Joel Prieto: “Mozart evidencia lo bueno y lo malo del cantante”
- Los que son buenos en concursos, funcionan en las audiciones
- La zarzuela es una música que da mucho
- Mozart ha sido muy importante en mi vida
- El Teatro Real lo tenía pendiente entre mis deseos, y por fin llegó.
Su debut profesional tuvo lugar en 2006 en la Deutsche Oper de Berlín. Cantó entonces Tamino, el mismo papel con que se presentará en la temporada que viene en el Teatro Real de Madrid, donde nació en 1981. Aunque fue una conjunción de astros en 2008 la que propició el despegue internacional de Joel Prieto, el tenor hispanopuertorriqueño que hoy vuelve a subirse a las tablas del Liceu, después de haber mostrado en 2010 sus posibilidades como Fenton del Falstaff, su ópera favorita de Verdi. Regresa para una producción del Così fan tutte de Mozart para ser Ferrando, uno de los personajes que más ha interpretado desde que hace un lustro lo incorporase a su cartera en el Palau de les Arts valenciano.
P. El año 2008 fue muy importante para usted
R. Definitivamente. Porque no sólo terminó mi contrato fijo en la Deutsche Oper. También gané ese año Operalia, que habría de ser el trampolín de mi carrera internacional. Pero antes de eso, ya empezaba a despuntar en algunos teatros, y tenía firmados varios contratos: Covent Garden, Munich… Después de Operalia me llegaron Washington, Salzburgo, Houston, Glyndebourne, Toulouse…
P. Quiere eso decir que los concursos le han ido bien
R. No he hecho muchos: sólo dos, y en efecto, ambos me funcionaron
P. ¿Está a favor?
R. Pienso que si, porque suele coincidir que aquellos que son buenos en concursos, funcionan en las audiciones. Lo que no debe traducirse en que vayan a ser siempre buenos en el escenario, aunque muchas veces se de el caso. Hay quienes dominan la fórmula para superar ambas pruebas, y cuando los ves sobre las tablas no parecen la misma persona. Pero por encima de todo, para un joven el concurso supone una oportunidad: la de darse a conocer a los distintos directores y responsables de teatros de ópera. En ese sentido es como a mi me funcionó.
P. En Operalia contaba con Plácido Domingo, que tiene fama de generoso con los participantes en este certamen creado por él. ¿Lo ha sido con usted?
R. Claro que sí. Pero no sólo es generoso con quienes participan en Operalia; lo es en general. Su ayuda ha sido fundamental para las nuevas generaciones de cantantes, decidido a transmitirles el relevo. Por eso lo respeto tanto. Conmigo han sido muy buenos él y Marta (Ornelas), su esposa. Antes, durante y después del concurso. En el caso concreto de Operalia, me invitó a participar cuando cantamos Luisa Fernanda –él Vidal y yo el saboyano- en el Teatro an der Wien. Al decirle que no sabía hasta dónde me convenía participar habiendo empezado ya la carrera, me sugirió que lo pensase bien, y así lo hice. A las dos semanas le comuniqué el si, y gracias a Dios salió lo que salió. Pero en este caso, Plácido no tenía voto: me lo dieron los teatros.
P. Lo que salió fueron tres trofeos: el Primer premio, el de Culturarte y el del apartado Zarzuela, por su interpretación de la romanza de La Dolorosa
R. En el rato que tuve con Plácido Domingo para discutir la idoneidad del repertorio y escuchar sus recomendaciones, cuando propuse cantar esa romanza me dijo que, conociéndola bien por haberla cantado muchísimo, pensaba que podia ser un poco dura para mí. Le comenté que quería cantarla con mi voz, de manera lírica, no del modo más dramático en que él lo hace. Como respondió que confiaba en mí, lo canté y parece que quedó bien.
P. ¿Desde cuando le ha interesado la zarzuela?
R. En mi casa se ponía mucho esa música. Desde que tengo uso de razón me recuerdo escuchando una grabación de Doña Francisquita de Alfredo Kraus. Es un género que estoy empezando a conocer, por esa pasión y esa expresión, que encuentro muy especiales al ser español y a la vez latinoamericano. En ese sentido es una música que da mucho, y que es preciso potenciar para que se conozca.
