Los dos Perahia
LOS DOS PERAHIA
Obras de Britten, Schubert, Beethoven, Mendelssohn, Mozart y Schumann. Academy of St. Martin in the fields. Director y solista: Murray Perahia. Auditorio Nacional, 9 y 10 de junio de 2016. Ibermúsica.
Hace cerca de cuarenta años tuvimos ocasión de escuchar por primera vez en el Teatro Real de Madrid, con la Nacional, a este pianista neoyorkino (1948) de origen sefardí. Sus suaves maneras, su alado fraseo, su terso sonido, su toque poético iluminaron un concierto de Mozart. El pianista creció y se hizo una figura indiscutible. Y, andando el tiempo, como otros, se buscó un sitio en el podio, sin dejar el teclado. Viaja con la histórica Academy of Sat Martin in the fields en calidad de primer invitado.
Es ante el piano donde hemos reencontrado al artista. De espaldas al público, ofrece su sonido satinado, menos recogido que antaño, su toque elegante, su digitación clara, su “legato”, su excelente gradación dinámica y su forma de diferenciar las dos manos. Fraseó muy bellamente el tema lírico del primer movimiento, coronado por una cadencia no habitual. Estuvo exquisito en el diálogo del “Andante” y se atropelló episódicamente en el “Rondó”. Como lo hizo en ocasiones durante la exposición del tema del “Allegretto” del “Concierto nº 9” de Mozart, aunque la mágica sección central del fragmento tuviera el clima exigido.
La orquesta lo siguió con presteza en ambas obras y tocó, sola, bajo el gobierno de su concertino Tomo Keller, de forma magnífica, las hermosísimas “Variaciones sobre un tema de Frank Bridge” de Britten y algo menos bien la “Sinfonía para cuerdas MWV N 14, Sinfoniesatz”, de Mendelssohn. Y atendió las órdenes de la batuta en las “Sinfonías nº 8”, “Inacabada”, de Schubert y “nº 2” de Schumann, en las que se nos ofreció lo menos interesante de ambas veladas. Perahia, que maneja algo desgalichadamente la batuta, parece tener pocas ideas relevantes cuando se sube al podio. Al menos en la primera obra, falta de intención profunda, de abandono romántico, todo estuvo en su sitio y el conjunto sonó estupendamente. Pero en la segunda se pinchó en hueso. El movimiento inicial creció sin gracia hacia la explosión del “Allegro ma non troppo”. El “Scherzo” se tocó demasiado fuerte y confuso, el divino “Adagio espressivo” no tuvo vuelo y el “Allegro” postrero, con un timbal inclemente de baqueta fina, tuvo impulso pero ninguna depuración. Arturo Reverter
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