Un sorprendente Bros en Simón Boccanegra
El incombustible Leo Nucci y el sorprendente José Bros
SIMON BOCCANEGRA (G. VERDI)
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 12 Abril 2016.
Vuelve Simón Boccanegra al escenario del Liceu tras una ausencia de 7 años, ofreciendo una serie de representaciones que contarán con la presencia de dos fenómenos de longevidad vocal, como son Leo Nucci y Plácido Domingo, conmemorando este último los 50 años de su debut en el teatro. La función que ahora nos ocupa ha tenido como protagonista a Nucci y, sorprendentemente, su nombre no ha sido suficiente para agotar las localidades ni mucho menos.
Escena
El Liceu ha decidido reponer la producción de José Luis Gómez que se estrenara en Enero de 2009, habiéndose encargado de esta reposición Susana Gómez. La producción se centra en lo que José Luis Gómez considera que es el autentico drama que ofrece la ópera, que no se circunscribe a ningún momento histórico en su visión de la misma. Para ello nos ofrece una producción minimalista, tan en boga últimamente, y que no necesita de mayores profundidades filosóficas. Al propio tiempo, traslada la acción a tiempos modernos, a juzgar por el vestuario, difícil de ubicar en el tiempo, ya que la supuesta intemporalidad de la trama le hace mezclar épocas. Las transposiciones no son criticables en sí mismas, pero requieren un gran cuidado por parte del director de escena para que el libreto no chirríe, y un importante trabajo de actores, especialmente en un escenario desnudo. En este sentido la labor del director de escena no ofrece mucho de interés, quedándose en la superficie de las cosas. La escenografía de Carl Fillion consiste en un reducido cubo de paredes tipo espejo que deja gran parte del escenario del teatro sin utilizar. Las paredes se abren y cierran y tienen el inconveniente de proyectar la luz al público y que éste vea reflejado al maestro en el escenario. El vestuario de Alejandro Andujar no tiene mucho que destacar y lo mejor viene de la mano de Albert Faura como responsable de la iluminación, muy necesaria en una producción de estas características. Me parece en conjunto una producción con ínfulas de profundidad y que se queda a medio camino en casi todo. No produce rechazo, pero tampoco convence.
La dirección escénica estuvo en manos de Massimo Zanetti, director siempre eficaz y no particularmente brillante ni inspirado. Su lectura me resultó más convincente en los dos últimos actos de la ópera, mientras que no pasó de la rutina en el prólogo y, sobre todo, en el acto I, donde tuvo que ponerse a tapar las insuficiencias de la soprano, a la que tuvo que echar un capote en momentos comprometidos. A mi parecer, su actuación fue menos convincente que la de Paolo Carignani hace 7 años. La Orquesta del Liceu sigue confirmando su mejoría de los últimos años, cumpliendo bien en esta ocasión el Coro del Liceu.
Leo Nucci volvió a demostrar que es un auténtico milagro de longevidad vocal, ya que no es fácil de entender cómo a sus 74 años puede mantener la frescura vocal que exhibe. Su instrumento se mantiene intacto en su facilidad en las notas altas, mientras que se queda más corto por abajo, lo que Leo Nucci sabe tapar con gran habilidad. Si algo destaca en él es el ser capaz de dar a cada frase y a cada palabra su acento justo. Como ocurre con otros personajes suyos, particularmente con Rigoletto, Nucci pasa de indicaciones escénicas y hace su propia composición del personaje. Es de suponer que habrá llegado a Barcelona muy justo de tiempo, ya que no hay fotos suyas en los ensayos. La verdad es que poco importa en su caso.
Barbara Frittoli fue una deficiente Amelia Grimaldi. No diré que fue decepcionante, porque es bien sabido que el estado vocal de esta soprano viene dejando mucho que desear en los últimos años. Fue una soprano modélica en este repertorio en los años 90, pero su deterioro vocal es evidente, aunque sea prematuro. Hoy el centro sigue teniendo calidad, pero su tercio agudo deja mucho que desear. Es incapaz de emitir una nota alta en piano, sino siempre en sonidos abiertos, muchas veces calantes o gritados. Únase a ello que, debido a los nervios o a otra razón cualquiera, se perdió en su aria de entrada, y tampoco es un dechado de habilidades escénicas. En resumen, una Amelia Grimaldi insuficiente y cuya presencia no se entiende.
Fabio Sartori canceló como Gabriele Adorno y parece que lo hizo en el último momento, ya que fue anunciada la cancelación por la directora artística del Liceu en el propio escenario. Su sustituto fue José Bros, que debutaba en el personaje. Me resultó sorprendente su dominio del personaje para ser un debut y además no programado con antelación. Dejando aparte a Nucci, fue sin duda lo mejor del reparto, en una actuación de las mejores que le recuerdo. Hoy está en un estado vocal muy adecuado para este tipo de personajes líricos, haciendo una estupenda exhibición de elegancia en el fraseo y mostrando una dicción perfecta, de las que cada vez escasean más en el mundo de la ópera. Me pareció absolutamente fuera de lugar que Massimo Zanetti no parara la orquesta tras el aria del segundo acto. Fue en lo único que se pareció a Christian Thielemann. Las ínfulas de algunos directores son difíciles de entender.
El bajo Vitalij Kowaljow fue un correcto Fiesco. La voz tiene cierta calidad, aunque es más un bajo-barítono que el bajo que requiere el personaje. Faltó mayor prestancia y autoridad para destacar en el rol, quedando un tanto corto de emoción.
Ángel Ódena fue Paolo Albiani y volvió a reincidir en sus excesos de volumen vocal, que nada aportan. Fue un Paolo excesivamente monolítico, mucho menos sibilino y matizado de lo que debiera. Está sobrado de facultades, pero hace falta otra cosa.
Damián del Castillo fue un Pietro más ligero que lo habitual. Prefiero una voz más grave en el personaje. Raquel Lucena fue una Sirviente de Amelia de escaso interés vocal, mientras que Francisco Vas fue un Capitán simplemente perfecto. Como curiosidad, les diré que hace 7 años el Capitán fue Jorge de León.
El Liceu ofrecía una ocupación de alrededor del 80% de su aforo, lo que no deja de ser sorprendente para una primera función y con Nucci como protagonista. El público pareció satisfecho con el resultado de la representación, ofreciendo una recepción entusiasta a Leo Nucci y José Bros. El equipo creativo, perfectamente disfrazados de tal, fue recibido con tibios aplausos. Me pareció escuchar algún abucheo aislado para Barbara Frittoli, aunque no estoy seguro de si eran reales o imaginarios, o simplemente deseados.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 40 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 8 minutos, ente las más rápidas que recuerdo. Siete minutos de aplausos.
El precio de la entrada más cara era de 286 euros, habiendo butacas de platea desde 176 euros. El precio de la localidad más barata con visibilidad plena era de 52 euros. José M. Irurzun
Fotos: Antonio Bofill
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