Plan de suscripciones

Suscribirse a la Newsletter de Beckmesser

¡No te pierdas ninguna noticia!

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Busca las entradas de cada mes

calendario operístico 2023

Últimos tuits de Beckmesser

2004, el año de la politización de la música
“Voce d’angelo” está ya en el cielo
Por Publicado el: 22/12/2004Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Adioses

Soy plenamente consciente de que esta columna provocará controversia y que no contentará a nadie. El tema es delicado. ¿Cuándo debe un artista decir adiós a la profesión? ¿Debe irse como Garbo, estando en la cima? O, ¿debe irse como otros, arrastrando nombre y pasado?
Permítaseme primero una comparación que permita trasladar el problema a otro campo para perder fanatismo. Todo gran futbolista sabe que a partir de una cierta edad, de una pérdida sensible de facultades, ha de ceder su puesto en la primera alineación para pasar al banquillo. Es muy evidente en el fútbol porque hay mucho dinero por en medio pero, aunque más disimulado, pasa en cualquier otro deporte. A cualquier funcionario le jubilan a los sesenta y cinco y qué vamos a decir de los ejecutivos de las multinacionales, barnizando persianas a los cincuenta.
¿Y los cantantes? Hay quien, como Lauri Volpi, conserva el sí bemol a los ochenta años, pero tampoco se puede mantener ese nivel durante toda una ópera o un concierto. He asistido a muchas despedidas de grandes: Callas, Tebaldi, Bergonzi, de Los Ángeles… y tengo que decir que la mayoría de las veces con lágrimas en los ojos. Hay un momento a partir del cual he sufrido mucho escuchando un artista y me ha sucedido no sólo eso sino algo mucho peor: una voz deteriorada ha llegado a grabarse en mi memoria sustituyendo el recuerdo de una voz en plenitud. No hay cosa peor para quien desea conservar dentro de sí aquello con lo que tanto disfrutó.
Un gran artista siempre tiene algo que transmitir, algo que mostrar a las nuevas generaciones. Los detalles afloran por aquí y por allá. Pero canta en el filo de la balanza. Hay un momento en que la maleza crece tanto que ya no deja ver la valiosa flor. El artista -o alguien muy próximo- ha de ser consciente de ese instante y, entonces, decir adiós. Y eso por mucho que gusten los aplausos o que se note el calor del público.
Creo que debe ser así pero, como crítico, nunca le diría a un grande “quédate en casa”. Me quedaría yo cuando cantase y no escribiría una sola línea. Lo de un célebre crítico vienés en una ocasión, que puso el título “Fulano cantó ayer” y dejó en blanco el comentario.

Gonzalo ALONSO

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

banner-calendario-conciertos