P. ¿Cuando dice que da mucho, se refiere a las satisfacciones que proporciona…?
R. …a que es un género muy completo. Tiene partes de comedia, de tragedia… y mucha pasión. Además, potentes raíces de la tradición española, incluído el folklore. Donde encuentras romanzas a veces muy profundas, como esa Roca fría del Calvario, con música extraordinaria y una gran posibilidad de expresión para quien sepa cantar en español.
P. Nacido en Madrid, como Plácido Domingo, también en su caso quienes le siguen barajan para usted dos nacionalidades
R. A mi nunca me han afiliado a un país. Mi madre es puertorriqueña; mi padre, español. Nací en Madrid, y aunque cuando tenía cuatro o cinco años nos fuímos a Puerto Rico, he mantenido siempre un vínculo con España, donde venía cada año a pasar el verano con mi familia de aquí. Lo gracioso es que en Puerto Rico, cuando era pequeño, me decían que no era de aquel país, y en España, por mi acento, que era puertorriqueño…
P. ¿Cómo se presenta?
R. En alguna medida, como ciudadano del mundo, por la posibilidad, al tener unos padres de dos países distintos, de haberme podido abrir a dos culturas tan parecidas, y en muchos momentos tan diferentes. Me siento de los dos países: quien lo quiera entender, que lo entienda.
P. Han aparecido los nombres de Domingo y Kraus. ¿Alguno de ellos sería un modelo para usted? ¿Un referente de carrera?
R. Ufff. Creo que los dos, aunque por razones diferentes. Plácido, no por su repertorio, que al abarcar óperas dramáticas y una buena parte del verismo, no creo para nada que sea mi línea. Pero sí por su ética de trabajo, que es increíble. Lo he visto en el el escenario y fuera de él, y me ha deslumbrado el carácter colaborador que muestra con quienes le rodean. En ese sentido es un ejemplo; un modelo a seguir. Por lo dadivoso, y porque siempre transmite buena energía, dando lo mejor de él. Sin ninguna clase de despotismo como puede ocurrir con otros directores u otras personas de su nivel. Por su parte, Kraus sí sería un ejemplo a seguir en este caso por repertorio.
P. En buena medida se asemejan los defendidos por él y ahora por usted
R. Lo que no significa que quiera seguir su carrera, que es la de Kraus. Yo soy Prieto, con una voz diferente. Me refiero a su proceder, yendo poco a poco, asentando roles en tu carrera mientras otros colegas se lanzaban a cantar cosas a la carrera. Porque ¿a quien no le gustaría cantar una Bohème o una Tosca?. Ese aspecto, lo admiro muchísimo… Y ya he hecho más mozarts que él (sonríe).
P. Hasta el punto de que parece haber encontrado en Mozart su piedra angular
R. Hasta donde me llega la memoria, Mozart ha sido muy importante en mi vida. Al parecer, antes de venir al mundo, cuando aún estaba en la barriga de mi madre, porque en mi casa se escuchaba mucho su música. Dicen que podían sentir cómo me movía cada vez que Mozart sonaba. Y que con dos años daba saltos de alegría cuando me ponían música suya. De los primeros compositores que podría nombrar de mi infancia, a la cabeza estaría Mozart. Y da la casualidad de que cuando ingresé en el Conservatorio en Nueva York, todos los profesores coincidían en que el repertorio mozartiano le iba a mi voz. Así que cuando empecé a cantar sus arias, fue como un flechazo. Me parecía ajustar naturalmente en ellas, por sencillez y profundidad.
