Del mejor Schumann
Del mejor Schumann
Obras de Schumann. Josep Colom. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: Víctor Pablo Pérez. Auditorio Nacional, Madrid. 22 de enero de 2018.
Una inoportuna gripe ha impedido la actuación, como pianista y director, en este programa schumaniano, de Christian Zacharias. Ha sido sustituido por Josep Colom en el teclado y por Víctor Pablo, titular del conjunto, en el podio. Los sustitutos han realizado una muy buena labor, aunque la interpretación de la primera obra, la obertura Manfred, no nos haya convencido. Es sin duda composición difícil, cuajada de cromatismos algo esquinados, de síncopas, revestida de una muy sombría orquestación. La ejecución fue un tanto premiosa y la orquesta no sonó, bajo el mando exigente del director, del todo empastada.
La imagen sonora fue muy otra en la compacta, prieta, de tan intenso y arrebatado lirismo, Sinfonía nº 4 –Zacharias había programado la “nº 2”- del compositor de Zwickau. Hubo fantasía en el despliegue sinfónico del primer movimiento, bien construido y cantado, garbosamente marcado, elegancia en el diseño de la “Romanza”, con excelentes intervenciones de maderas y chelo solista –éste quizá con poco relieve-, agilidad y donosura en el Scherzo y una magnífica preparación, gradación y resolución en el pasaje de transición que lo une con el “Finale”, un “crescendo” que necesita justamente ese temple y esa regulación dinámica. Animado y bien planificado el movimiento postrero, con la coda “stretto presto” a toda presión. A veces echamos de menos algo más de cuerda (cuatro contrabajos).
La orquesta respondió a las conminativas pero también persuasivas manos de su rector. Como lo hizo en el acompañamiento a Colom en el Concierto en la menor, cuyo espléndido tema inicial –”microcosmos musical acabado”, en definición de Boucourechliev- fue expuesto estupendamente por maderas y teclado. Las subsiguientes variaciones nos dejaron ver las posibilidades expresivas del siempre equilibrado y preciso pianista barcelonés, al que encontramos en muy buena forma después de años de no escucharlo. Hizo exhibición de fraseo elegante, de naturalidad expositiva, de sonido lleno y atractivo y de articulación bien estudiada. Supo ser delicado en los pasajes más íntimos, trabajó con mimo las sutilezas del “Intermezzo”, en donde se produjeron refinados diálogos con el “tutti”, y regular hábilmente el complejo balanceo rítmico de ese diabólico 3/4 del “Finale”. Ahí solista –al que se le escaparon pocas notas- y director hicieron gala de elasticidad, de convincente aplicación del “rubato” y de un buen control del contratiempo. Colom regaló al final una página bachiana. Arturo Reverter
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