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Por Publicado el: 26/03/2018Categorías: En vivo

Crítica: Pasión s/ San Juan, en vena

PASIÓN EN VENA

LA PASIÓN SEGÚN SAN JUAN, BWV 245, de Johann Sebastian Bach. Solistas: José Antonio López (Jesús, barítono), Ruth Rosique (soprano), Cristina Faus (mezzosoprano) José Pizarro (tenor), Antonio Aragón (tenor), Josep Miquel Ramón (bajo). Coral Catedralicia de València. Orquesta de València. Director: Juan Luis Martínez. Lugar: Palau de la Música de València. Entrada: Alrededor de 1500 espectadores. Fe­cha: Viernes, 23 de marzo de 2018.

En tiempos de crisis, el Palau de la Música echa mano de lo local. En esta ocasión, ha sido para presentar en días ya pascuales La Pasión según san Juan, el no tan conocido oratorio compuesto por Bach en 1724. Una obra maestra a todas luces, primera de las tres pasiones surgidas del genio del Cantor de Leipzig, que ha tenido siempre que lidiar con la cruz de la comparación ineludible con su todopoderosa hermana menor La Pasión según san Mateo, compuesta tres años después, en 1727. A pesar del juicio entusiasta de personalidades como Robert Schumann, para quien –como recuerda César Rus en las notas al programa- la Pasión según san Juan es “más audaz, enérgica y poética” que la de San Mateo, la primera no alcanza el misticismo, ni la excelsa profundidad ni la riqueza polifónica de la segunda, aunque sí es mucho más lírica y terrenal.

            Se trata, en cualquier caso, de una excepcional obra bachiana. Que el viernes encontró en los económicos intérpretes locales una versión ciertamente notable, tan valiosa artística y técnicamente como muchos de los costosos paquetes de Pasiones importadas que en estas fechas ofertan como rosquillas los agentes artísticos. La opción de optar por artistas nacionales es digna de aplauso. Sobre todo si se hace con el criterio y el acierto que –oído lo oído- se ha hecho en esta ocasión. El director musical ha sido el valenciano Juan Luis Martínez, un músico experimentado que reconstruyó el monumento coral con solvencia, naturalidad y un criterio forjado en el conocimiento y en años de convivencia con la música amada. Planteó un Bach claro y fluido sin renunciar por ello al énfasis y a la recreación en la complejidad contrapuntística y coral de obra tan cargada de luces y contraluces, de luminosidad y de sombras. Nada resultó artificioso ni forzado en esta visión de franco calado expresivo, cargada de criterio, frescura y honestidad. Juan Luis Martínez se puso a los pies de la música para servirla sin adjetivos ni recovecos. ¡Bravo!

            Logró transformar a la muy reducida plantilla de la Orquesta de València en un conjunto que parecía llevar toda la vida frecuentando estas lides barrocas; de sonoridad clara, transparente y bien empastada, con intervenciones señaladas de músicos como el flauta solista –Salvador Martínez- o el violonchelo de Mariano García, quien hizo gala de maestría y flexibilidad en un bajo continuo excepcional junto a los músicos invitados Lixsania Fernández (viola de gamba), Adrià Gràcia (clave y órgano), y Pablo Zapico (laúd).

            Fundamental ha sido también el selecto plantel de cantantes, la mayoría surgidos de esa factoría asombrosa que es la escuela de la valenciana Ana Luisa Chova, maestra de maestros cuya valiosa aportación a la lírica valenciana y española ya reclama reconocimientos oficiales. El barítono José Antonio López (Lorquí, Murcia, 1973) es un cantante de primer rango mundial, formado en València con la Chova, dotado de una voz poderosa y sabiamente gobernada. Configuró un Jesús de intensa pero serena vocalidad. Dramático y solemne. También calurosamente humano y cercano. Cada una de sus intervenciones supuso un momento álgido y emotivo. Es difícil imaginar una interpretación más apropiada y conmovedora.

            También de la escudería de la Chova son la soprano sanluqueña Ruth Rosique y la mezzo de Benissanó Cristina Faus, dos estupendas y bien rodadas artistas. La Rosique, voz bien baqueteada en menesteres de música antigua, lució su resplandeciente, maravillosamente proyectada, ágil y dúctil voz de ligera con cuerpo ya de lírica, en las dos arias que le regala Bach, cada una en una de las dos partes de que consta la Pasión. La Faus, una cantante como la copa de un pino, hizo una vez más gala de maleabilidad y saber hacer con esa voz, ancha, sólida, corpórea, siempre en su sitio y perfectamente afinada, que distingue su inteligente carrera.

            Valenciano de Alboraia, e igualmente discípulo de Ana Luisa Chova, Josep Miquel Ramón ha basado su carrera en una voz fundamentalmente hermosa y cálida, cuidadosamente fraseada, cualidades que han vuelto a aflorar en sus diversas intervenciones. En tan redondo ramillete de cantantes destacó además como Narrador (Evangelista) el tenor gerundense José Pizarro. La bien preparada Coral Catedralicia de València que lidera Luis Garrido salió airosa de su comprometido cometido en esta obra en la que el componente coral cumple tan fundamental y delicado cometido. Gran y muy merecido éxito de todos.

            Estrambote cojonero: ¿Cuándo diablos se darán cuenta los actuales directivos del Palau de la Música de la necesidad de incluir en los programas de mano los textos de lo que se escucha en el escenario, o, en su defecto, al menos, subtitularlos o sobretitularlos? Escuchar toda una Pasión de Bach así en vena, sin saber lo que se dice, puede resultar tan duro como tragarse una película de Fassbinder sin doblaje ni subtítulos. Justo Romero

Publicado en Levante el 25 de marzo de 2018

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