P. ¿Está entre los que ven en Mozart a un médico de la voz, o como una medicina? ¿Favorece cantarlo?
R. Creo que si, aunque no en todos los casos. No pienso que todos deban interpretar su música, ni que sea un compositor para todas las voces jóvenes. Para aquellos que no tengan la técnica bien desarrollada, Mozart puede ser lo peor. Su línea es tan clara, que evidencia lo bueno y lo malo del cantante. A quien tiene una voz grande –no por volumen, sino para mantener el repertorio de Verdi, Wagner o Strauss– encasillarlo desde muy joven con la etiqueta Mozart, puede ser lo peor que le pueda pasar. Yo diría que para muchos Mozart es la prueba, de ahí que en audiciones y concursos gusta que lleves preparado algo suyo. Por eso difiero de la idea de que sea una medicina. Puede serlo para mí y para cantantes mozartianos en general. Por eso, cuando salgo de este repertorio para cantar por ejemplo un Elisir d’amore, probarme otra vez con Mozart me permite saber por dónde voy. Como un control. Si puedo volver a cantarlo, significa que iba bien. Si tengo dificultades en algún pasaje, recurro a él para que me sane.
P. Mencionaba un título belcantista de Donizetti que ha cantado, como también Troyanos de Berlioz ¿No quiere etiquetarse con estilo ni compositores concretos?
R. Convertirme en un especialista en Mozart sería también un error. Ha dado la casualidad de haberlo tenido a mi lado cuando empezaba, y creo que seguirá hasta el fin de mi carrera con papeles como Don Ottavio y Ferrando, que espero seguir haciendo, y con el tiempo incorporar otros títulos como Idomeneo o La Clemenza di Tito. Pero mi voz seguirá dando para el repertorio italiano, francés y para muchos papeles que irán viniendo poco a poco. Un nuevo capítulo podría ser ópera francesa, como Romeo y Julieta y Fausto de Gounod, o Alfredo en la Traviata de Verdi. Por ahí podrían ir mis próximos pasos.
P. Más Kraus
R. Eso es: más Kraus: por eso decía que es un referente para ese tipo de repertorio.
P. Ferrando, el personaje de Così fan tutte que hoy canta en el Liceu, lo estrenó en España
R. Así es. Lo canté por primera vez en el Palau de les Arts de Valencia en 2009, en una producción en la que también estaban Barbara Frittoli y Joan Martín-Royo, que ahora canta conmigo Guglielmo en Barcelona. Como cerrando el círculo seis años después.
P. ¿Es Ferrando el papel que más ha representado?
R. Creo que sí, junto con el Fenton, de Falstaff, y Tamino. Ahora está tomando carrerilla Belfiore, de La finta giardiniera. No le llega a Ferrando todavía, pero podría alcanzarle algún día: me encanta después de haberlo hecho en diversas producciones.
P. Con mucho éxito además. Basta con leer las críticas de un lugar con buenos degustadores mozartianos como Glyndebourne para pensar que el papel le cuadra
R. En Glyndebourne lo pasé muy bien. Me produjo esa sensación que percibes cuando todas las piezas encajan. El director de orquesta fue increíble; el de escena también, y no digo nada los colegas… Aparte del ambiente del lugar, que acababa de redondear las sensaciones para disfrutar Mozart. Fue uno de esos momentos en los que me planteé seriamente que mi vida es la música, valorando y pensando que debería estar superagradecido por ello.
P. Después de las veces que ha cantado Fenton ¿cómo se encuentra con Verdi?
R. Me vuelve loco. Verdi es otro genio. Y sobre todo en Falstaff, una opera ¡INCREIBLE! (con mucho énfasis), de la que no te puedas quedar con un aria o un dúo. Ocurre como con la Salomé de Strauss, que es mágica desde que empieza hasta el final. Por eso me apetecen Alfredo de la Traviata. O el Duque de Mantua de Rigoletto… porque es un supercompositor.
P. En Madrid debuta la próxima temporada con un Tamino ¿Le apetece?
R. Claro que sí. Me siento muy feliz por cantar al fin en mi ciudad. Así podré conocerla bien y estar con mi familia, ya como adulto cantante.
P. Con Bolton en el foso, que ya le ha dirigido
R. Siiii. Y lo quiero mucho. Además, con Martín-Royo haciendo Papageno, vamos a sentirnos todos como en casa. Me emociona pensar que será una buena colaboración.
P. Ha cantado en los grandes teatros de Europa, pero no aun en el Metropolitan ¿Lo tiene como meta? ¿Lo espera? ¿Le da lo mismo?
