Siegfried: Nuevo triunfo de Petrenko en Munich
SIEGFRIED (R. WAGNER)
Nationaltheater de Munich. 26 Marzo 2015.
Continúa la tetralogía wagneriana en Munich bajo la dirección de Kirill Petrenko. El mes pasado pudimos ver las dos primeras entregas, que se completan estos días con las dos últimas. El resultado de este Siegfried ha vuelto a ser un triunfo musical con un reparto más que notable en los protagonistas y una producción escénica imaginativa.
La producción es la de Andreas Kriegenburg, que ya había tenido ocasión de ver anteriormente en un par de ocasiones. Cuando la vi por primera vez me gustó mucho, ya que Kriegenburg hace un trabajo muy imaginativo, especialmente en el primer acto. Ahora el efecto sorpresa no existe y la impresión está más mitigada.
Kriegenburg ofrece una versión un tanto infantil de la ópera, como si de un cuento se tratara, lo que a mí me parece perfectamente adecuado. Siegfried no es sino un niño grande, absoluto desconocedor de la vida, más allá de sus aspectos más primarios y, por tanto, este tipo de visión me parece muy adecuado. Para llevar adelante su idea Kriegenburg se sirve de numerosos figurantes, con los que compone las escenas, tal como hiciera en Das Rheingold.
En el primer acto los figurantes forman un bosque y ellos mismos mueven los elementos escénicos para crear la casa de Mime. En la escena de la fragua los figurantes forman todos los elementos necesarios, en los que el director de escena derrocha imaginación y sentido del humor. El mayor problema es que hay exceso de movimiento
en el escenario, lo que distrae considerablemente. En el segundo acto los figurantes dan forma a un dragón con ojos y dientes, en una recreación que podía haber sido hecha por La Fura dels Baus. El juego que saca Kriegenburg al Pájaro del Bosque es espectacular. En el tercer acto resuelve bien la salida de Erda, rodeada de figurantes. La escena de la Roca de Brünnhilde es algo irregular. No está muy bien resuelto el fuego, a base de figurantes moviendo un gran plástico. Mejor, el idilio amoroso de tía y sobrino, a base de una gran tela roja que cubre todo el escenario y un lecho nupcial en el centro.
El equipo creativo es el mismo de las entregas anteriores, es decir Harald B. Thor (escenografía), Andreas Schraad (vestuario) y Stefan Bolliger (iluminación). Sería injusto no mencionar a Zenta Haerter, responsable de la coreografía, que es quien mueve a los figurantes, elemento fundamental de esta producción.
La dirección musical ha vuelto a estar en manos Kirill Petrenko, que ha vuelto a ser el triunfador de la noche. En muchas ocasiones ocurre que el resultado de una representación es función de las expectativas creadas de antemano. Tengo que reconocer que las mías era muy altas y he quedado un tanto decepcionado con la dirección de Petrenko en el primer acto, en el que tengo la impresión de que el excesivo movimiento escénico también influyó en su dirección. Mucho mejor fueron las cosas en el segundo acto y ya en el tercero Petrenko fue el que yo esperaba, sencillamente prodigioso. Sus tiempos han sido vivos, como siempre. Nada menos que 27 minutos más rápida su lectura que la de Kent Nagano en este teatro hace 3 años, y 19 minutos más viva que la de Josep Pons hace unos días en el Liceu. A las órdenes de su titular, la Bayerisches Staatsorchester volvió a ser una formación espectacular.
Hoy en día Stephen Gould es el Siegfried de referencia, especialmente desde que Lance Ryan ha entrado en una cuesta abajo más que notable. El americano tiene poderío y una voz muy atractiva, aparte de desenvolverse bien en escena. Su Sigfrido mereció el reconocimiento del público, al que me sumo sin ninguna duda. Una pena que no cantara en el Liceu recientemente.
Catherine Naglestad ha sido siempre Brünnhilde en esta producción de Siegfried y siempre lo ha hecho muy bien. No ha sido ésta la excepción a la regla. Interpretación convincente en todos los sentidos. De momento, la soprano americana no ha dado el paso de incorporar las otras Brunnhildes a su repertorio y creo que hará bien en no hacerlo.
Stephen Gould y Catherine Naglestad
Thomas Johannes Mayer volvió a ser Wotan, en forma de Wanderer en esta ocasión. Desde mi punto de vista es el Wanderer el menos adecuado de los 3 Wotan para sus características vocales, ya que este barítono tiene su punto más débil en los graves. Me resultó menos convincente que en Rheingold o Walküre.
Andreas Conrad fue un notable Mime en la mejor tradición del tenor característico. Tenía muy fresca en mi memoria la interpretación de Gerhard Siegel en el Liceu y me quedo claramente con ella.
Thomas J. Mayer
Tomasz Konieczny volvió a repetir su sonoro y adecuado Alberich. La contralto china Qiulin Zhang lo hizo bien en Erda, con voz muy adecuada al personaje, aunque con signos de fatiga por arriba. Bien también Christof Fischesser como Fafner. Buena actuación de la soprano Iulia Maria Dan como Pájaro del Bosque.
El teatro estaba a reventar y el público se mostró encantado con el resultado de la representación, dedicando un triunfo importante a Kirill Petrenko. Hubo también muestras de entusiasmo para Stephen Gould.
La representación comenzó con 7 minutos de retraso y tuvo una duración de 5 horas y 13 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración puramente musical de 3 horas y 46 minutos. Diez minutos de aplausos, que son todavía más de lo que parecen, ya que, como es habitual, en Munich, no estuvieron presentes en los saludos finales Alberich, Mime y Fafner.
El precio de la localidad más cara era de 163 euros, habiendo butacas de platea por 92 euros. La entrada más barata sentado era de 40 euros. José M. Irurzun
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