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Picasso, “el español bajito con los ojos muy vivos”
Obituario: Pedro Lavirgen, por Arturo Reverter y condolencias
Por Publicado el: 05/04/2023Categorías: Colaboraciones

A Pedro Lavirgen, maestro y amigo

A Pedro Lavirgen, maestro y amigo

Escribo estas líneas manteniendo nítida la imagen de un joven tenor llenando con su voz el Gran Teatro de Córdoba con interpretaciones magistrales de Francisquita y Dolorosa cuando yo era todavía un niño. La simiente de aquellas sesiones de zarzuela de mi niñez germinaron en una gran pasión por la lírica que no ha dejado de crecer durante toda mi vida. He cruzado ya el umbral de los setenta años y todavía no sé concebir la vida sin cantar.

Hace más de doce años que tuve la inmensa suerte de que nuestros caminos se cruzaran y se unieran y he disfrutado profundamente del privilegio de tener a Pedro como maestro y como amigo cuando las luces del atardecer ya empezaban a iluminar el escenario de su vida. Como lluvia mansa, teatros, repartos, directores, anécdotas, miedos y glorias han ido apareciendo al hilo del ensayo de cada aria, romanza o canción.

En Junio del 2019, con motivo del concierto que presidió S.M. la Reina Doña Sofía en el Auditorio Nacional de Madrid en el que le rendimos homenaje al artista con la entrega del Premio Excellentia a toda una vida, entrevisté al maestro y amigo iniciando el reportaje con las siguientes palabras:

“La historia y el personaje que esta entrevista pretende poner de manifiesto no responden al círculo virtuoso del niño prodigio que nace en ambiente musical y dedica su vida a la música. Es justamente lo contrario. Es la historia de un niño que interpela a una naturaleza que se ha empeñado en mostrarle su lado oscuro hasta conseguir arrancarle la luz y la esperanza sobre las que edificar un futuro que ni conoce ni intuye. Es una historia de esfuerzo, de determinación para vencer la adversidad y de lucha por alcanzar un sueño que se va perfilando poco a poco al amparo de una gran fuerza de voluntad y de la fe inquebrantable de su compañera en el artista y en el hombre.”

La entrevista no consistió en una serie de preguntas y respuestas sino, más bien, en un pulsar los lugares recónditos de una memoria prodigiosa para hacer aflorar imágenes y situaciones que estaban llenas de vida en el subconsciente de su protagonista. Hoy me vienen a la memoria esas y muchas otras horas de conversación con las que nuestro héroe decía que había sacado todo lo que tenía almacenado en la cabeza y en el corazón. Hoy, después de haber sentido la paz en su rostro sin vida y después de haberle dicho adiós con ese Ave Maria de Schubert que tanto le gustaba cantado por quienes tanto hemos aprendido de él, desfilan ante mí palabras y recuerdos con una gran claridad y a una gran velocidad, pero hoy voy a dedicar el espacio de estas líneas a evocar algunas sensaciones íntimas de los momentos compartidos en estos últimos años.

Antonio-Vazquez-Pedro-Lavirgen

Antonio Vazquez canta para Pedro Lavirgen en el estudio de éste

Ese cuarto de ensayos en su casa, cuajado de recuerdos de tardes de gloria y presidido por su piano y por su soberbio retrato caracterizado de uno de sus roles favoritos, el Don José de Carmen, ha sido para mí como un Monte Tabor donde todo se transfiguraba y de la mano del maestro e iluminado por su memoria prodigiosa, a modo de un rito iniciático  en la compañía de mis grandes amigos Miguel y Gianpaolo, he tenido el privilegio de trascender al tiempo y al espacio como coordenadas existenciales para acercarme directamente a las vivencias de los más grandes iconos de la ópera que cobraban vida en sus recuerdos de otros tiempos casi tocándolos con los dedos.

El relato del artista ha sido siempre tan honesto que, con el corazón abierto de par en par, dejaba transparentarse nítidamente al hombre con sus creencias, sus valores y sus miedos de manera generosa, espontánea y sencilla. Delicadeza, comprensión, respeto, empatía, sencillez, confianza, altura de miras, pasión por la familia, lealtad con sus amigos, integridad, alegría y simpatía natural. Un hombre auténtico. Como se dice en nuestra querida Andalucía, “trigo limpio”. Un hombre bueno al que yo me acerqué porque quería cantar como él y, cuando fui conociendo a la persona, lo que de verdad quería era ser como él.

Pedro Lavirgen se nos ha adelantado en el camino hacia Dios con una puesta en escena digna de la mejor velada operística: en una preciosa tarde de primavera del Domingo de Ramos que levanta el telón del drama eterno de la Semana Santa marcando cada año un itinerario ancestral entre el sufrimiento y la gloria.

Cuando perdió a su querida Paquita decía que, al desgarrón profundo de la separación se unió el vértigo que produce el vacío de no ser capaz de pasar de la “clave de dos” a la “clave de uno” porque no sabes ni sentir ni querer ni vivir en soledad. Hoy están nuevamente los dos  juntos con su hijo Antonio mirando cara a cara al Padre Bueno y oyendo hasta el infinito esa música y esas voces legendarias que le sirvieron de inspiración en su camino y de alimento en sus sueños. ¡BRAVO MAESTRO!

Antonio Vázquez

5 de Abril de 2023

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