Plan de suscripciones

Suscribirse a la Newsletter de Beckmesser

¡No te pierdas ninguna noticia!

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Busca las entradas de cada mes

calendario operístico 2023

Últimos tuits de Beckmesser

La SMRC, por muchos años
mitsuko-uchidaSabrosa ensalada musical
Por Publicado el: 11/03/2016Categorías: Recomendación

Citas irrenunciables

This photo provided on Wednesday Sept. 6, 2006 by Teatro alla Scala shows Russian orchestra conductor Vladimir Jurowski performing. Jurowski will conduct Prokofiev's Romeo and Juliet with the Fondazione di Giuseppe Verdi Orchestra and Chorus, at Teatro alla Scala in Milan, Italy starting Sept. 10, 2006. (AP Photo/Teatro alla Scala, ho)** NO SALES **

Citas irrenunciables

Prosigue el ciclo de Ibermúsica. Y no hace falta recordar que sus propuestas siguen vigentes en un contexto musical que ha cambiado en los últimos años en Madrid, donde nuevas ideas y modos han irrumpido con fuerza y buena aceptación del público. Pero Ibermúsica es Ibermúsica desde su opus uno, y, con todas las dificultades que se quiera, se mantiene contra viento y marea sin cambiar su filosofía. ¿Cuál? La más sencilla, pero también la menos tramposa: calidad interpretativa de sus invitados y repertorio plausible. En las últimas décadas hemos visto cómo se presentaban nuevas opciones que se definían con esa misma filosofía, cuando realmente estaban basadas solo en palabras, y no en hechos. A eso me refiero cuando hablo de trampa. Porque, ¿cómo puede saber de antemano el consumidor que aquello que se le ofrece es en verdad una maravilla? En un país donde hace décadas que la prensa diaria ha tirado la toalla en sus secciones críticas acerca de la música, a no ser que esté ligada a requerimientos más de tipo social, es difícil dar razones para que el personal distinga entre trigo y paja. Y por eso proliferan gentes que dicen ofrecer el oro y el moro cuando lo que hacen es dar ´basurilla´ disfrazada. Si Ibermúsica se ha mantenido en estos tiempos de zozobra y sequía cultural es porque nunca ha engañado a sus clientes; porque nunca ha engañado a los aficionados ofreciéndole ofertas imposibles. En realidad, los niveles medios de calidad interpretativa de los circuitos oficiales en el mundo han bajado considerablemente en las dos o tres últimas décadas, por la pura decadencia en la que está sumido el propio consumo de la música clásica, algo que se hace sin motivación ni estímulo, salvo la compensación social que supone el estar ahí. Esto es así, aquí y fuera de aquí, porque la enseñanza musical es equivocada, cuando no sencillamente  mala, y por ello el conocimiento de la esencia musical, peor. En estas circunstancias, triunfan los vendedores de aire. Gracias a  Dios (aunque creo que este señor solo se ocupa de cosas más importantes)  en este país todavía quedan cosas como Ibermúsica, una ´cosa´ (no sé cómo llamar a esta empresa) que nos permite conservar el viejo sueño de todo buen aficionado: escuchar a intérpretes de primera clase (a los que quedan de primera clase) para que uno intente encontrar un lugar cómodo en la no menos vieja retórica entre buenas y malas versiones de obras escuchadas decenas de veces. Este aficionado existe, hay que ocuparse de él, no hay que arrinconarlo frente al nuevo y bastante más ignorante. Ibermúsica lo hace. Entre otras cosas.

Esta semana hay dos conciertos bajo la marca. Los da esa máquina de hacer música que se llama Orquesta Filarmónica de Londres, que en esta ocasión será engrasada por su director titular, el joven (un cuarentón, en realidad) director moscovita Vladimir Jurowski, cuya calidad está más que contrastada. Son dos conciertos de muy diferentes características. El primero es un programa ruso, con la intervención del pianista Nicholas Angelich para el tercero de Rachmaninov, para cerrar con la tercera sinfonía de Tchaikovsky. Programa agradable y agradecido. Nada que ver con el segundo, con obra única, y obra difícil: la séptima de Mahler. No me parece que, en conjunto, esta sea la más afortunada de la serie, pero sí que posee magníficas originalidades. Me encantan las llamadas músicas nocturnas, músicas inquietantes y llenas de sentido, pero me defrauda bastante (una vez más) la solución final que Mahler da a la idea total. A mí solo me gustan las versiones en las que el director se salta a la torera lo que, al parecer, quería contarnos Mahler, para dar una visión contraria, es decir, una solución más acorde con lo que había sucedido antes del último movimiento: negrura y desesperanza puras, frente al triunfo celestial que se suele escuchar. ¿Qué hará Jurowski? Ya ven que hay muchas razones para comprobarlo.

En definitiva, dos nuevas irrenunciables citas con Ibermúsica. Pedro González Mira.

 

Nicholas Angelich, piano. Orquesta Sinfónica de Londres. Dir.: Vladimir Jurowski. Obras de Rachmaninov y Tchaikovsky (domingo, 13 de marzo, 19.30). MAHLER: Sinfonía núm.7 (lunes, 14 de marzo, 19.30). Auditorio Nacional de Música, sala sinfónica. Entre 45 y 200

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

banner-calendario-conciertos