Festival de Música de Canarias, nueva etapa
Festival de Música de Canarias, nueva etapa
Desde 1985 la música viene teniendo una cita en Canarias, durante los meses de enero y febrero, a través de su Festival Internacional. Jerónimo Saavedra –quien, por cierto, pronto tendrá una buena noticia para comunicar- lo creó e impulsó desde la entonces Presidencia de la Comunidad, aprovechando los tricentenarios de Bach, Haendel y Scarlatti. Se trataba de enriquecer la oferta cultural de la región y de prestigiar el nombre de las islas más allá de su sol y playas, aprovechando una época especialmente idonea turísticamente. Desde entonces han desfilado por el festival practicamente todos los grandes nombres de las orquestas, solistas y directores. Baste citar los de Giulini, Neumann, Celibidache, Solti Abbado, Muti, Barenboim, Davis, Gardiner, Salonen, Rattle, Thielemann, Previn, Sawallisch, Chailly, Haitink, Jansons, etc. El festival también ha sobresalido por los estrenos contemporáneos de Stockhausen, Gubaidúlina, Rihm, Berio, Penderecki, Henze, Pärt, Reimann, Marco, de Pablo, Falcón Sanabria, Halffter, Guinjoan, del Puerto, Sánchez-Verdú, etc. Todas las islas, en mayor o menor grado, se han beneficiado de él.
Rafaél Nebot fue su director hasta su fallecimento en 2008. Le han sucedido Juan Mendoza –apenas un par de ediciones- Candelaria Rodrígez durante siete años, hasta su cese en 2016, y Nino Díaz durante la pasada edición de la que los medios has destacado un descenso en la recaudación en 350.000 euros y una reducción de 30.600 espectadores. La pasada primavera se convocó un concurso para designar sucesor, al que se presentaron diecisiete candidatos. La decisión se tomó teniendo encuenta titulación, experiencia contrastada en los últimos cinco años, idiomas, capacidad para captar patrocinios, etc. Más o menos lo de siempre de una fórmula manida y absurda. Finalmente, el pasado mes de noviembre, se resolvió a favor de Jorge Perdigón, persona sin duda experta en estas lides y a quien deseamos toda la suerte en el difícil empeño de recuperar el nivel y prestigio de los que un día gozó el Festival, tarea que realmente comenzará en 2019 tras la transitoriedad de la presente edición.
El presupuesto, que llegó a alcanzar los 7 millones de euros en la época dorada es de sólo 1,3 y los 88 conciertos del año pasado se han reducido a 31, a celebrarse en las ocho islas e incorporando Fuerteventura como sede junto a Gran Canaria y Tenerife. De hecho la apertura tuvo lugar en Fuerteventura el pasado día 11 con “Iván, el terrible” de Prokofiev, mientras que su cierre será 15, 16 y 17 de febrero con la Orquesta Filarmónica de Munich, Javier Perianes y Heras-Casado.
Son muchas las preguntas a las que hay que responder respecto a la política musical canaria. ¿Puede una comunidad autónoma permitirse la coexistencia de dos orquestas sinfónicas de primer nivel, tres programaciones operísticas y un festival? ¿Acaso la situación actual es la misma que cuando se crearon éstas? Factores nacionalistas, insularismos y la falta de visión a largo plazo de la que adolecen la mayoría de nuestros políticos han llevado a una oferta superabundante, excesiva para la capacidad de absorción del público y de muy difícl mantenimiento económico en el presente.
Es necesario redefinir la relación entre la Asociación de Amigos de la Ópera de Las Palmas, la de Tenerife y el Teatro Pérez Galdós en lo que respecta a sus temporadas líricas, prácticamente independientes. Al Festival de Ópera de Tenerife le han recortado la subvención para programación artística dejándolo en esqueleto. No hay fondos públicos para mantener sus niveles de calidad y, de hecho, no sería sensato continuar con tal dispersión. También se precisa un análisis sobre las Orquestas de Las Palmas y Tenerife para, al margen de absurdos insularismos, tratar de potenciar efectos sinérgicos y eliminar duplicidad de actividad. Una pregunta: ¿Son realmente necesarias dos agrupaciones sinfónicas o bastaría sencillamente con una más amplia para dar servicio a toda la Comunidad Canaria? El número de servicios de cada una y el tipo han de dar las claves.
El citado Festival de Música de Canarias fue creado en un momento en que en la región apenas había actividad musical, especialmente sinfónica. Esto ya no es así, con dos orquestas propias de excelente calidad, y por tanto su filosofía no puede continuar siendo la misma. Se precisa un análisis para, al margen de insularismos, tratar de potenciar efectos sinérgicos y eliminar duplicidades de actividad. En una palabra, hay que pensar en una unidad global y no entes aislados e independientes. En Canarias, en la cultura y en muchos otros órdenes. El sentido común se ha de imponer en casos como éste, pero, ya sabemos, éste es el menos común de los sentidos. Sobre todo entre políticos. Gonzalo Alonso
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