Gershwin y Alonso, musicales en la Zarzuela
Temporada de la Zarzuela
El musical a la Zarzuela
Obras de Grshwin y Alonso.
«Lady, be good » de Gershwin. N.Garret, J.Bern, G.Beitia, T.Cook, S.Peris, etc. «Luna de miel en El Cairo » de Alonso. D.Menéndez, E.Viana, M.Estève, E.Carranza, M.Cantarero, M.J.Suárez, R.Iniesta, etc. Coro del Teatro de la Zazuela y Orquesta de la Comunidad de Madrid. E.Sagi, dirección de escena. K.Farrell, dirección musical. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 4 de febrero.
Nuevo programa del teatro de la Zarzuela en esta etapa en la que amplia su visión de los espectáculos musicales para sobrepasar el género al que debe su nombre el teatro. Siempre hay algo de interesante y también de riesgo en estas apuestas, lo que resulta artísticamente muy sano. En esta ocasión de acude a “Lady be good!”, un musical de Gershwin que representó su primer gran éxito en Broadway, que sirve de estupendo acompañamiento a la resurrección de “Luna de miel en El Cairo”, una de esas obras, medio operetas medio revistas, que tan populares fueron en nuestra postguerra y que han caído después en el olvido. Quizá, todo hay que decirlo, justificadamente. Tres horas de música, a partes iguales, en las que el americano resulta claramente ganador por goleada, sobre todo tras la recuperación de números como “The man I love”.
Ambas representaciones suponen un gran esfuerzo en su parte artística, empezando por una orquesta que no está acostumbrada a este repertorio y que Kevin Farrell dirige con acierto. Da gusto escuchar un foso tan amplio, tan lejos de los escasos atriles con los que habitualmente se cuenta en los musicales hasta en el mismísimo Broadway y, además, la orquesta suena bien. A veces tan bien y con tanta fuerza que se echan de menos micrófonos para los cantantes. Se ha querido expresamente huir de ellos, pero aquí las opiniones no tienen por qué coincidir. Da gusto ver y escuchar en escena artistas que funcionan, que son capaces de cantar, tocar el piano, bailar claque y actuar.
El rico y brillante vestuario de Jesús Ruiz, los esmerados decorados de Daniel Banco, las acertadas coreografías de Nuria Castejón y la movida dirección escénica de Emilio Sagi dotan a ambas producciones de la sal que precisan. Hay más elegancia en el americano y más chabacanería en el español, con algún momento particularmente histriónico.
Un espectáculo infrecuente en Madrid, quizá más propio de los Teatros del Canal que de la Zarzuela, con el que pasarlo bien. Gonzalo Alonso
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