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no sólo hay que decir las cosas, sino decirlas a tiempo o, mejor aún, influir para que suceda lo que tiene que suceder. Gonzalo Alonso publicó el lunes en La Razón la tribuna que pueden leer en “artículos” y a las horas le hacía caso el Ayuntamiento de Madrid dedicando una calle a Jaime Campmany. Eso es capacidad de reflejos. En cambio la izquierda de esa corporación demostró una vez más lo apuntado por Alonso, votando en contra de la iniciativa, cuando semanas atrás la derecha votó a favor de una calle a Tecglen. Los hay que se ahorcan solos.
Habrán observado que la última crítica de la ópera de la ABAO en El País no la firmaba, como siempre, Vela del Campo sino Luis Suñén. pues acostúmbrense porque será ya lo habitual tras el contrato de 64.000 euroa firmado entre ABAO y Vela. Pero enterense bien, que si ya no firma la crítica Vela es sólo por temor a lo que escriba Beckmesser. PPor el mismo temor que obligó a que no escribiese Suñén las del ciciclo de Grandes Intérpretes de Scherzo. PPero no está mal que, aunque por miedo, las cosas se hagan como se han de hacer. Aunque estaría mejor que los supuestos críticos se dedicasen a criticar y no a utilizar su medio para mmedrar en la ABAO, el AAyuntamiento de Bilbao, la OBC u otras muchas organizaciónes.
Declaraba el mismo lunes 21 de noviembre Esperanza Aguirre en El Mundo que en 2006 privatizaría el Teatro del Canal y el Teatro Alberto Ruiz Gallardón de El Escorial. ¿Serán posibles ambas cosas? Las privatizaciónes y que un teatro de ópera pueda llevar el nombre de un político en ejercicio activo. No me lo puedo creer.
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