Juan Pérez Floristán, gran solista en ciernes
GRAN SOLISTA EN CIERNES
XVIII Concurso de piano Paloma O’Shea
Rachmaninov: “Concierto para piano nº 2 en do menor op. 18”. Juan Pérez Floristán. Orquesta de la RTVE. Director: Pablo González. Palacio de Festivales de Cantabria. 3 de agosto de 2015.
José Luis Pérez de Arteaga daba cuenta urgente en estas páginas del resultado del Concurso santanderino y estudiaba las características de los seis finalistas. Cúmplenos hoy centrarnos en la personalidad del ganador, el sevillano Juan Pérez Floristán, hijo de músicos de raza, la pianista y docente María Floristán y el infatigable Juan Luis Pérez, profesor y director de orquesta de larga trayectoria.
El joven, curiosa combinación de estilos sutilmente fusionados –español. germano y ruso- se enfrenta al teclado con una actitud despierta y concentrada, se embebe y se entrega a fondo en una clara capacidad para extasiarse y a la vez fundirse con la marea orquestal. Fraseo fluido y bien construido, facilidad para el canto, control de dinámicas y sonoridad prometedora, quizá aún no del todo definida, pero ya de ricos claroscuros. El “Maestoso inicial” nos hizo ver ya la seguridad del trazo y la bien estudiada expresividad, con ese característico toque oscuro tan propio del autor. El campaneo de las notas profundas fue excelentemente regulado. Anotamos notable limpieza en los virtuosos pasajes previos al segundo tema, líricamente expuesto. Poderosas octavas, quizá algo apagadas por la presencia orquestal.
Interesantes detalles “cantabile” en el “Adagio”, con bien regulados trinos en el pasaje “più animato” y una delicada construcción en la dulces curvas del tema lírico. En las secciones más piano el pedal correspondiente fue manejado con exquisita suavidad. Una de las mayores virtudes del instrumentista, la naturalidad, quedó evidenciada, luego de los precisos episodios “scherzando” del tercer movimiento, en la forma de exponer la gran y conocida cantilena, anunciada primero por el “tutti”. Floristán dio pruebas de saber hilar muy fino, sin caer en peligrosos edulcoramientos. Hubo reservas para calcular bien las gradaciones dinámicas de la última parte y para acometer los acordes masivos de la postrera exposición. El pianista mostró temple y poderío para resistir las acometidas de la virulenta orquestación, adecuadamente graduada por la batuta de González y fulgurantemente atendida por la RTVE en ese característico “tourbillon” final, ante el que el artista andaluz no se arredró lo más mínimo. Las fuerzas se equipararon en la furibunda lucha de la coda. Arturo Reverter
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