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Por Publicado el: 21/09/2017Categorías: En vivo

ORCAM: inicio por todo lo alto

ORCAM: por todo lo alto     

Octavio Vázquez: “Ewiges Blaues Licht”. Gustav Mahler: “Sinfonía nº 2”, “Resurrección”. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, Coro RTVE. Marta Matheu, soprano. Mihoko Fujimura, mezzosoprano. Director: Víctor Pablo Pérez. Auditorio Nacional, Madrid, 19 de septiembre de 2017.

Se ha abierto con buen pie la temporada de la Orquesta y Coro comunitarios, con la figura Mahler como estandarte. Ecos de su música alberga la composición de Vázquez, encargo de la Sinfónica de Galicia y estrenada precisamente por Víctor Pablo Pérez en 2011. Escuchamos una interpretación bien matizada y empastada, que proyectó los claroscuros, las disonancias y la refinada tímbrica de la composición.

La “Sinfonía” estuvo ordenada y construida con esmero, más allá se episódicas faltas de empaste, de inexactitudes, de pasajes relativamente farragosos o dibujos no del todo limpios –arranque del fortísimo inicial, cierre del primer movimiento, resolución final de la obra-, que parecen motas de poco valor. Se estableció estupendamente, por ejemplo, el acceso del primer gran clímax y se graduó después el dulce canto lírico de la cuerda en la apertura. Dramatismo a flor de piel, glisandos muy mahlerianos y pianísimos de libro antes de la cabalgada postrera.

Se logró el delicado pespunteo de la cuerda fina en el balanceante segundo movimiento, ese encantador y leve “ländler”, que tuvo la frescura requerida. Lo siniestro, lo grotesco y lo satánico del 6/8 del tercer tiempo fue expuesto con naturalidad y mucho remango. Para el lied “Urlicht” (“Luz primordial”) habríamos querido una voz más penumbrosa y seductora que la de Mihoko Fujimura, que es mezzo lírica y que ha perdido  algo de su pasado lustre, aunque cantó con mucha finura. Orquesta y director desarrollaron un impetuoso último movimiento, con resplandores y oscuridades en su sitio, con tensiones a flor de piel y con las restallantes y epidérmicas marchas lanzadas a toda pastilla.

La “Oda a La Resurrección” de Klopstock, cuyas palabras edifican la parte final, fue enunciada en un sigiloso pianísimo, al que se incorporó la fresca voz de soprano de Marta Matheu, antes de la recuperación del primer tema de la sinfonía. Los segmentos más dramáticos fueron expuestos en un puro grito, nunca descontrolado. A los cuatro vientos sonó la gloriosa peroración postrera, cerrada por ese monumental acorde perfecto de doce compases con todas las fuerzas concurrentes, incluidos los metales de la banda interna, en ebullición. Encomiable prestación de la ORCAM y sus alevines y de los dos coros. Arturo Reverter

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