A nadie le importa
La inquietante situación de la Orquesta de la RTVE pasa por una de sus crisis más agudas. Hace mucho tiempo que se tiene la impresión que la orquesta no le importa a sus dueños. Los jerifaltes de la casa de RTV nunca han sabido qué hacer con su conjunto. De ahí los cambios continuos de sede y las ganas de endosársela a cualquier otra administración. De ahí la política populachera de grabaciones o sinsentidos como llevarla a una gala televisiva para presentar la programación de la temporada y hacerla tocar en playback. De ahí que transcurrieran años y años de tensas negociaciones laborales, sólo atendidas tras una demanda; que siempre queden flecos mal resueltos como las jubilaciones y que se proceda a pequeñas venganzas personales en algunos despidos como los de un par de mozos hace unos años. O los nombramientos injustificables de titulares, con alguna anécdota tan esperpéntica como la de comunicar en plan capricho, antes de empezarse un concierto, una nueva titularidad luego fallida. Era el concierto de presentación de un Premio Reina Sofía y, minutos antes, se les dijo a los profesores que el casi recién nombrado Adrian Leaper iba a ser sustituido por una joven y bella directora. Quizá también los críticos tengamos parte de la culpa, atendiendo siempre a otras organizaciones y olvidándonos de la RTVE. Vamos al Auditorio o al Real, pero el Monumental nos pilla a desmano.
La agrupación goza de buena salud artística y hay ganas entre sus profesores por mejorar, por rendir y por situarse a la cabecera de las orquestas españolas. Se puede apreciar cuando sube al podio algún buen director. Sin embargo la programación incumple claramente la filosofía con que la orquesta fue creada. Apenas hay estímulo para la nueva creación o para la recuperación del repertorio español. Dos excepciones confirman la regla: la sesión anual dedicada al Premio Reina Sofía y aquella dedicada a los ganadores de los concursos de canto del año. Pobre resultado frente a los 30 encargos anuales de la Orquesta de Radio France. Sí porque, a pesar de lo que se diga, en Europa hay muchas orquestas de radios y televisiones: BBC, Bayerische Rundfunk –con espléndida relación de titulares- o la ya citada.
El paraguas jurídico es lo de menos, lo importante es que la orquesta siga vinculada al ente, que éste se tome interés en ella y que su filosofía programática se revise. Se trata de hacer cultura, pero nuestros responsables culturales, de una administración u otra, se dedican a hacer el ridículo en el Prado, a privatizar teatros recién construidos o a reinagurar por enésima vez un matadero. Por eso hay temor de que la agrupación pase de la SEPI a la UCI. Gonzalo ALONSO