Madrid: Brahms conciso y elegante con Steinberg
BRAHMS CONCISO Y ELEGANTE
Brahms: “Sinfonías nº 3” y “nº 4”. Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: Pinchas Steinberg. Auditorio Nacional.
En el séptimo concierto de su temporada, en pleno julio, lejos del foso del Teatro Real, la Sinfónica de Madrid ha contado con Pinchas Steinberg, director que ya se ha situado más de una vez a su frente. Maestro seguro y musical, hijo del alemán William Steinberg (1899-1978), titular de distintas formaciones, entre ellas y durante muchos años, de la Sinfónica de Pittsburgh. Es curioso que este parentesco nunca se recoja en el currículum de Pinchas, venido al mundo en 1945, aunque no está claro si en Norteamérica o en Israel.
La seguridad de este director nace de un concepto muy serio, de una manera de entender la música rectilínea y directa, nada retórica o alambicada. Su mismo gesto resulta, pese a su sobriedad, atractivo y transparente para el instrumentista: bien plantados los pies, amplios y abiertos los brazos, incisivo y penetrante como un estilete el derecho, en el que la batuta se mueve a energéticos y precisos impulsos, a veces en redondo, pero siempre con un muy claro subrayado del compás. Cierra periodos con autoritarios movimientos, de una magnífica sequedad.
De acuerdo con estas características, el maestro, dominando a una más que cumplidora, atenta y biensonante Sinfónica, dibujó casi con escalpelo, aunque sin descuidar el dorado lirismo –nunca moroso- que albergan tantos pentagramas de ambas sinfonías, unas interpretaciones en el fiel: bien estructuradas y construidas, convincentes en el tratamiento de la variación continua y de la resolución de las delicadas transiciones –así, en bien medido y nada lánguido “Poco allegretto” de la “Tercera”-, activas y concentradas en la administración de los ritmos, lo que tuvo especial importancia en el desarrollo del primer tiempo de la “Cuarta”, cuyo “Passacaglia” final fue elaborado y reproducido, más allá de episódicas borrosidades o de ciertas asperezas, de forma espléndida, con el protagonismo estimulante de Pilar Constancio en la sinuosa y aleteante variación de la flauta. Versiones concisas, enjutas, despiertas y concentradas, definitorias del más auténtico lirismo brahmsiano. La mejor manera de festejar los 110 años de la Orquesta. Arturo Reverter
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