Doctor Cobeta: «Hablar a gritos es malísimo»
Tanto cuando está en España como cuando visita otros países, el doctor Cobeta consulta medios nacionales y de fuera vía internet, «todo por igual. Me decanto por las secciones de Cultura, que leo con enorme cariño». Y deja una confesión para el final: «Sobre todo, me interesa todo lo relativo al Real Madrid», asegura.
Ignacio Cobeta / Otorrino
«Hablar a gritos, y hoy lo hacemos mucho, es malísimo»
Ha creado junto con un equipo de especialistas una app para que aprendamos a cuidar nuestra voz
Estamos atentos a la voz del doctor Ignacio Cobeta. Y les decimos por qué: es médico otorrinolaringólogo experto en patología de la voz y en voz profesional hablada y artística(cantada y actoral)en el Hospital Ramón y Cajal, así que le escuchamos. Habla de manera fluída y tiene una risa franca. Y de ópera sabe una barbaridad, pues por su consulta han pasado los pesos más pesados, y los que no lo son tanto, del mundo de la lírica, aunque no quiere dar nombres, «porque si no…», pero decidimos que la lista debe ser interminable. Y los que estarán aún por llegar. A él, y a otros profesionales, se debe la creación de la primera app para cuidar la voz, una iniciativa conjunta de especialistas de los hospitales Ramón y Cajal (Madrid), Puerta del Mar(Cádiz) y Central de Asturias (Oviedo), que presentarán mañana, Día Mundial de la Voz.
–Esta app es una iniciativa de lo más positivo y, desde luego, llevan la voz cantante en la materia.
–Desde luego. La voz es muy importante y en muchas ocasiones no le damos el valor que realmente merece. Hemos desarrolla do esta aplicación que enseña a reconocer los síntomas ante los que
se debe acudir a un médico, entre otros consejos generales y específicos para docentes, cantantes, locutores, actores…, así como los síntomas por los que acudir al médico para descartar cualquier tipo de patología.
–Debe de tener una importante clientela entre los cantantes de ópera.
–Son los usuarios más selectos de todos los profesionales que trabajan con su voz. Tienen un gran problema, que no pueden modificar a su antojo la partitura según la concibió el compositor; los actores, en cambio, sí pueden modular y modificar la emisión de su voz e incluso justificarlo en escena, por ejemplo, el hecho de que estén acatarrados, metiendo una pequeña morcilla. Ambos tienen que trabajar con lo que se vive y están bastante condicionados en su forma de vivir. Dependen de todos aquellos que tiene alrededor.
–Enemigo acérrimo es el aire acondicionado.
–Lo es la sequedad del ambiente y la que se respira en un avión, por ejemplo. Y ellos están expuestos a esos cambios bruscos de temperatura porque viajan constantemente.
–¿Somos conscientes de que tenemos que cuidar nuestra voz?
–Solamente ciertos grupos profesionales. Me preguntará cuáles: los profesores, un 22 por ciento de cuyo colectivo padece problemas. No olvidemos a los cantantes, locutores, actores, teleoperadoras, abogados. Quien hace un uso profesional de este órgano sí; en caso contrario, nos acordamos de su salud cuando la perdemos. Realizar una prevención de las patologías de la voz es importantísimo, porque es un órgano que nos ayuda a comunicarnos y expresarnos.
–¿Ustedes les ayudan a prepararse para la batalla diaria?
–Le diré que los docentes son el grupo más vulnerable, con más de tres y cuatro horas de clases diarias, y tienen que aprender a proyectar su voz, incluso si es necesario, valerse de algún medio de amplificación. Cuando en un aula hay más de 30 o 40 alumnos el esfuerzo vocal resulta considerable y si se es profesor de niños pequeños, doble tarea, porque hay que esforzarse bastante para que estén calladitos, por no hablar de los adolescentes. Enseñamos a no agotar el aire o no hablar de manera monocorde, que es fundamental, no es ninguna tontería, y saber modular para no dañar el órgano, a trabajar con la longitud de las cuerdas vocales, a saber hidratarlas.
–Dígame algo que sea absolutamente nocivo.
–La lista puede ser bastante larga. Empiezo a enumerar: hablar en un ambiente ruidoso. Cuando estamos comiendo en un restaurante lleno llegamos hasta los 75 u 80 decibelios y nos vemos obligados a realizar un sobre esfuerzo.
–Con lo que se nos nota que somos españoles cuando salimos al extranjero y hablamos a grito limpio…
–Sí, aquello que decimos de «mira, un grupo de españoles por la manera de hablar». Sigo: no hablar a gritos ni atropelladamente, es malísimo, y hoy lo vemos constantemente. El humo del tabaco, el propio y el ajeno, y la mezcla con alcohol ya es terrible. Se puede desarrollar un carcinoma de laringe.
–¿Y la alimentación es importante?
–Por supuesto, lo mismo que dejar pasar un par de horas antes de acostarse después de haber cenado, no solamente por hacer la debida digestión, sino porque el reflujo perjudica muy seriamente a la laringe.
–Los cantantes que empiezan deberán tener cuidados especiales, imagino. Que profesionales como usted les asesoren sobre lo que se debe y no se debe hacer.
–Lo que resulta triste es que, a veces, los chicos que llegan a las escuelas de canto no se hayan hecho explorar las cuerdas vocales y se dan lesiones que se manifiesten en forma de ronquera o en la predisposición para desarrollar nódulos. En esos casos les decimos que quizá no puedan hacer una carrera para cantar en teatros como el Liceo, por su amplitud, pero sí en otros más pequeños. El Ramón y Cajal ha firmado un convenio con la Escuela Superior de Canto y les damos clases sobre fisiología vocal a los alumnos que ingresen. Y al final del curso, ellos ofrecen un concierto en el Teatro de la Zarzuela. Es una experiencia estupenda.
–Sé de su pasión por la ópera, de ahí que le pregunte qué papel de soprano es el que cree más complicado.
–Por la perfección absoluta que requiere, el de «La reina de la noche» de «La flauta mágica», para unas cuerdas vocales absolutamente perfectas. Es ideal para sopranos por debajo de los 35 años.
–Dígame ahora el de un tenor, para que no haya suspicacias.
–Le diré, en general, que a los tenores se les va a escuchar en ocasiones por esa pirotecnia vocal de la que hacen gala, con notas agudas que requieren de una fuerza y perfección que están a la altura de pocos. Las cuerdas han de mantenerse en un estado óptimo.
–Si le pedimos que se quede con un compositor de ópera, ¿a quién elegiría?
–A Verdi. Y si me pide una ópera no le diré una de éste, sino de Mozart, «Don Juan», que es maravillosa y compendia un «hit
parade» detrás de otro. Es una pieza perfectamente equilibrada que requiere de ocho cantantes que no pueden estar ninguno por debajo del otro. Posee todos los elementos para gustar: equilibrio entre la música y el texto, pasiones, fuerza. Todo.
–¿Colecciona algo, doctor?
–Los últimos lieder de Strauss. Tengo catorce o quince. Es una música impresionante que nunca consigues hacer tuya porque cada vez que la escuchas descubres un nuevo matiz y te sorprende. Nunca me cansaré de oírlo.
LA RAZÓN, 15/04/2015. Gema Pajares
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