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Por Publicado el: 12/02/2016Categorías: Recomendación

Monumentos musicales con Bach

 

Koroliov

Monumentos musicales

El arte de la fuga es una de las cumbres musicales del Barroco. Y de toda la historia, sin la menor duda.  Hay muchas y variadas ´cumbres´, pero seguramente se pueden contar con los dedos de una mano aquellas que, como la obra de Bach, supongan tan claramente un fin de ciclo. Y un fin tan glorioso. Porque este compendio único (¡e inacabado!) no solo es la consecuencia última de una manera de hacer, sino el final de un camino que comienza mucho más atrás de Bach, pero cuyo límite solo este es capaz de alcanzar. Es cierto que tras él los compositores siguen haciendo uso de la fuga como forma musical, pero ya nunca con visos de tratado, que en realidad es lo que Bach quiso que fuera. Desde el siglo XIII al XXI no hemos dejado  de escuchar fugas, más o menos arcaicas, más o menos transformadas, más o menos ´deconstruidas´,  pero cuando uno quiere saber qué y cómo, ha de acudir a Bach; desde luego en primer lugar al Clave bien temperado, para recalar luego irremisiblemente en este ciclo sublime e irrepetible. ¿De qué va esto?

Bach escribió varios centenares de fugas, solas o dentro de otras piezas. Desde muy joven su pasión por el contrapunto le llevó al género. Y no lo abandonó en toda su vida: sus primeras composiciones de la época de Ohrdruf son, como la última música que escribió, las más de cien páginas de su última partitura, fugas. Más de 40 años dándole vueltas al asunto, o lo que es lo mismo buscando fórmulas nuevas para desarrollar una forma que para todo el mundo se había convertido en un anacronismo.  Lejos de ello, Bach lo que quiere es resumir todo el saber musical existente, y para ello investiga acerca de un procedimiento concreto, que para él compendia todo ese saber: la manera de encontrar todas las posibilidades al desarrollo contrapuntístico de una melodía. En el caso de El arte de la fuga, cuatro compases con siete redondas, dos negras y cuatro semicorcheas, a partir de los cuales construye su descomunal edificio, compuesto por 14 ´contrapunctus´, cuatro cánones y dos fugas, la segunda de las cuales, una triple fuga, quedó inacabada. Dicho todo esto así, parece un laberinto. Nada más lejos de la conceptual –que no sonora- realidad de la obra, de la que durante mucho tiempo se pensó que fue escrita solo para ser leída. A ello también contribuyó que Bach no dejara ninguna instrucción para su instrumentación, amén de que como nadie en su momento se enteró de lo que tenía delante, la obra dejó de interesar al poco tiempo de darse a conocer, siendo vendida al peso por Carlos Felipe con el fin de amortizar el gasto que había ocasionado la fabricación de las planchas.

Hoy El arte de la fuga apenas se interpreta en salas de concierto. Y cuando se hace, las instrumentaciones son de lo más variopinto. En los años de vacas gordas discográficas se hicieron múltiples versiones. Pero la verdad es que cada vez se interpreta menos en las salas. Por eso cuando alguien se atreve a hincarle el diente hay que apresurarse a celebrarlo. Y es el caso en esta recomendación, pues se ve a escuchar esta semana en el Palau de la Música catalana, interpretada por Evgeni Koroliov, pianista ruso de la escuela de los Neuhaus y Yudina especializado en el teclado de Bach. Conozco sus Variaciones Goldberg, que ya interpretó en el mismo Palau hace tres años, y me parece un pianista muy solvente, quizá un poco chapado a la antigua, pero serio y estilísticamente riguroso. Ligeti era un furibundo admirador suyo, hasta el extremo de asegurar que elegiría su Bach para llevárselo  a una isla desierta. Pero en todo caso lo que más me anima a recomendar su concierto es el hecho de interpretar una obra como El arte de la fuga. Pedro González Mira

BACH: El arte de la fuga. Evgeni Koroliov, piano. Palau de la Música  Catalana. Miércoles 17,  20.30 h.  Entre 10 y 35 €.

 

 

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