El lunes Leo Nucci en un recital extraordinario
El lunes Leo Nucci en un recital extraordinario
El próximo lunes, el Ciclo de Lied coproducido por el CNDM y el Teatro de la Zarzuela, nos trae un imperdible recital fuera de abono con el barítono Leo Nucci acompañado al piano por James Vaughan.
Pasada con creces la sesentena, el indestructible barítono todavía está en condiciones de emitir con prestancia, de frasear con sentido, de expresar con pasión. Muy lírico en sus orígenes, aunque siempre dotado de un timbre brillante, comunicativo y de un reconocible metal, además de una considerable extensión, el artista, nacido en una localidad vecina a Bolonia el 16 de abril de 1942, ha ido oscureciendo su color y ampliando su emisión –que realiza mediante curiosas muecas en busca de la más conveniente direccionalidad del aliento– hasta poder acometer los personajes más exigentes. Nucci aún puede dar lecciones a muchos barítonos más jóvenes de cómo ha de estudiarse y componerse un figura operística. Sea la que sea, se mete en su piel de manera casi violenta; se transmuta y deja de ser él para convertirse en otra criatura sin olvidar una línea de canto muy cuidada. Es sorprendente el mordiente que tiene todavía el artista boloñés en la zona aguda: el fa, el sol e incluso el la salen de su garganta a propulsión. Su canto, sincero y entregado, se nos ofrece a través de una actuación actoral de primera.
Nucci regresa al teatro de la calle Jovellanos después de aquel histórico concierto, hace cuatro temporadas, que permanecerá en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de vivirlo: 45 minutos de propinas con el público completamente entregado.
Esta vez, el barítono hará un recorrido por algunas canciones de Tosti, como “Malìa”, “Donna, vorrei morir” o “Non t’amo più” y “Lolita”, de Arturo Buzzi-Peccia, para pasar en una segunda parte a arias de Puccini con el “Era uguale la voce?… Ah! Vittoria” de Gianni Schicchi, “Eccomi solo alfine… O vecchio cor” de I due Foscari “, Alzati!… Eri tu” de Un ballo in maschera, ambas de Verdi, para terminar con el archiconocido “Largo al factotum” de Il barbiere di Siviglia de Rossini.
Sin duda, el barítono tendrá preparados un buen número de bises.
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