UN POCO DE PACIENCIA…

Lluís Pasqual estrenó las dos obras ´surrealistas´de Lorca en el Teatro María Guerrero madrileño en la década de los años 80 del siglo XX. En 1987, El Público, y dos años más tarde Comedia sin título. Asistí al ensayo general en ambos casos, y aunque guardo un vago recuerdo de todo ello (me impresionó el trabajo de Imanol Arias en la segunda; quién le vio y quién le ve), lo que sí me queda presente es que, en un momento en el que el teatro en nuestro país abría nuevas puertas, Lorca fue toda una revelación. De aquel entonces datan también algunas ´producciones´ universitarias más que curiosas, por ejemplo una extraordinaria versión de Poeta en Nueva York, con una maravillosa Veronica Forqué de no más de 17 o 18 años. Lorca, con estos espectáculos y las primeras Yermas, Bodas de Sangre o doñas Rositas hechas con rabia política llenaba los teatros ´burgueses´.  Se le empezaba a hacer justicia.

     25 años después, tras el correspondiente atracón, vuelve a la palestra. Y ahora en forma de ópera, gracias a la iniciativa de Gerard Mortier, que fue quien hizo el encargo a Maurico Sotelo y Andrés Ibáñez, autor del libreto. La idea parece interesante, y a juzgar por las opiniones de más de un allegado con información de primera mano y fiable, lo es. Como es sabido, Lorca dejó la pieza inacabada (en realidad es un texto inconexo), y ha sido y sigue siendo una incógnita si la dificultad para ser comprendido se debe a eso, o sencillamente a un exceso de modernidad. Lorca hizo teatro realista en su mayor parte, pero también se interesó por la experimentación, tratando de llegar a resultados deliberadamente inasumibles por el público de su época. Pero vaya, también se dijo algo parecido acerca de la modernidad de Poeta en Nueva York, y hoy es un clásico.

     Parece ser que Sotelo ha querido escribir una música clara; o que aclare, si ello es posible en un texto tan complejo. Ha acudido a fuentes flamencas, aunque alejadas de la tradición del folclore imaginado de los clásicos del XX. Flamenco puro (en escena estarán el cantaor Arcángel y el guitarrista Cañizares), bajo una estructura comprensible y en un lenguaje inteligible. Para unos esto será un regalo de Dios y para otros una manera de operar convencional; ya se sabe, estas cuestiones ocupan a los musicólogos desde los tiempos de Schoenberg. Otra cosa es el público, la gente que paga su entrada. A estos parece ser que les espera un espectáculo muy interesante, un montaje que abunda en la indefinición sicológica y de condición que encierran las palabras de Lorca. Cualquier pre-critica al respecto me parece fuera de lugar antes de ver qué ha pasado ahí. Pero por lo pronto sucede algo que me parece muy resaltable, y que juega a favor de la idea de recuperar El público para la ópera: Lorca estaba convencido de que la poesía, la literatura, el teatro pueden cambiar el mundo; a algunos esto les dará risa con la que está cayendo políticamente, pero seguro que todavía quedan otros muchos que siguen creyendo que la idea es válida, que la ideología no solo no ha muerto sino que ejercida con honradez y talento sí sirve para revolver determinadas tripas.  A esta gente van dirigidas creaciones como esta. Y como yo soy de los que creen que esta gente existe, que no ha desaparecido, le recomiendo vivamente la asistencia al Teatro Real. Y a los demás les diría: bueno, señoras y señores, un poquito de paciencia, que la próxima es La traviata… Pedro González Mira

SOTELO/LORCA/IBÁÑEZ:  El Público. José Antonio López, Arcángel, Jesús Méndez, Rubén Olmo, Thomas Tatzi, Josep Miquel Ramón, Antonio Lozano, Gun-Brit Barkmin, etc. Coro del Teatro Real. Klangforum Wien. Agustín Diassera, percusión; Cañizares, guitarra. Director musixcal: Pablo Heras-Casado. Director de escena: Robert Castro. Martes 24, 20.00. Próximas funciones: días 26 de febrero;  1,4,6,9,11 y 13 de marzo. Precio: entre 10 y 381 €. ( día 24); entre 10 y 213 €. (resto).