Ashkenazy y Nelsons, caminos de ida y vuelta
ASHKENAZY y NELSONS
Caminos de ida y vuelta
Vladimir Ashkenazy está a punto de cumplir 78 años; unos meses después, Andris Nelsons, 37. Los veremos en Madrid esta y la semana que viene en la temporada de Ibermúsica. Si todavía existe eso que se ha dado en llamar aficionado de calidad, para ellos, una fiesta, un regalo impagable. Pero si se es eso otro, lo que se suele calificar de nuevo aficionado, queden avisados: a la calidad e interés de los conciertos, extrema, se le añade una dosis de pedagogía auténticamente impagable; tal es la dimensión de estos dos maestros, de alguna manera representativos de dos tiempos interpretativos diferentes, y en cierta medida contrapuestos. Ashkenazy es un superviviente de una época en la que la música fluía a borbotones, desde los estudios de grabación a las salas de concierto. La era de la abundancia. Nelsons significa hoy el futuro; un futuro que nadie sabe cómo va a acabar siendo escrito, pero que escuchando lo que hace este letón de nacimiento se puede aventurar al menos esperanzador. Ashkenazy se asienta, cómodamente, en la permanencia de un estilo; Nelsons, sobre la prolongación lógica (pero solo practicada por unos pocos, por puro apresuramiento o falso talento) de un clasicismo del que todo el mundo parece huir, si echamos un vistazo a lo que suelen hacer los directores-estrella del presente.
Vladimir Ashkenazy, como su amigo Daniel Barenboim, pianista y director, ha hecho y sigue haciendo una carrera marcada por la exuberancia. Como pianista ha sentado cátedra en Mozart, Beethoven, Chopin, Rachmaninov o Prokofiev . Y como director ha hecho cosas muy grandes en Tchaikovsky y el repertorio ruso o Sibelius, de cuyas músicas sinfónicas ha extraído petróleo: recuerdo una Sinfonía Manfredo como pocas haya podido escuchar, por ejemplo, o, mismamente su interpretación de Cuadros de una exposición, con orquestación propia. Su estilo, cortante y escueto, directo y comunicativo, arrebatador muchas veces, convierte sus trabajos en piezas de enorme atractivo, por su inmediatez y sinceridad. Sin embargo, no se puede decir que, precisamente por todo ello, sea un clásico o haya bebido en fuentes parecidas (caso de Barenboim, al que a lo largo de su carrera sí se le han podido encontrar trazas de un Furtwängler, un Klemperer o un Barbirolli). Así, cuando ha mirado al sinfonismo clásico lo ha hecho con la idea de hacer algo bien diferente a lo marcado por la tradición: por ejemplo, recuerdo una Quinta de Beethoven absolutamente incomprensible pero de una genialidad a flor de piel. En fin, afortunadamente, en los dos conciertos que hará esta vez en Madrid vamos a lo seguro: precisamente Sibelius y Tchaikovsky, aunque eso sí con un toque de suavidad: el maravilloso concierto para violín de Mendelssohn. Y con dos jóvenes solistas de talento, Akiko Suwanai y Patricia Kopatchinskaja. Atención a l primera, a la que Ashkenazy dirigirá el concierto para violín de Sibelius.
