Maduro, en el buen sentido de la palabra
Maduro, en el buen sentido de la palabra
Simón Bolívar. Hay que ver. Qué cantidad de cosas, hoy, pueden esconder estas insignes y hermosas dos palabras. Cada telediario, de aquí y de todos los lados, abre sus informaciones con estas o semejantes palabras; la más repetida, en masculino pero también en femenino, ´bolivariano´, que vale lo mismo para un roto que para un descosido, dependiendo de la boca de la que salga. Algunas bocas están bastante sucias. Y manchadas de sangre. Otras no paran de hablar pidiendo justicia. Y un lugar en esa Venezuela que tanto partido da a los partidos de acá, y que llena la boca del partido de allá. Quizá para nada. Pero también, quizá, para, andando entre los muertos de la Revolución, pararse de nuevo a pensar cómo es posible que el bolivarismo no haya logrado (también), (todavía), aplacar la necesidad del abreuismo de seguir haciendo música con lo puesto. Hasta hace poco solo desde afuera (de la música) se denunciaba lo que está haciendo por su país ese monstruo ridículo llamado Nicolás Maduro. Pero cuando Gustavo Dudamel decidió romper el silencio, y denunciar, la veda quedó abierta, también entre nosotros, los que, se supone, solo hemos de hablar de música. Ya se puede denunciar. Desde todos los lados. También desde aquí, cómo no, aunque sea desde la pluma de un pobre diablo, y aprovechando cualquier ocasión para ello. Pues ya está.
Las actuaciones del espléndido Cuarteto Simón Bolívar en Madrid son una excusa perfecta. Tres conciertos de estos cuatro –como poco- mosqueteros, que también son Venezuela, y una Venezuela bella y reivindicable. El primero fue el jueves pasado, y esta semana se remata la faena. Los tres plantean la misma idea: una especie de bocadillo en el que la ´chicha´ es Shostakovich y los entrepanes, un auténtico lujo asiático, Haydn y Beethoven. Bueno, el sabio Luis Gago lo explica en el programa de mano como pocos puedan hacerlo hoy en el idioma que se habla allá y acá: en un español que más de uno deberíamos usar con mayor respeto, en vez de idolatrar otras lenguas. Yo solo añadiré, a modo de dato, para un pan, tres cuartetos de Haydn de su Op.33, y para el otro los tres Rasumowsky de la Op.59 beethoveniana. Y entre medias, los séptimo, octavo y noveno de Shostakovich. Todo muy exigente y de un tono muy maduro, pero en el buen sentido de la palabra. Ya hubo uno; llegué tarde al primero, pero no pienso perderme los otros dos. ¿Y usted? Pedro González Mira
Cuarteto Simón Bolívar. Obras de Haydn, Beethoven y Shostakovich. Auditorio Nacional de Música, Sala de cámara. Martes 13 y Jueves 15, 20.00. Entre 10 y 20 €.
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