Adiós maestro
Enrique ha muerto ayer. Desde la muerte de Ana Mari, su mujer, su compañera, su guía, el declive fue evidente. Era un bajón de ánimo y físico, pero en absoluto intelectual. Parecía que había arrojado la toalla: dejó de leer y pasó a ver la tele, cosa que no había hecho en su vida; tenía problemas de movilidad; no iba a conciertos; se resistía a salir de casa… pero, hablando con él, no se advertía bajón alguno. Antes al contrario, su cabeza privilegiada, su lucidez, su ingenio, ha seguido admirando a cuantos nos acercábamos a él.
El maestro Enrique Franco desarrolló una auténtica cátedra de crítica musical en «Arriba» entre 1952 y 1976, cátedra que siguió ejerciendo en «El País» desde la fundación de este diario. Ha sido la personalidad más influyente y creativa con que ha contado la música en la radio española. Bajo su impulso nació la Segunda Cadena de RNE, emisora dedicada por completo a la música y que, bajo otros nombres -Radio 2, Radio Clásica- llega hasta nuestros días. Promovió encargos de composición y grabaciones, fundamentalmente de música española. Colaboró activamente en las actividades de la Unión Europea de Radiodifusión (UER). Su aportación fue decisiva para la formación -en los años cuarenta- del Coro y de la Orquesta de RNE, así como, años más tarde, de la Orquesta Sinfónica y del Coro de la RTVE, de cuyas primeras temporadas fue guía principal. Sus opiniones, sus críticas, sus ensayos, las charlas con Enrique Franco, han sido linterna imprescindible para cuantos después hemos transitado por los caminos en los que él estaba dejando huella profunda.
Enrique se ha ido sin el Premio Nacional de Música, supongo que porque no era compositor (aunque compuso) ni intérprete (aunque tocó muy bien el piano). Tampoco logró entrar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pero a él ya no le duele nada. A mí, sí.
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