La chapuza de Torsten Fischer en Daphne
DAPHNE (R. STRAUSS)
Semperoper de Dresde. 9 Noviembre 2014.
Torsten Ficher también se cree genio creador y no pasa de la chapuza
El motivo principal de este viaje a Alemania era asistir a la representación de Arabella en Dresde, lo que tendrá lugar hoy y contará con Christian Thielemann en el foso y Anja Harteros y Thomas Hampson en es escenario. Lo demás, La Belle Helene del día anterior en Berlín y esta representación de Daphne, no son sino simples rellenos. Sería bueno matizar la afirmación anterior, ya que no son muchas las oportunidades que se ofrecen de poder ver en escena esta ópera de Richard Strauss como para considerarla como un puro relleno. Recuerdo haberla podido ver hace algo más de 4 años en Frankfurt y salí encantado de la representación. No ha sido así en esta ocasión, aunque haya habido cosas buenas, pero hay directores de escena que mejor harían en dedicarse a escribir sobre sus ideas y conceptos en lugar de llevarlos a la práctica.
La producción escénica se debe al alemán Torsten Fischer, a quien no le deben gustar los temas mitológicos y decide ponerlos de actualidad, aunque el intento es totalmente fallido. Richard Strauss estrenó Daphne precisamente en Dresde en 1938 y sobre un libreto de Josef Gregor, que no es una maravilla. El éxito no ha acompañado a la ópera desde su estreno, aunque en mi opinión contiene música excepcional y una orquestación impresionante. La trama está sacada de las Metamorfosis de Ovidio y trata de la ninfa Daphne, hija de Peneios y Gaea, enamorada del joven Leukippos y deseada por el Dios Apolo, que viene a la tierra disfrazado para conseguir a la ninfa. La deseada ninfa trae consigo que Apolo mate a Leukippos, para acabar perdonando a Daphne convirtiéndola en un árbol para disfrute de la naturaleza durante toda la eternidad. Efectivamente, no es una trama muy atractiva y hasta un tanto confusa, pero es la de la ópera.
Es evidente que a Torsten Fischer no le gusta este argumento mitológico y decide traer la trama a la Alemania nazi, tratando de hacer de Daphne la encarnación de Sophie Scholl, la fundadora de la organización anti nazi Die Weisse Rose, mientras que Apolo es un jerarca nazi y Leukippos se supone que es el compañero de Sophie Scholl. Lo que tengan en común Daphne y Sophie Scholl solo resulta comprensible en la mente de Torsten Fischer, por lo que la producción no puede ser más confusa e ininteligible. Todo termina en una larga escena final, en la que coro y figurantes, además de Peneios y Gaea, van yendo al holocausto tras la muerte de Leukippos, sumándose al cortejo también Daphne. ¿No lo han entendido? No importa. No merece la pena. De todos modos bueno será recordar a Torsten Fischer que los grandes éxitos de Richard Strauss están basados en personajes mitológicos o de historia antigua. Lo digo para evitar que se repita la experiencia.
La escenografía de Herbert Schäfer va por caminos de minimalismo, no habiendo en el escenario sino unas gradas, a las que se añade en la segunda parte un gran espejo para ver también el descenso de los condenados al martirio. El vestuario de Andreas Janczyk tiene poco interés, simples uniformes de las SS para Apolo y sus gentes y vestuario en tonos oscuros para los demás. Iluminación correcta de Fabio Antoci.
Entre esta producción de Daphne y la que vi en Frankfurt hace 4 años hay la diferencia entre lo malo y lo bueno, por no decir entre los muy malo y lo muy bueno.
La dirección musical estuvo en la batuta de Omer Meir Wellber y creo que es de las veces que más me ha convencido con su dirección. A Wellber le suele faltar profundidad, pero en esta ocasión las cosas han funcionado mucho mejor. Su dirección ha sido brillante y hemos disfrutado del sonido de la Staatskapelle Dresden. Buena la actuación del Coro.
Daphne fue interpretada por la soprano Marjorie Owens, cuya actuación fue digna de destacarse en términos vocales y menos en término escénicos. La voz tiene calidad y es muy homogénea, con amplitud suficiente. Daphne tiene mucho que cantar y la americana lo resolvió muy bien.
Lance Ryan fue Apollo y es uno de los pocos tenores de la actualidad que lidia con estos personajes que pueden considerarse como imposibles. En la mencionada representación de Frankfurt también fue él quien cantó la parte de Apollo y en este tiempo las cosas han empeorado en algunos aspectos, particularmente al aparecer un molesto vibrato en la zona alta. En cualquier caso, su actuación me pareció digna de todo respeto, ya que las dificultades del personaje son enormes. No pareció entenderlo así una parte del público, que le abucheó, aunque me pareció bastante injusto.
Lance Rya, Marjorie Owens y Georg Zeppenfeld
Ladislav Elgr fue un adecuado Leukippos, pero la voz es demasiado ligera para el personaje y tampoco está muy sobrado de volumen. Georg Zeppenfeld fue un sólido intérprete de Penemos, mientras que Christa Mayer lo hizo francamente bien como Gaea.
Los personajes secundarios fueron bien cubiertos. Los cuatro pastores eran Ilhun Jung, Aaron Pegram, Julian Arsenault y Tilmann Rönnebeck. Las dos doncellas ofrecieron voces atractivas. Eran Romy Petrick y Christina Bock.
La Semperoper ofrecía una entrada algo superior al 90 % de su aforo. El público se mostró bastante tibio en los saludos finales. Hubo sonoros abucheos al bajar el telón, indudablemente dedicados a Torsten Fischer. Los mayores aplausos fueron para Marjorie Owens y Omer Meir Wellber.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 1 hora y 37 minutos, sin interrupción. Cuatro minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 101 euros, costando la localidad más barata con visibilidad total 37 euros. José M. Irurzun
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