Resumen del verano de 2015 Parte II

Terminaba la semana pasada anunciando para el lunes pasado una importante novedad en el mundo musical de Internet. Ésta es la unión entre “Beckmesser.com”, “El Arte de la fuga” y “La Quinta de Mahler” en un proceso único en nuestro país caracterizado por la atomización de las publicaciones musicales especializadas. El nuevo grupo englobará todo aquello relacionado con nuestra música: noticias, críticas, venta de discos, presentaciones, conferencias, cursos, viajes, etc. Ocasión tendremos de hablar de ello más despacio.

La figura canora del verano ha sido sin duda Jonas Kaufmann. Triunfó con “Fidelio” en Salzburgo, con “Manon Lescaut” y un recital en Munich, donde en unos días debutará escénicamente Radamés. Hoy lo hará en la última noche de los Proms pero, sobre todo, logró 45 minutos de bises en la Scala cantando Puccini. Ha afirmado que, al revés que otros, nunca cantaría en un concierto de rock y quizá por vez primera un artista recomienda no comprar uno de sus discos. Eso hizo con uno reciente de refritos puccinianos, ya que a él lo que le interesa es el nuevo “Nessun dorma”. Juan Diego Flórez volvió a triunfar en Pésaro, esta vez no con una ópera sino con la “Misa de Gloria”. Piotr Beczala, tras un intenso “Werther” en Salzburgo, para compensar se fue a Perelada en plan Light. Klaus Florian Vogt también estuvo allí, pero con piano. Más comprometida Diana Damrau. Gregory Kunde parece haber encontrado en España su principal núcleo de admiradores, recorriéndose nuestra geografía cantando desde “Otello” a “Roberto Devereaux”, pasando por un “Trovatore” que contó con la cancelación de Ainhoa Arteta. La soprano vasca es posible que cancele también “Bodas de Fígaro” en Oviedo.

Kunde ha declarado no estar convencido de que llevar las ópera a los cines suponga llevar más público a los teatros. Que la ópera no muere lo testifican los próximos estrenos de obras basadas en “La hoguera de las vanidades” de Tom Wolfe y la vida de Steve Jobs. Lo que no ayuda son regias como la de “Guillermo Tell” en el Covent Garden, con una absurda escena de violación. Quizá Angela Merkel se lió con tanto mecano en el “Tristán” de Katharina Wagner en Bayreuth que se despistó y cayó de la silla. Muy sólida y feliz se vio a Paloma O’Shea por Santander y San Sebastian, donde llegó acompañada de una Teresa Berganza más radiante que nunca, ya recuperada de una más aparatosa caída. O’Shea estaba contenta por el triunfo de un español, Pérez Floristan, en su concurso pianístico, aunque la noticia saltase antes de que el jurado comunicase su fallo. También Ozawa se cayó y rompió una cadera y quien escribe lo hace con un pie en alto con un peroné roto. Ninguno tan contento como Mbrož Bajec-Lapajne, capaz de cantar Schubert mientras le realizaban una craneotomía.

No tan contentos Montserrat Caballé, en espera que un forense dictamine si puede o no desplazarse a declarar al juzgado y los amigos de la revista “Scherzo”, que al abrir la puerta de la oficina tras las vacaciones se encontraron sin ordenadores y todo revuelto.

Paolo Pinamonti decidió marcharse a Nápoles, renunciando a la Zarzuela, y Helga Schmidt logró irse a su casa de la Toscana a tratar de recuperarse y olvidar los malos tragos pasados por culpa de una Catalá que al final se quedó, muy merecidamente, en la cuneta de todo. Alfonso Aijón pasó el testigo de Ibermúsica a Llorenc Caballero, quien habrá de demostrar serlo tanto como Aijón. El inicio del ciclo, el martes, no puede ser más espectacular. Gonzalo Alonso