus”, subrayó convenientemente el dramatismo del inicio del “Libera me” y clarificó con inteligencia, tras unos pasajes levemente confusos, el etéreo remate de la obra, en donde quizá no se logró por completo la afinación justa.

En ocasiones, el “tutti” sonó en exceso con perjuicio para las voces solistas, que se comportaron con mucha dignidad. La soprano Metlova posee un instrumento amplio, contundente, sonoro, puede que algo destemplado en los agudos. Le faltó dulzura. El tenor Prunell-Friend es probablemente demasiado ligero, pero cultivó una matizada e irreprochable línea expresiva. Consistente, vigoroso, oscuro, algo apretado arriba, el barítono López, artista de clase, que dijo con propiedad y concentración. Los coros se plegaron a las cálidas exigencias del director. Excepto alguna que otra desigualdad (entrada del “Ofertorio”), el coro de niños actuó modélicamente. Medidas notas de Fernández Guerra y presentación, antes del concierto, de Iñaki Gabilondo. Arturo Reverter

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