Andris Nelsons ha sido protagonista esta misma semana de un hecho que ha generado algún que otro comentario malicioso. En el cónclave protagonizado por los maestros de la Filarmónica de Berlín para escoger al sustito de Simon Rattle, que abandonará la agrupación en 2018, se filtró un falso mensaje de móvil que anunciaba su elección como sustituto. Durante un breve espacio de tiempo la Red se inundó, hasta que la propia Orquesta ofreció el comunicado que todos conocemos, con el aplazamiento del nombramiento. Pero hay cotilleos para todos los gustos, y uno apunta a que un importante grupo de músicos apostaba por Thielemann, lo que destruía el quorum necesario para la elección de Nelsosns. Tienen varios problemas esos señores de la Filarmónica; entre otros, se miran demasiado el ombligo y parece que desconocen tanto su historia reciente como la inmediatamente pasada. Aplaudo que no escojan ni a Beremboim (el mejor de todos los candidatos desde el punto de vista musical) ni a Jansons , en ambos casos por razones de edad. Pero demuestran tener una miopía galopante cuando se plantean dudas entre Thielemann y Nelsons. Parece que los músicos de esta orquesta, que seguramente con la Filarmónica de Viena y la Sinfónica de Chicago forma una trilogía inalcanzable, se han olvidado de lo mucho que se ha hablado del proceso de desnacificación a que tuvo que ser sometida en su momento (véase la maravillosa película ´The Reichsorchester´, de Enrique Sánchez Lansch, disponible en DVD en el sello Arthaus), o que, también ,por su última elección, la de Simon Rattle, la agrupación tuviera que pagar un precio demasiado alto (Rattle ha aprendido más de la Orquesta que esta de él, sin ninguna duda) . Muy claro tendría que estar que un director sea único; que su repertorio sea infalible; que su imagen genere toda clase de parabienes, y que, sobre todo, su talento esté a prueba de bomba, para que pueda convertirse en el titular de una orquesta como la Filarmónica de Berlín. En mi opinión, un señor con un repertorio tan pequeño y localizado, con un modo de operar que suele oscilar entre la ocurrencia y la veneración al pasado y una imagen tan deteriorada desde que de manera tan poco inteligente como irresponsable diera públicamente cancha a un partido xenófobo y de ultraderecha, no parece una buena opción para el podio supremo de la poderosa orquesta. Un decisión así miraría demasiado al pasado (deben de ser muchos los que añoran a Karajan), destrozaría la imagen internacional de la orquesta y, sobre todo, significaría colgarse de nuevo a la espalda la misión de ´formar´ a un director (sí, formar he dicho: Thielemann es un hombre con mucho talento, pero afortunadamente hacer música es también hablar de la vida, y en ese aspecto su inmadurez y su tendencia al enfrentamiento le descalifican). Y esta vez, además, sin la garantía de una casa de discos potente para hacer ´hits´, como creyeron los atriles de la Filarmónica que iba a suceder con Rattle. Claro que, ni contaron con que a lo mejor a Rattle no le harían tan feliz los ´crossover´ ni tampoco con la crisis discográfica que se avecinaba.
La opción Nelsons es clara y cristalina. Por varias razones, pero por una que brilla como el sol: de los directores actuales de menos de 40 años es, muy de lejos, el de mayor talento. Es, por otro lado, un hombre bastante discreto. Es joven y en el 18 acaba contrato con su orquesta actual, la Sinfónica de Boston. Y, por último, no es un director joven que llegue sin maleta o con una maleta cargada de cosas ajenas a las necesidades de la casa que tiene que habitar. Al contrario de la que cargó Rattle cuando fue elegido, llena hasta arriba de partituras de los más rompedores autores del siglo XX, con los que hacía auténticas maravillas, Nelsons lleva la suya a reventar con una importantísima lista de clásicos. He leído estos días cosas divertidas al respecto. Por ejemplo: ´Thielemann es alemán y está especializado en repertorio alemán, Wagner, Brahms, Richard Strauss. Nelsons pasa por un renovador con tendencia a la experimentación´. A veces es mucho peor pecar por desconocimiento de la realidad que por ignorancia en las valoraciones estéticas. ¿Qué le habrá escuchado a Nelsons el señor que ha escrito eso Yo le invitaría a que se gastara un dinerillo en comprar algunos DVDs con conciertos de Nelsons (riguroso directo) para comprobar cómo dirige a Richard Strauss (increíbles Macbeth o Vida de héroe, por citar algún ejemplo) o del mismísimo Brahms : hay una Segunda con la Orquesta del Festival de Lucerna (que, por cierto, hace sonar como si fuera la misma Filarmónica de Viena) que parece el testamento de Carlo Maria Giulini.
En fin. Si mi consejo sirve de algo a quien esto lea, por favor vaya rápido a sacar entradas para estos dos conciertos. Y ya me dirán, tras las Séptimas de Dvorak y Bruckner. Mejor test, imposible. Bueno, también habrá Beethoven (Las criaturas de Prometo), y Mozart y Prokofiev, con sendos conciertos para violín interpretados por Baiba Skride. A esta, por cierto, dirigió Nelsons –hace ya casi cinco años- un Concierto de Alban Berg absolutamente revelador. Pedro González Mira
Akiko Suwanai, violín (lunes 18). Patricia Kopatchinskaja, violín (martes 19). Philharmonia Orchestra/Vladimir Ashkenazy. Obras de Sibelius (lunes) y ded Mendelssohn y Tchaikovsky( martes)
Baiba Skride, violín. City of Birmingham Symphony Orchestra/Andris Nelsons. Obras de Bethoven, Prokofiev y Dvorak (miércoles 27, 19.30). Obras de Mozart y Bruckner (jueves 28, 19.30). Entre 60 y 168 €.
Últimos comentarios