R. Me encantaría actuar en el Met, pero no es una meta que me haya fijado. Pienso que va a llegar el momento en que lo haga. Pero haber pisado ese escenario no equivale a decir que has llegado a un nivel determinado de la carrera. He cantado en el Covent Garden y en Salzburgo, que están al mismo nivel… Es una cuestión de oportunidades, y cuando llegue ha llegado. Pero también me encantaría trabajar en teatros como la ópera de San Francisco y en más lugares
P. ¿Cuál es el ultimo papel eincorporado?
R. Me parece que el Nemorino de L’ elisir d’amore, con el que me divertí tanto que me gustaría hacerlo muchas veces más. El resto han sido papeles que ya había interpretado. He tenido la dicha de poder cantar óperas que había hecho en más ocasiones, y así poder redescubrirlas.
P. ¿Está preparando alguno para debutar?
R. El Bénédict, del Béatrice et Bénédict de Berlioz, que cantaré en Toulouse. Y Alfredo, de La Traviata, que no lo tengo en agenda. Me lo han pedido tres veces en distintos teatros y no he podido aceptarlo por razones de calendario, pero lo estoy trabajando ya.
P. ¿Qué le pide a un rol para que le tiente estrenarlo? ¿Director musical, artístico…? ¿Que le motiva más?
R. Antes que nada, que vocalmente me de la oportunidad de expresarme a un nivel cómodo. Donde perciba que puedo satisfacer todas las facetas vocales que el papel requiere. Y no sólo eso: que me encuentre a gusto para expresarme mejor. Si se trata de un papel que me sitúa en el límite de la incomodidad, digo que no, porque entiendo que no me siento preparado. Además, casi siempre le pido que actoralmente me de la oportunidad de un desarrollo a lo largo de la función, que me permita divertirme. En el caso de Mozart, da la casualidad de que a los mejores directores les encanta dirigir sus operas con producciones interesantes. He tenido la oportunidad de trabajar con algunos de ellos y he disfrutado, saliéndome de mis parámetros habituales.
P. Y de horrorizarse, supongo también
R. (Muchas risas)
P. Pensaba en Neuenfels, por ejemplo, en La finta giardiniera
R. En esa producción en concreto puedo hablar de superexperiencia. No sé cómo el público vio la producción desde afuera, porque hubo críticas encontradas, buenas y malísimas. Pero desde dentro el trabajo actoral fue muy interesante, y cantar en la Staatsoper de Berlín siempre me resulta un placer. Lo pasé muy bien con él (más risas). Otro director que me encanta es Claus Guth
P. Siempre que no sea en el Don Giovanni que le cayó a usted en Salzburgo, supongo
R. El caso es que a mi ese tipo de cosas que él hace me fascinan. Puedo entender al público, pero salirte de algo tradicional y moverte de manera distinta con un director que te esté dando casi una clase magistral para tu actuación, me apasiona.
P. ¿Le quedan planes pendientes en España?
R. Estamos en conversaciones, lo único fijo por el momento es el Tamino
P. ¿Haría una zarzuela? ¿Le daría el mismo valor que a una ópera?
R. Definitivamente si. Porque es una música que se tiene que dar a conocer mucho más. Acabo de hacer en Toulouse Doña Francisquita y no sólo fue todo un éxito, además la anoté como gran experiencia personal.
P. ¿Cómo se lleva con el formato concertístico? ¿Programa muchos?
R. Cada vez más y más. He hecho muchos conciertos sinfónicos y también recitales
P. En este ultimo caso ¿Recurre a la zarzuela?
R. Casi siempre. Como propina, para una segunda parte o en algún dúo con alguien que me acompañe. Y también la he incluído en los concursos en los que he participado.
P. ¿Tiene algo pendiente que le interese mucho?
R. Próximamente voy por primera vez a Santa Fe, en Estados Unidos, para un gran festival, donde cantaré en una producción nueva de La finta giardiniera, y estoy muy emocionado. Eso, y el debut en el Teatro Real. Lo tenía pendiente entre mis deseos, y por fin llegó. Juan Antonio Llorente
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