ÓPERA, ZARZUELA Y FALLAS
ÓPERA, ZARZUELA Y FALLAS
La temporada de ópera del Palau de les Arts ´Reina Sofía´, de Valencia, ha quedado reducida a un minúsculo testimonio, por la drástica reducción del número de obras a que ha sido sometida. En parte por problemas locales, pero también debido a la errática política cultural del Gobierno Central. ¿Cómo se entiende si no la generosa subvención que acaba de recibir el Liceu barcelonés para salvarlo de la quiebra, mientras que este teatro solo recibe migajas? Sí, se han hecho muchas cosas mal allí, aunque no menos mal que otras, desgraciadamente muchas, que los valencianos han tenido que soportar en el último lustro, más o menos. Es increíble que un pueblo con ese talento y esa capacidad para vivir la vida como es debido aun en las más duras circunstancias, haya caído hasta donde se encuentra ahora por culpa de su clase dirigente. Diríase que a esta le viene bastante grande la filosofía bajo la que se mueve este pueblo sufrido, sufriente y sufridor, es decir, el hecho de que su enorme capacidad para inventar sea directamente proporcional a su interés por la destrucción sistemática. En realidad, es una raza que no se parece en nada al resto, pero que, en algunas cosas, se asemeja demasiado a aquello que más suele criticar: una forma de vida basada en la construcción y destrucción inmediata de las cosas. Wagner puro de oliva; Schopenhauer puro de oliva. Pero en periférico. No sé si patético o admirable.
Veo como paradigmático ejemplo de todo ello lo sucedido en los últimos tiempos en el Palau de les Arts. Al principio, la dosis de creatividad con el edificio, que a mí me sigue pareciendo hermoso, fue inyectada en las venas del personal como benefactora medicina. Pero al poco tiempo los cuerpos, una vez más, empezaron a reaccionar mal al fármaco. El dispendio comenzó a mostrar su verdadera cara, una lacerante insostenibilidad conceptual, y para colmo la casa comenzó a caerse a trocitos. El resto es ya historia: una torre de marfil sobre cimientos de fango –del fango político de los cleptómanos políticos del lugar- que, o bien acabará convirtiéndose en un museo de despropósitos a visitar por las familias valencianas los domingos antes de la paella (como premio a la sagacidad demostrada a la hora de votar a esos dirigentes), o bien en un teatrillo de estilizada ´modernez´ externa pero de inoperante capacidad para producir y gestionar la cultura que justifica la existencia de un teatro de ópera.
Parece que la opción va a ser la segunda, y en ese contexto debe verse la inclusión de una producción como esta Luisa Fernanda. Una obra que, desde luego, interesa y debe de ser programada con asiduidad, pero con sentido, y no con el oportunismo que desgraciadamente suelen marcar las decisiones tomadas en función de la falta de medios: decía Buñuel que la pobreza genera fealdad cultural. Esta Luisa Fernanda, un montaje de Emilio Sagi sobre el que Álvaro Guibert y Luis Suñén ya mostraron sus contrapuestas opiniones en esta misma Beckmesser, es el que se pudo ver y escuchar en el Teatro Real en 2007. ¿Viene ahora al Palau por alguna razón de peso? Pues a mí me parece que no. Yo creo que lo que está sucediendo es que el Teatro ha permitido a Plácido Domingo que dirija una obra de Puccini (seguramente contando con una buena dosis de generosidad a la hora de cobrar por parte del madrileño), Manon Lescaut, y, aprovechando que el famoso río que pasa por Valladolid sigue compartiendo sus aguas con ese lugar, también se le ha dejado que haga aquello que en este momento más le gusta hacer: cantar de barítono. Aun dentro de un orden, pues efectivamente Vidal no es lo mismo que el Conde de Luna. Ojo, pienso que Plácido dirige Puccini muchísimo mejor que lo que muchos expertos piensan (es que yo no lo soy), pero no es esa la cuestión. A lo que quiero referirme es a la elección de un título como Luisa Fernanda para un teatro que, quizá, el poco dinero que tiene lo debería gastar en ópera. La Casa cuenta –sigue contando, a pesar de todo- con una orquesta y un coro que deberían ponerse inmediatamente al servicio de otro tipo de programación. No más popular, sí más divulgativa. Pero para eso más de uno habría de remangarse y dejarse de ´pijerías´, las propias del paleto que cree que por disponer de un teatro de ópera en su pueblo va a dejar de serlo. El Palau debe reinventarse. Y lejos de la opulencia. El pueblo valenciano ama la música como pocos. Désele, pues, eso, música, y no espectáculo social. Los fuegos de artificio, para las fallas, que de eso ya sobra. Y que Plácido se deje de Vidales y dirija más: hubiera sido mejor más Manon Lescaut y menos Luisa Fernanda. Recomendación para la primera; escepticismo ante la segunda. Pedro González Mira
MORENO-TORROBA: Luisa Fernanda. Davinia Rodríguez, Plácido Domingo, Isabel Rey, María José Suárez, Emilio Sánchez, Miguel Sola, Vivenç Esteve, Juansa Loret, David Rubiera, dsavid Eruci, Germán Olfvera. Coro de la Generalitat Valenciana. Orquestra de la Comunitat. Director musical: Jordi Bernàcer. Director de escena: Emilio Sagi. Días 15, 18 y 22 de diciembre de 2014, y 9 y 12 de enero de 2015. 20.00. Entre 15 y 135 €. (continúan las funciones de Manon Lescaut: días 16, 19,21 y6 27 de diciembre)
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